viernes, 27 de febrero de 2009

Fuerza Solidaria promoverá una gran alianza para rescatar al CNE

La asociación civil Fuerza Solidaria anunció que promoverá una gran alianza nacional en Venezuela para rescatar la institucionalidad, la pulcritud y la independencia del Consejo Nacional Electoral (CNE).

“Dentro de la oposición, hay quienes opinan que se viene cometiendo fraude desde el referendo revocatorio de 2004; otros han reconocido los resultados comiciales públicamente; pero sin duda todos los venezolanos –incluyendo los propios chavistas– desconfían del CNE”, dijo Alejandro Peña Esclusa, presidente de Fuerza Solidaria.

“Conviene a todos recuperar la confianza en el sistema electoral, cambiando los actuales rectores por otros sin militancia política; eliminando las máquinas electrónicas de votación y las captahuellas, para regresar al voto manual y al conteo total de las cajas; y depurando el Registro Electoral Permanente”, dijo Peña Esclusa. “Es la única manera de saber quién, en realidad, cuenta con la mayoría, y de esta manera calmar las tensiones, que se verán acentuadas con la crisis económica que se avecina”.

“A pesar de ser una exigencia legítima, el Gobierno se opondrá a esta iniciativa; pero se le puede obligar a aceptarla, mediante una presión social sin precedentes, como la que se ejerció en el año 2001, cuando pretendió aplicar el Decreto 1011”, añade el comunicado de Fuerza Solidaria.

Fuerza Solidaria considera que, si todos los sectores de la oposición se ponen de acuerdo, hay tiempo suficiente para lograr el objetivo de tener un sistema electoral confiable antes de las elecciones de 2010, cuando se escogerán los diputados a la Asamblea Nacional.

Peña Esclusa declaró que Fuerza Solidaria promoverá esta alianza en Venezuela, y además explicará sus alcances en el exterior. Recientemente, Peña Esclusa fue elegido presidente de la Unión de Organizaciones Democráticas de América (
UnoAmérica), una confederación de ONGs latinoamericanas, con sede en Bogotá, que se opone al proyecto expansionista del Foro de Sao Paulo.

UnoAmérica pide anular Informe de Pando

La Unión de Organizaciones Democráticas de América (UnoAmérica) exigió anular el informe de la UNASUR sobre la masacre de Pando, realizado por Rodolfo Mattarollo, debido a que tres de las supuestas víctimas mencionadas en el informe aparecieron vivas.

Luis Eduardo Zabala, Vicente Rocha Rojas y Nelson da Silva, supuestas víctimas de la masacre, aparecieron con vida en Brasil y salieron a desmentir la veracidad del informe elaborado por la UNASUR sobre el hecho. Da Silva añadió que no había hecho la denuncia anteriormente por temor a represalias.

En anteriores comunicados, UnoAmérica, confederación que agrupa a organizaciones no gubernamentales de América Latina, había descalificado el rol de Mattarollo, dado su histórica vinculación en el Ejército Revolucionario del Pueblo de Argentina (ERP) y con las FARC colombianas.

En el comunicado, firmado por el presidente de la confederación, el venezolano Alejandro Peña Esclusa, UnoAmérica pidió no solamente la anulación del informe, sino la renuncia de Mattarollo a su rol de investigador de la masacre.

UnoAmérica también exigió la liberación inmediata del Prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, a quien considera un "chivo expiatorio" y un preso político del gobierno boliviano.

Finalmente, UnoAmérica sugirió a los demás prefectos y dirigentes de la oposición boliviana a solidarizarse con Fernández y –en vista de los nuevas revelaciones que descalifican el informe– exigir conjuntamente su liberación.

Por Alejandro Peña Esclusa. Columnista de Atrabilioso.

jueves, 26 de febrero de 2009

Uno más del servicio doméstico de las Farc

Presurosa salió la ONG Human Rights Watch a defender al periodista Hollman Morris, quien estaba en un campamento de secuestrados, hacienda juicioso unas entrevistas que él, como cualquier persona con dos dedos de frente, sabía que eran manipuladas y cuyo contenido era fruto de la coacción.

La ONG, muy
indignada por los señalamientos contra Morris, le envió una carta al Presidente en la que expresan sus “objeciones a las acusaciones que usted y otros altos funcionarios de su gobierno formularon esta semana vinculando al periodista colombiano Hollman Morris al grupo de las Farc”.

Efectivamente HRW se indigna por los señalamientos contra el periodista y dice que ponen en peligro la vida de Morris y la libertad de prensa en el país. Sin embargo, no se encuentra por ninguna parte del comunicado, ni siquiera un leve llamado de atención al dichoso periodista quien, con su servilismo, puso en peligro la vida de los secuestrados.

¿Qué hubiera pasado si los entrevistados se niegan a conceder las declaraciones? ¿Estarían hoy en libertad los tres policías y el soldado profesional? Y, siguiendo con el hilo de la hipótesis, si los uniformados se hubiesen negado y por esa razón siguieran en cautiverio, ¿Morris y HRW habrían podido garantizar la vida y seguridad de los uniformados?

Morris fue convocado a un lugar en la selva, con coordenadas y todo, para entrevistar a un grupo de secuestrados. Esta es una vieja práctica de las Farc, que invita a los periodistas que supone afines a su causa a visitar los campamentos y hacer un “trabajo profesional periodístico” con las víctimas… ¿o es que William Parra, el flamante jefe de prensa de Ernesto Samper y hoy ficha clave de Chávez y de Telesur, no hizo lo mismo que Hollman Morris? ¿Y Jorge Enrique Botero?

El periodista, cualquiera que sea, tiene unas expectativas definidas cuando va a realizar una entrevista. ¿Qué expectativas podía tener Hollman Morris? Ni ingenuo que fuera para pensar que obtendría declaraciones explosivas contra los infames secuestradores. Tampoco es posible que pensara que en la entrevista conseguiría algo distinto a un discurso que las Farc habían preparado con anticipación. Lo único sensato era esperar que los secuestrados repitieran un libreto y nada más.

