martes, 28 de abril de 2009

Sobre el referendo…

Uno de los argumentos más repetidos por quienes no están de acuerdo con una tercera aspiración del Presidente, es el de la excesiva acumulación de poder que quedaría en sus manos por el hecho de haber incidido en el nombramiento de los miembros de otros órganos de poder.

Se puede entender que quien asume un cargo de libre nombramiento y remoción se subordina a un jefe que responde por la unidad en la que trabaja; y que si no lo hace puede ser despedido. También se puede entender –mas no tolerar- que a veces ejecute u omita, actos que van contra sus principios o contra la ley, so riesgo de ser declarado insubsistente. Pero no que un alto dignatario con estudios, solvencia económica y prestancia social, nombrado o elegido para un periodo fijo; que no tiene jefe distinto que la Nación, la Constitución y las leyes, se venda por el cargo.

Dicho temor presupone que los individuos no son éticos e independientes en el ejercicio de sus funciones, sino que por voluntad propia han vendido su conciencia a quien les facilitó la elección o el nombramiento.

¿Son realmente los más altos dignatarios del Estado, mercancías que se venden? No creo. Y si realmente lo fueran ¿quien puede decir que no lo hagan por algo más lucrativo que el cargo; o que vendan cada decisión importante que deban tomar? ¿Qué diferencia habría entre si lo compran con el nombramiento, o lo hacen una vez este en el cargo? ¡Ninguna! Por lo tanto la preocupación es infundada. Otra suposición es que no sean objetivos sino emocionales; en ese caso nombremos ingenieros y matemáticos en las cortes.

Es sólo una suposición perversa que sirve a los propósitos de la oposición, pensar que los hombres, libres y autónomos como son, se entreguen a la voluntad de otro. Tampoco es entendible que la división de poderes que tanto se defiende, propicie un campo de batalla en el que sus fines son antagónicos. La Nación es una sola, y si se está de acuerdo en el fin -el buen gobierno y el bienestar de los gobernados- y en la ruta que indica el pragmatismo, no la ideología, los poderes no tienen porqué confrontarse, ni perseguirse, sino colaborarse.

La independencia de los organismos funcionales (o poderes) del Estado, está garantizada antes que todo por las cualidades humanas de sus miembros (lo mas importante), que adicionalmente quedaría blindada si se les prohibiera aspirar a cargos públicos y contratar con el Estado, de por vida, desde el momento en que son nombrados. Si se requiere, alargándoles el periodo (a 12 años por ejemplo) y otorgándoles la pensión al terminarlo.

Modernamente la doctrina política denomina a esta división, en sentido estricto, separación de funciones o de facultades, al considerar al poder, como único e indivisible, y perteneciente original y esencialmente al titular de la soberanía (Nación o pueblo).

La condición de polarización y confrontación actual, que tendería a agravarse haciendo ingobernable el país, es mejor argumento para oponerse al tercer periodo que la cacareada independencia. No obstante, por esas rarezas de la vida, mientras más aumenta la polarización, mas crece el deseo popular de un tercer periodo. Lo mejor de todo, es que quien quiera que sea el próximo Presidente, hará lo mismo (lo dudo en el caso de Piedad o el Polo) aunque no necesariamente lo hará mejor.

De otro lado, al proyecto de referéndum para la reelección le han salido toda clase de enemigos, y con ellos toda clase de dificultades. Hay de todo: desde precandidatos que condicionan su postulación a que el Presidente no aspire, por ejemplo, el ex ministro de Agricultura; hasta los que se sienten con suficiente capacidad de derrotarlo en las urnas: para citar dos, Fernando Araujo y Sergio Fajardo.

También los hay quienes harán lo imposible para no tener que competir con un presidente que en siete años de gobierno, no sólo mantiene el respaldo popular, cuando lo común es que lo pierda a los 100 días, sino que lo aumenta en la medida que se le combate. Tan es así que todo el que tenga aspiraciones busca parecérsele, o al menos le reconoce algo bueno (la seguridad y la confianza inversionista). Parece mentira, cuando debía exacerbarse, se acabó la confrontación personal.

Volviendo al proyecto, es una paradoja, que un acto de consulta popular –la esencia de la democracia- se trate de impedir con el argumento de que atenta contra la democracia. Me aventuro más allá: si se violaron los topes; o si se recurrió a dineros de dudosa procedencia (lo procedimental), lo indicado es sancionar a quienes así procedieron, porque si los 4 millones de firmas recogidas son genuinas (lo sustancial) difícil será desconocerlas.

Resuelto el asunto del procedimiento, queda el tema de la redacción de la pregunta. El articulo 197 de la constitución establece: “Nadie podrá ser reelegido para ocupar la presidencia de la República por mas de dos periodos” Y la pregunta del referéndum que, “Quien haya ejercido la Presidencia de la República por dos periodos constitucionales, podrá ser elegido para otro periodo." Suficientemente claro, no obstante, podría ser interpretada como que se requerían dos periodos constitucionales completos para volver a ser reelegido. Al cambiar el Congreso “ejercido” por “elegido” queda superada esa contingencia.

Respecto a la conveniencia o no de la segunda reelección (o de la indefinida) no se ha considerado que también podría darse una dictadura de partido (con la legislación actual, puede estar indefinidamente en el poder) sin embargo eso no ha sucedido aun después de finalizado (hace 23 años) el Frente Nacional. Un argumento más en pro de las libertades y en contra de las prohibiciones.

Pero mas adelante, en el parágrafo transitorio del mismo articulo, hay otro obstáculo: “Quien ejerza o haya ejercido la presidencia de la República antes de la vigencia del presente acto legislativo (2004) sólo podrá ser reelegido por un periodo mas.” Si se levanta la restricción de los dos periodos para habilitar un tercero, el parágrafo, que iba dirigido a los ex presidentes que pretendieran dos periodos más (un mico de la Corte, que ni se necesitaba, los tres están quemados) cobijaría también al presidente en ejercicio.

No obstante el ciudadano no tiene porque conocer el parágrafo (no son constitucionalistas, y dejemos la hipocresía de asumir que todos los colombianos, deben conocer la ley) ni podía cambiar la pregunta. De manera que si el legislador, y finalmente la Corte Constitucional, entienden lo que entendió el ciudadano (un tercer periodo para todos los presidentes y ex presidentes) porque eso es lo que entiende quien no lea el parágrafo; y si realmente se respeta la democracia; realizado y aprobado el referéndum, no queda otra que eliminarlo o modificarlo, pues un principio del derecho establece que la última norma deroga todas las anteriores que le sean contrarias. Vendrá entonces la contienda electoral, con presidente a bordo, pero ahí tenemos dos figuras nuevas, que no repuntan en las encuestas (Uribe tampoco en el 2002), pero que están haciendo su trabajo.

Si el pueblo en libertad, sin indebidas interferencias lo niega, pues no ha pasado nada, y armaron una tormenta en un vaso de agua. Lo que deberían preguntarse los partidos políticos, es que hicieron mal para que Uribe parezca -en comparación- irremplazable, y empezar por elevar el nivel del debate político: ahí está la clave.

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.
myances@msn.com

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