En este orden de ideas, Hollman Morris se escondió detrás de la fachada de periodista para servir de puente propagandístico de las Farc, pues sabía de antemano que las respuestas de sus entrevistados solo serían palabras programadas y pronunciadas bajo amenaza y que además, solo servirían a los intereses del terrorismo.

De igual forma, se evidencia un irrespeto a principios éticos mínimos como el derecho que tiene un entrevistado a responder o negarse a contestar una pregunta… ¿Acaso los secuestrados tenían ese derecho? Morris sabe que no. Y este solo hecho amerita una fuerte condena moral contra Morris.

Frente a todo lo anterior surge entonces una pregunta: ¿Por qué HRW se preocupa tanto por Morris y no musita palabra por la aberración que cometió el periodista contra un grupo de secuestrados a quienes se les violaron TODOS sus derechos humanos durante varios años?

Pero no. Lo importante para HRW es hablar de violación a la libertad de prensa, cuando lo cierto es que esa costumbre de invitar a los afines a los campos de concentración en los que las Farc mantienen a los secuestrados, es la primera violación a dicha libertad.

Es más: si el periodista sabe que las respuestas son coaccionadas, que las declaraciones tienen claros propósitos propagandísticos de un grupo terrorista, que sus entrevistados no dirán nada distinto de lo que sus verdugos les impongan, ¿a qué libertad de prensa se está acogiendo el comunicador?

Ahora Morris y sus escuderos de HRW aseguran que el periodista estaba en Caquetá y que allá fue contactado por guerrilleros que le ofrecieron la entrevista… ¿Acaso, en su libertad de prensa, no podía negarse a semejante abuso a los derechos humanos? Ciertamente un profesional serio, responsable y con ética, se hubiera negado a semejante atrocidad.

Al aceptar la invitación, Morris no solo quedó con su ética en duda: sus calidades humanas, su dignidad y su moral son cuestionables y reprochables, pues su servilismo profariano lo llevó a prestarse una vez más para el juego mediático del terrorismo.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El Polo "Democrático" en zugzwang

Zugzwang
Esta complicada e intraducible palabra alemana se emplea en la jerga del ajedrez para aludir a la situación en que un jugador pierde por tener que jugar, en la que cualquier jugada que haga tendrá consecuencias funestas para él. Es lo que le pasa al PDA una vez que supera electoralmente al "liberalismo" y cuenta con el respaldo obsesivo de la prensa, de las clases altas, de la internacional "progre" y del chavismo que gobierna en la mayor parte de Hispanoamérica. Ya es el paradigma de la oposición pero no puede ni soñar con competir por el poder con el uribismo, pues ni puede plantear la desmovilización de las bandas terroristas ni conseguir que éstas recuperen el dominio perdido y le abran el camino hacia el poder. Cada gesto que hacen en una dirección, de apoyo o de rechazo a los crímenes de la tropa, les hace perder coherencia y respaldo, bien de la militancia que sigue soñando con la revolución o con la negociación política que proveería los ministerios y embajadas sin riesgos, bien de las clientelas externas y de los ciudadanos proclives a dejarse seducir por el canto de sirena del fracasado socialismo, que no quieren verse arrastrados a una guerra civil muy difícil de ganar.

Los tres clanes
En la autocomplaciente visión de Gustavo Petro, en el PDA hay tres facciones: una de "izquierda tradicional", dirigida por Robledo y Gaviria, otra clientelista, dirigida por el actual alcalde de Bogotá, y otra razonable y moderna, encarnada en el mismo Petro y en Luis E. Garzón. No faltan quienes atribuyen las diferencias a las ambiciones personales de sus dirigentes y aun quienes creen que se trata de una actitud diferente ante las guerrillas. A mi modo de ver ambas visiones son equivocadas, las ambiciones personales corresponden a la realidad más prosaica e inmediata, los que sólo piensan en su protagonismo sin atender a las posibilidades reales tampoco llegan a dirigir nada. Cualquier ambicioso preferiría un ministerio vitalicio a una presidencia incierta, y el origen de las desavenencias, tanto de ambiciones como de estrategia, procede del tremendo retroceso de las guerrillas en los últimos años: con un apego tan cerrado a los presupuestos ideológicos totalitarios como el de la "izquierda tradicional" no hay esperanzas de ganar votos, y Petro espera que los militantes lo entiendan y abandonen a la actual dirección, y lo apoyen a él, claro.

Ni contigo ni sin ti
Pero abandonar a su suerte a las guerrillas es imposible: ¿de dónde procede la popularidad de Uribe? De su firme combate contra esas bandas. Quien apoya ese combate deja de estar en la oposición y de ser solidario con las fuerzas presentes en el PDA, por mucho que comparta el programa estalinista o chavista más rígido. Nunca lo ha hecho nadie del PDA: Navarro las considera necesarias, pues afirma que no habrá solución al "conflicto" sin previa reforma agraria (es sólo invertir los términos: la guerrilla es un síntoma de la falta de reforma agraria y un agente de esa noble aspiración); Garzón considera necesaria la negociación política, pues no es cosa de andarse matando por la cantidad de cámaras o de miembros de éstas (a tal punto llega el ingenio de estos sofistas al servicio de la industria del crimen). De hecho, cualquiera que respalde vagamente la labor del gobierno impidiendo masacres y secuestros es señalado como "uribista" por las huestes del PDA. No es el gobierno quien crea esa dicotomía uribismo-guerrillas. Eso lo hace ante todo el PDA. Pero nadie abandona a las guerrillas en el PDA porque tendría en contra al partido, y sin embargo la ambigüedad respecto a esas bandas echa a perder todas sus posibilidades electorales. Es lo malo de esta democracia electoral...

En Carnaval
El artículo de Gustavo Petro enlazado arriba expresa ese conflicto del PDA, y naturalmente lo soluciona con el arte de los políticos tropicales: la "labia", la habilidad para encubrir con retruécanos y silencios calculados el verdadero discurso: el principal agente de Chávez en Colombia, hasta que lo reemplazó Piedad Córdoba, aprovecha que es época de Carnaval y aparece con un disfraz llamativo que a lo mejor engaña a alguno. Pero no hay tal: las guerrillas surgieron del interés del PCC de tomar el poder "combinando todas las formas de lucha" y desde el momento en que fracasó la negociación emprendida por Belisario Betancur todo el problema ha sido encubrir con diversos nombres esa política. La "solución política negociada del conflicto social y armado" es un ejemplo. Vale la pena detenerse un poco en lo que dice el senador Petro, porque sólo se trata de una agudización del ingenio:

Tercero, como consecuencia, la política de paz del Partido nace de reconocer que la paz es un derecho de los ciudadanos, vulnerado por los actores del conflicto armado. Por tal razón, defiende el proceso de paz como un derecho de la ciudadanía, que hace del ciudadano, y no del sujeto armado, el protagonista central de dicho proceso. La Paz se alcanzará entonces de un Acuerdo Nacional de los ciudadanos, a través de sus fuerzas sociales y políticas, que concierte profundas reformas democráticas para quitarle oxígeno a la violencia, efectuadas ellas por un gobierno de amplia convergencia democrática. Por esta vía, los actores armados ilegales se debilitarán y penderán de su aceptación de negociaciones serias y cortas para salir definitivamente de la guerra, o de su derrota militar.

¿Qué era lo que se buscaba con la "combinación de todas las formas de lucha"? Tomar el poder. Ahora se pone antes la toma del poder para "quitarle oxígeno a la violencia". ¿Qué ha cambiado? Que el gobierno que haría el prodigio sería "de amplia convergencia democrática", como el que había en la República Popular de Polonia o como la coalición que respalda a Chávez. Ah, y que las guerrillas no negociarían directamente sino que lo haría Gustavo Petro por ellas. La cuestión de la derrota y desmovilización de las guerrillas como condición de la democracia no se le ocurre, pues no tendría nada que hacer en el PDA. Por eso la exclusividad constitucional de la fuerza por parte de las instituciones legítimas se hace dependiente del triunfo electoral del PDA. Hasta entonces las guerrillas serían necesarias. ¿O es que dice otra cosa? (Bueno, ¿quiénes son "los actores del conflicto armado"? Según el grado de adhesión al socialismo de Petro se piensa en los paramilitares y guerrilleros o en los militares y guerrilleros: las fuerzas armadas hegemónicas y legítimas según la Constitución serían las que obedezcan a Petro. Las actuales vulneran los ciudadanos, pues son "actores del conflicto".)

La guerra y la política
Una de las cosas curiosas de Colombia es que la tendencia a negar el carácter político de las guerrillas es típico de quienes creen estar en contra de ellas: se intenta negar la relación de esas bandas con la sociedad tal vez porque así las propias certezas quedan a salvo, pero la única fuerza verdadera de los terroristas es precisamente que la gente tiene esas certezas. Es raro el que no se escandaliza cuando se le dice que el PDA y las FARC son lo mismo. El hecho de que el partido de "izquierda democrática" jamás le haya formulado el menor reproche a la satrapía cubana o a regímenes como el nicaragüense, cuyo presidente elogia a las FARC, no disuade a esas personas. A fin de cuentas, el crimen consiste para ellos en tener cara de indio, zapatos rotos y mellas en la dentadura. Pero las guerrillas son sólo un instrumento de esas personas, la tropa, tal como las SS eran la fuerza de choque del partido nazi. Si la derrota de las guerrillas les asegurara el acceso al poder no vacilarían en buscarla, pero eso es un absurdo: aspiran a lo mismo que las guerrillas y si éstas fueran sometidas la izquierda democrática quedaría debilitada.

Militancia y clientela
Bueno, ya que se habla de las rarezas de Colombia no está de más señalar esa combinación de fanatismo y cleptocracia que ha sido la izquierda urbana. Cualquier persona de otra parte que se enterara de la coexistencia en una misma persona del sueño leninista ("de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad") con los privilegios más escandalosos (Luis Eduardo Garzón se ganaba en los noventa, como presidente de la CUT, el equivalente a unos 50 salarios mínimos) se sorprendería. Los colombianos no: durante siglos los poderosos, los antepasados de los pensadores, profesores y juristas de la izquierda democrática, sometían a los indígenas a trabajo forzado y sin paga en aras de su salvación, dentro del contexto de la religión del amor. Los robos increíbles de la "izquierda democrática", su coincidencia absoluta con la banda de Ernesto Samper y con muchas otras redes de ladrones, son sólo la continuación de la forma de vida de los poderosos tradicionales. Por eso no hay verdaderamente ningún contraste entre clientelistas y comunistas antediluvianos, ni entre socialistas respetuosos de la democracia y terroristas: fue el poder de las bandas de asesinos lo que permitió crear la clientela y apropiarse de toda clase de entidades públicas, asegurarse sueldos y pensiones escandalosos en comparación con los de los demás colombianos y hasta imponer una Constitución totalitaria. ¿Que ambas, clientela y guerrilla, servían para tomarse el poder? Claro. Pero ¿qué mejor negocio?

El veranillo de San Miguel
Leo con asco y desprecio una columna de Héctor Abad Faciolince que parece un autorretrato, pero está claramente orientada a halagar por comparación a sus lectores, esa clase de justicieros colombianos que viven pendientes de su estrato y odian a muerte a los que aparecen en las páginas sociales de la prensa, que por mezquinas razones nunca les hacen caso a ellos. Me quedo pensando que el arte de los escritores y columnistas es el halago, muchas veces velado, y de ahí llego a una idea abrumadora: ¡qué difícil es aceptar la propia insignificancia y el atraso del medio en que uno vive! Cuando uno va a un pueblo remoto y miserable siempre encuentra a alguien que vive convencido de que habita el centro del mundo y de que los habitantes de las grandes capitales deben de vivir llenos de envidia. Si ese afán de halago y esa arrogancia provinciana se perdieran en Colombia se entendería que el socialismo ya pasó, que fue un error terrible, no sólo la tiranía estalinista sino también las socialdemocracia, que tal vez sea lo que ha convertido a la Europa próspera de Adenauer y De Gaulle en una región irrelevante. En Iberoamérica todo eso suena extraño porque para el socialismo llegó como una especie de veranillo de San Miguel (unos días calurosos a finales de septiembre, cuando ya ha pasado el verano). ¿Quién se lo hará entender a los colombianos? El chavismo sólo es el viejo populismo, el que convirtió a la opulenta Argentina de la primera mitad del siglo XX en un país miserable. Su asociación con el comunismo, que convirtió a la opulenta Cuba de la primera mitad del siglo XX en un país archimiserable, no mejora nada. Como si al intoxicado con cocaína se le diera LSD.

Resistencia
Pero es un poco lo mismo: llámese como se llame, socialismo, populismo, cleptocracia, guerrilla, la llamada izquierda y su partido no son más que un ejercicio de resistencia de la vieja sociedad, de la sociedad preburguesa, de castas, que ha imperado durante casi toda la historia de Hispanoamérica. El PDA agrupa los restos del peor populismo y de la peor cleptocracia para integrar a Colombia en el "chavisferio", cuyo declive derivado de la baja de los precios de las materias primas y del empeoramiento de las condiciones de vida en los países que lo sufren se da por descontado. Bueno, como se da por descontado el fracaso de las guerrillas, pues ¿qué ocurriría si la gente eligiera un candidato del PDA en 2010? ¿Alguien cree que podrían hacer lo de Venezuela sin una resistencia resuelta de las víctimas? Soñar no cuesta nada, y a algunos, como los dirigentes del PDA, los sueños de los arribistas ilusos les generan rentas. Pero ahí se acaba todo.


Por Jaime Ruiz. Columnista de Atrabilioso.

martes, 24 de febrero de 2009

¿Y cómo sería eso?

El presidente de Brasil le ha propuesto al nuestro olvidar el dólar como patrón en el intercambio comercial, para reducir los costos de conversión, y que el de los dos países se efectúe en sus propias monedas.

A primera vista suena como un acto de rebeldía continental, y cómo todo lo que huela a emancipación, cuenta con el apoyo de los nacionales. Pero entrando en detalles, parece increíble que a alguien se le haya ocurrido proponer algo que se abolió hace muchísimos años por impráctico, y por entorpecer el comercio mundial. Lo más indicado, como lo hizo la UE, es una moneda común y no promover la multiplicidad.

Veamos. Hace muchos años el patrón de intercambio era el oro. Cuando se hizo impráctico, y riesgoso su transporte, se usaron billetes y monedas que representaban cierto peso en oro que guardaban los países como respaldo. El país que acumulaba dinero de otro, podía pedir su valor en oro, para aumentar su riqueza o comerciar con otro del que no poseía billetes, devaluando, al dejarla sin respaldo, la moneda del que entregaba sus reservas.

Después de la segunda Guerra Mundial se impuso el dólar como patrón universal, y fue perdiendo vigencia el concepto de las reservas en oro. El valor de las monedas nacionales, lo determina ahora –salvo excepciones- la oferta y la demanda, que son un indicador del potencial exportador. Un patrón único asegura el comercio con todos los países, aun teniendo con cualquiera en especial, desequilibrio comercial.

La verdad es que la propuesta fue muy ambigua, y no se supo si cada país utilizaría su moneda nacional o la del vecino para importar. Si la primera opción, es decir Brasil nos compra en reales y nosotros le compramos en pesos surgen tres obstáculos: el primero, que la capacidad de compra de cada país dependería de la velocidad de sus maquinitas de fabricar dinero (es más fácil producir papeles que trabajar), de manera que todo el esfuerzo humano desaparecería en las dos naciones.

El segundo, que los bienes y servicios brasileros tienen precios en reales, no en pesos, y viceversa, los colombianos en pesos y no en reales. La única forma de valorarlos en la moneda del otro, tendría que ser adoptando un mecanismo para fijar el tipo de cambio.

Si lo fijaran los gobiernos, el tipo de cambio perdería toda credibilidad y el comercio dejaría de ser transparente. Si fuera en un mercado nacional, binacional o mundial de divisas (Forex), habría tantas divisas como países, pero no podría garantizarse la disponibilidad. Por ejemplo, ¿quien asegura que alguien en el mercado quiera entregar reales a un importador colombiano a cambio de pesos?

El tercero, si el intercambio no es equilibrado (situación típica de todo intercambio) un país, en el caso real, Brasil, estaría acumulando moneda del otro sin ninguna posibilidad de convertirla, pues el país con balanza deficitaria, tendría escasez de la divisa del vecino, y el primero se vería forzado a comprar irracionalmente (sin análisis de precios) del país cuya moneda ha acumulado.

En el segundo caso, (cada país importa en la moneda del otro: es decir Colombia compra a Brasil en reales y Brasil a Colombia en pesos), no se presenta el problema de valoración de los bienes y servicios, pues se hace en la moneda del productor, pero ¿cómo se obtienen las divisas del otro país, si al exportar recibimos pesos y al importar gastamos reales?

Mas bien, lo más probable es que con el tiempo nos toque dolarizar, porque veo poco probable que con tantas vanidades y fundamentalismos de izquierda, y con tan poco pragmatismo, los suramericanos, logremos crear y posicionar en el mundo, como la UE, una moneda única del sub continente.

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena
myances@msn.com

lunes, 23 de febrero de 2009

Las interceptaciones del DAS: los victimarios ahora posan de víctimas

¿Hasta qué punto un gobierno puede espiar a quienes considera enemigos del Estado? Según las normas, solo mediante una orden judicial se pueden realizar seguimientos e interceptaciones telefónicas contra los ciudadanos. Eso es lógico en una situación de normalidad en seguridad y defensa. Pero ¿qué pasa en el marco de un conflicto interno? ¿Es razonable que en plena guerra se tengan normas que impidan detectar al enemigo?

La respuesta al último interrogante deja mal parados a los actores involucrados en el más reciente escándalo de interceptaciones telefónicas del DAS, pues mientras algunos sectores del gobierno se han empeñado en desconocer el conflicto interno, los opositores no solo la reconocen, sino que muchos hasta la justifican.

En medio de un conflicto interno como el que vive Colombia, la investidura de político opositor, periodista o jurista es accesoria, pues en muchos casos son fachadas para ocultar acciones criminales en contra del Estado y por supuesto, de la administración que lidera un bando en el conflicto.

En ese orden de ideas, mal haría el gobierno en renunciar a la potestad de investigar a aquellos ciudadanos que pueden desestabilizar al país mediante apoyos y manejo de información que beneficie al bando que intenta subvertir el orden y llegar al poder por una vía diferente a la democrática.

Pero aquí hay más de fondo: en Colombia, los grandes beneficiados de las interceptaciones telefónicas han sido los medios de comunicación: Noticias Uno y Semana, entre otros, han liderado la publicación de escándalos basados en grabaciones obtenidas mediante interceptaciones ilegales.

¿Cómo obtuvo Noticias Uno la conversación entre Fernando Londoño y el general Rito Alejo del Río? ¿Quién hizo la grabación de la conversación del Presidente con el magistrado César Julio Valencia? ¿Y la del fotógrafo con Uribe Vélez? ¿Por qué el silencio de esos medios frente a la grabación que hizo el gobierno venezolano de una conversación entre un diplomático colombiano y José Obdulio Gaviria?

Los medios han patrocinado y promovido las interceptaciones ilegales, pues han apuntalado con esas prácticas algunos de los escándalos que han desatado. Ahora, esos mismos que han logrado audiencia con la acción ilícita se rasgan las vestiduras porque supuestamente ellos fueron los interceptados.

En la situación de conflicto que enfrentamos, uno de los primeros derechos sacrificados es el de la privacidad. Muchos ciudadanos estamos dispuestos a perder una porción de esa privacidad con tal de que el Estado sea capaz de detectar los elementos desestabilizadores que se mimetizan en la sociedad. Esto no pasaría en un país que disfruta de una dosis razonable de seguridad y defensa, pues en ese caso las acciones de inteligencia tendrían un propósito exclusivamente político y no de sobrevivencia del Estado frente a una amenaza terrorista como ocurre hoy en Colombia.

Ahora bien: este escándalo resulta muy particular, pues se basa en las declaraciones de unos funcionarios que admiten, desde el principio, que no tienen pruebas para confirmar sus denuncias. En este sentido, lo que se demuestra desde un comienzo es que SEMANA confía en sus fuentes (los funcionarios del DAS) y eso es el resultado de dos situaciones: o que tradicionalmente las fuentes han entregado buena información o que existen las pruebas para confirmarla. En este caso no existen las evidencias, por lo que solo queda la confianza en la fuente.

¿Por qué SEMANA confía en estas fuentes? La confianza entre la fuente y el periodista se construye con tiempo y paciencia, por lo cual, resulta evidente que SEMANA ha obtenido información y pruebas confiables de esos funcionarios de inteligencia, es decir, grabaciones de interceptaciones ilegales que le han servido como soporte para la publicación de algunos artículos.

También resulta contradictorio el informe, pues los personajes se atreven a admitir que cometieron las interceptaciones ilegales y que las destruyeron, pero se abstienen de mencionar, con nombre propio, a quienes presuntamente dieron la orden. Esto no funciona así: “untado el dedo, untada toda la mano” y al denunciar una presunta acción ilegal, la fuente da la información menos compleja que es el nombre del autor intelectual del ilícito. Es más: en este caso concreto, al señalar al cabecilla de la operación, los implicados tendrían un argumento en su defensa que es el acatamiento de órdenes superiores. Pero estos testigos se arrojan toda el agua sucia sobre sus cuerpos… ¡Curioso!

Pero las particularidades del escándalo no paran aquí. Una de las razones para destruir el material, dice SEMANA, es que era cuestión de poco tiempo para que las actividades ilícitas salieran a la luz pública, por cuenta de la llegada del nuevo director de la institución. Esto significa, es de Perogrullo, que el recién nombrado director no podía encontrar ese material en el DAS.

¿Cómo es posible que una acción ilegal, supuestamente hecha por órdenes de la Casa de Nariño, no pueda ser detectada por un hombre de confianza del Presidente? Si Uribe es el jefe directo del DAS y supuestamente ordenó las interceptaciones, el mensajero (en este caso el director del organismo) es lo de menos. ¡Ni más faltaba que el mensajero interfiera en una misión ordenada por su jefe! Esto es subestimar la inteligencia del Presidente y creer que va a nombrar en un cargo tan sensible a una persona que no sea de su entera confianza.

Esto plantea dos escenarios: o que las órdenes venían del círculo íntimo del Presidente, quien desconocía el asunto, o que los seguimientos fueron ordenados desde el DAS por funcionarios de rango medio para ganar puntos ante las máximas instancias del Gobierno, detectando la incubación de escándalos o recolectando información que serviría para neutralizar a aquellos que trabajan constantemente en golpear la imagen del gobierno y que generalmente pertenecen al bando totalitario cuyo brazo armado son las Farc.

En este último escenario, lo que se ve es un deseo de satisfacer a una camarilla cercana al Presidente, que ejerce el poder y que poco a poco se ha convertido en una rueda suelta en las altas esferas de la dirección del Estado.

Esto lo confirma el mismo informe al señalar que “hace años, si de la Casa de Nariño se necesitaba algo del DAS el Presidente era quien llamaba directamente al director o viceversa. Desde hace unos cuatro años las cosas son muy distintas. Casi cualquiera de los altos funcionarios de Palacio puede llamar acá a pedir cualquier tipo de favor sin necesidad, incluso, de pasar por el director. Llaman al jefe de Inteligencia, al de Contrainteligencia o a la Dirección Operativa y piden lo que necesitan, sin importar lo que sea”.

¿Quiénes son los presuntos altos funcionarios que piden “favores”? El escándalo está tan bien estructurado para ser solo eso, que siempre quedará la duda de si existen esos dichosos cabecillas o si las declaraciones son un montaje cuidadosamente elaborado contra el gobierno, pues no existen pruebas y los testimonios son contradictorios y demasiado genéricos.

Eso si: no se puede desconocer que hay olores nauseabundos que salen del edificio del DAS en Paloquemao… Bienvenidos al año electoral 2009.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

viernes, 20 de febrero de 2009

Venezolano: ¡Alégrate! ¡Lo ocurrido el 15F es bueno!

Seguramente te sentirás triste e, incluso, deprimido, por el resultado del referendo del 15 de febrero, que le permitirá a Chávez reelegirse indefinidamente. Sin embargo, ésta sí que es una victoria pírrica, porque, en lugar de garantizar la permanencia del Régimen, acelerará su caída. Los hechos son los siguientes:

El 15F se ejecutó un golpe de Estado. La Carta Magna prohíbe realizar una misma consulta dentro de un mismo período constitucional. El 2 de diciembre de 2007 los venezolanos dijimos NO a la reelección, por tanto, el referendo del 15F violó abiertamente la Constitución.

El 15F se perpetró un fraude masivo. Todo el sistema electoral venezolano es fraudulento. De los cinco rectores del CNE, cuatro son chavistas, y el quinto simula ser neutral.

Las máquinas electrónicas de votación son manipulables. El sistema de captahuellas es anticonstitucional. Y el Registro Electoral está absolutamente viciado.

El 15F en la noche, Chávez anunció públicamente su intención de permanecer en Miraflores indefinidamente. Que una misma persona se perpetúe en el poder, es violatorio de los preceptos democráticos.

Como consecuencia de lo anterior, podemos afirmar que el 15F comenzó oficialmente una dictadura en Venezuela (antes también vivíamos en dictadura, pero ahora se ha hecho evidente para el mundo entero). A partir de ahora, los venezolanos por fin aceptarán una dura realidad: no existe salida electoral a la crisis. Comenzará una nueva fase de la lucha, más difícil y peligrosa, pero más realista y efectiva.

Los venezolanos también entenderán que urge cambiar de liderazgo opositor. Los partidos políticos que insisten en llevarnos -sin las mínimas condiciones- por el ilusorio camino electoral hasta el 2012, perderán toda credibilidad. Un nuevo liderazgo, que emergerá de la sociedad civil, y no de los partidos, guiará al país en los duros tiempos que se avecinan.

A partir de agosto de 2009, el tsunami financiero que viene desde el norte, golpeará brutalmente nuestra economía. Este fenómeno nos afectará a todos por igual, pero más fuertemente al gobierno, que no podrá satisfacer las exigencias de un pueblo que querrá empleo, comida, seguridad y servicios. La combinación de todo lo anterior acelerará la caída del Régimen.

Chávez cometió un grave error al forzar su reelección indefinida. El país estaba en calma relativa, esperando pacientemente hasta el 2012 para cambiar de gobierno. Pero ahora que sabe que su voto no cuenta y que Chávez no se irá, está frustrado, molesto e indignado.

Chávez todavía no lo percibe, pero ha despertado un poderoso gigante dormido, que dará al traste no sólo con sus planes de reelección, sino con la mal llamada revolución bolivariana.

Así que, Venezolano: ¡Alégrate! ¡Lo ocurrido el 15F es bueno!

Por: Alejandro Peña Esclusa. Columnista de Atrabilioso.

jueves, 19 de febrero de 2009

La masacre de los Awá: solo un tropiezo para los “humanitarios”

Las narraciones son impactantes: la masacre perpetrada contra los Awá por las Farc recuerda la antipatía que el grupo terrorista siente por la vida y lo bien entrenados que están sus integrantes del monte para asesinar sin derrochar los escasos recursos. Ya los miembros de las Farc saben que es necesario ahorrar munición y por eso utilizan el cuchillo o el machete.

Durante más de una semana hemos conocido detalle a detalle el crimen contra los Awá, cada uno más aberrante que el anterior. Los sectores afines al terrorismo tenían la esperanza de que las Farc mintieran una vez más y negaran la autoría de la masacre. Por eso, cuando se conocieron los primeros datos, Colombianos por la paz tuvo el cinismo de exigirle al Gobierno "el esclarecimiento total de los hechos, al mismo tiempo que solicita al Secretariado de las Farc un pronunciamiento público respecto de ese vergonzoso suceso".

Es decir: a las Farc les piden que se pronuncien, mientras que al Gobierno le exigen que esclarezca los hechos. ¿Qué quiere decir esta doble postura ética? Que todo estaba servido para que las Farc pudieran mentir a sus anchas y los Colombianos por la paz tuvieran la posibilidad de volver a hablar de los falsos positivos y del gobierno ilegítimo paramilitar que una vez más le mentía al país y al mundo sobre los crímenes altruistas de las Farc.

Lo cierto es que Colombianos por la paz es el colectivo cuyos miembros, individualmente, acumulan el mayor número de descalificaciones y señalamientos contra el Gobierno, por lo que extraña que de repente ese grupo decida exigirle al Gobierno una investigación que, ateniéndonos a los pronunciamientos sobre la falta de credibilidad de sus integrantes en el Gobierno, sería rechazada si culminaba con la acusación contra las Farc.

Sin embargo, el asunto que quedaba pendiente era que los mismos indígenas, y la ONIC, acusaban a los terroristas como autores de la masacre y sería de mal gusto que los Colombianos por la paz desconocieran los señalamientos provenientes de ese sector que se mostró tan solidario el año pasado con el intento de desestabilización y con los lineamientos del bloque intelectual de las Farc. Así las cosas, la situación era una encrucijada y por eso tenían que lavarse la cara con la exigencia al Gobierno.

Otra cosa pensaban los “intelectuales” de Anncol y los cabecillas de las Farc en el monte: había que voltear ante el público la autoría de la masacre dejándola como una consecuencia de las “equivocadas” políticas del Gobierno y nada mejor que culpar a la Política de Seguridad Democrática, y específicamente al tema de la red de informantes, como la motivación y justificación para la masacre.

Por eso no sorprende el
comunicado del terrorismo cuando señala que la masacre “no fue contra los indígenas”. El viejo cinismo de las Farc sale a flote desde el título, pues lo que dicen entre líneas es que la masacre fue contra las políticas del Gobierno y que es accidental que sean indígenas, mestizos o negros los que hayan sido torturados y asesinados. Es tan colateral el daño que no mencionan el asesinato de dos mujeres indígenas embarazadas.

Luego las Farc comienzan a justificar su monstruosidad: “nuestras unidades guerrilleras detuvieron a 8 personas que recogían, por grupos, información sobre nosotros para luego llevarla a las patrullas militares”. Dicen los terroristas que los indígenas Awá hacían exploraciones, ubicaban a las Farc y luego transmitían la información al Ejército.

Es decir, el asesinar con cuchillo a un grupo de indígenas no es el asunto de fondo y no debe ser cuestionado: lo importante para el público, suponen las Farc, debe ser que esos infames indígenas, incluidos dos seres no natos (tenían siete meses de gestación) informaban al Ejército de los movimientos del terrorismo. Aquí la culpa pasa, como por arte de magia, de los victimarios a las víctimas y para rematar, al Gobierno que recibe la información para golpear a los criminales altruistas del monte.

Posteriormente los cínicos afirman que los ocho indígenas (es el número que reconocen las Farc y Colombianos por la paz) confesaron. Y esa supuesta confesión fue suficiente para que los atravesaran con cuchillo como escarmiento para aquellos que quieran ser informantes.

Luego los terroristas se atreven a denunciar la estrategia del gobierno de “involucrar a sectores de la población civil al conflicto armado y el trabajo militar a través de las recompensas, conformación de redes de informantes, familias en acción y demás ramificaciones de la política de guerra que practica el gobierno de Colombia donde coloca como escudo a los civiles y luego esconde la mano.” ¿Y qué opinan las Farc cuando son ellos los que involucran a la fuerza, bajo coacción o amenaza, a sectores de la población civil al conflicto armado? ¿Una sola palabra de Colombianos por la paz al respecto?

¡Ya está! El culpable es el Gobierno por las estrategias de la Política de Seguridad Democrática y por eso resulta importante que desde la civilidad se le exija a ese mismo Gobierno una investigación exhaustiva que debería terminar con una condena contra el Estado y una absolución a las Farc.

¿Y qué han dicho los Colombianos por la paz frente a semejante despropósito? Muy poco. Piedad Córdoba solo dijo que “el deceso de los aborígenes de la etnia Awá (hay que padecer una grave enfermedad moral y mental para calificar como deceso una masacre) es un tropiezo muy fuerte”… ¿Masacrar a por lo menos diez ciudadanos es solo un tropiezo? Naturalmente Piedad Córdoba no condena a las Farc, ni siquiera hace una leve recriminación y simplemente se apoltrona en la comodidad de confiar en que el señalamiento contra el Gobierno funcione y que los victimarios sean absueltos por cuestiones de altruismo.

A su turno, otro colombiano por la paz, Iván Cepeda, se
pronunció con un cordial jalón de orejas contra las Farc. Cepeda dijo que “es un absurdo que las Farc, esté buscando un espacio político, porque asesinar personas y dirigir acciones contra la población indígena, lo único que puede lograr es cerrar las puertas en términos de un proceso político en Colombia y pensamos que ese no es el camino definitivo hacia la paz.”

¿Cómo así? ¿Son las Farc las que están buscando el espacio político o son los Colombianos por la paz los que lo están abriendo con sus cartas, comunicados y espectáculos mediáticos de liberaciones? ¿Acaso esa declaración no es una confesión de vinculación y complicidad?

El simple llamado de atención, tengan cuidado que si matan indígenas cierran las puertas de un proceso político, suena casi a felicitación si se compara con las declaraciones que el mismo Cepeda ha emitido contra el Gobierno y contra las Fuerzas Armadas. El vociferante Cepeda que vimos frente a la embajada de Costa Rica, cuando Mario Uribe intentó el absurdo del asilo, bajó las barbas y en tono comprensivo emitió su leve llamado de atención contra las Farc.

Cepeda exhibe sin pudor su doble estándar moral: por un lado les dice a las Farc que no lo vuelvan a hacer, algo así como los regaños cariñosos de un padre con sus hijos, mientras que al Gobierno lo ha catalogado con todos los epítetos posibles y a las Fuerzas Armadas les ha pedido prácticamente juicios sumarios contra los uniformados que han cometido delitos atroces.

En lugar de los pronunciamientos indignados por ser considerados como el bloque intelectual de las Farc, si Colombianos por la paz quisiera desmarcarse de ese señalamiento hubiese condenado enérgicamente a las Farc y les hubiera pedido que entregaran a los asesinos ante la justicia como condición inmodificable para continuar con el “diálogo epistolar”… ¡Pero qué va! Eso es pedirles demasiado.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Ecologismos

El ecologismo es una de esas causas que no tienen enemigos. Es inconcebible que alguien crea que debe haber más contaminación o más acumulación de basura. Claro que cuando se hurga un poco en el sentido de todo lo que se dice resultan muchas cosas extrañas. Por ejemplo, que la mayoría de los ecologistas son personas de países ricos o de clases acomodadas de los países intermedios que se quejan de las desigualdades entre los países ricos y los pobres, ciertamente pensando que el nivel de consumo de la gente de los segundos es insuficiente: que deberían contaminar tanto como el resto.

Eso relativamente: la queja contra la pobreza de los pobres no excluye la condena del despilfarro y el exceso que rodea a la gente de los países ricos, despilfarro y exceso a los cuales la mayoría de los ecologistas no renuncian. Uno de los líderes de esa corriente moderna, el ex vicepresidente estadounidense Al Gore, se desplaza en jet privado. En Colombia el arquetípico representante del ecologismo es el poeta William Ospina, que reflexiona en el avión en que vuelve de India sobre el discreto encanto de los pobres de ese país.

Reflexionar sobre el ecologismo conduce a una dispersión muy difícil de eludir. Me ocuparé primero de esa particular incoherencia de los ecologistas: por lo general se trata de las personas menos dispuestas a reciclar, incluso en Colombia, donde sólo tienen que darle la orden correspondiente a la empleada doméstica. ¿A qué corresponde eso? A la necesidad generalizada de buena conciencia y autohalago. Fernando Savater decía hace años que el yogur del desayuno sabe mejor cuando uno piensa en lo mal que está el mundo, en los niños que no comerán nada en todo el día y en todos esos que no tienen la valiosa conciencia que tiene uno.

Eso se mezcla con otro fenómeno, ya señalado en su día por el pensador francés Jean-François Revel: que el ecologismo —como el feminismo, la defensa de los homosexuales, la ya en desuso protesta contra la energía nuclear, etc.— es una bandera de la que se apropiaron los comunistas al caer su proyecto: ya que no es posible decir que el capitalismo se hunde mientras el socialismo triunfa, queda la opción de culparlo del deterioro ambiental. El cinismo de todo eso es obsceno, pero en Colombia al menos es normal: los defensores de la dosis personal y del colectivo LGTB son los mismos defensores del régimen cubano; y los enemigos de la contaminación son los mismos partidarios de los que desecaron el mar de Aral y dejaron sin bosques buena parte de Europa central.
Todo eso falsea la cuestión de los problemas de contaminación y “desarrollo sostenible”. Los activistas del ecologismo no buscan que se reduzca la contaminación sino anunciar el Apocalipsis que está a punto de llegar por la persistencia de este sistema. El que dude de eso puede fijarse en las reacciones frente al cambio climático: lo corriente es desesperarse por imponer la noción de que es un producto de la actividad humana, pese a que muchísimos científicos lo niegan. ¿En qué se basan tantos personajes que claman por la atribución de la responsabilidad a la industria? Sólo en la resuelta complicidad de otros tan ignorantes como ellos y tan necesitados de formar parte de los enlightened. El mismo problema tiene mucha menos importancia que la posibilidad de acusar a los gobiernos del mundo, seguramente movidos por ideales menos altruistas que los críticos.

Para abordar esas cuestiones conviene estar atentos a los diversos contenidos manipuladores que hay en toda la propaganda. Con muchísima frecuencia el ecologismo tiende a ser nostalgia de sociedades primitivas, con el mismo anhelo de condenar el capitalismo y buscar adhesiones a la alternativa. El citado William Ospina es característico, y su condena de la civilización termina en la admiración y el respeto por Chávez, cosas que son sus verdaderas proezas. También el mucho más interesante poeta nicaragüense
Ernesto Cardenal combina la defensa de los valores prehispánicos con la militancia en el sandinismo.

Mucho más frecuente es en otros contextos la asociación con valores religiosos o primitivos ocultos o poco razonados en personas que se creen “modernas” o ateas. Esa suplantación de la religión por supersticiones infantiles merecería un post. Pero respecto al ecologismo la cuestión es particularmente compleja: ¿la “naturaleza” o la Tierra son instancias superiores a la humanidad? Siguiendo el famoso alegato del jefe indio, ¿pertenece la tierra a los hombres o éstos a aquélla? El viejo esquema del pecado, la culpa, la deidad suprema y sus representantes en la Tierra y entre los hombres se reproduce casi cómicamente con los ecologistas.

El conjunto de creencias extrañas y de valores dudosos que tienen relación con todo eso es abrumador. Uno de los elementos sociales tradicionales que recogen los ecologistas y que encauzan a su vago sueño alternativo, aunque siempre coincidente con iniciativas generosas como el Foro Social Mundial y hostil a las empresas y bancos estadounidenses, es el miedo a la técnica, y el rencor de los que resultan relegados por ésta. La militancia en el amor a la naturaleza convierte a estas personas en parte de una nueva aristocracia. La rabia por todo eso que se le quita a lo que está por encima de nosotros se convierte en el blasón de quienes no tienen nada más que ostentar.

Y si bien abunda la actitud de quienes se desentienden por completo de todo, la verdad es que la solución a los problemas de que se ocupa el ecologismo es principalmente técnica: de desarrollo de tecnologías que permitan explotar mejor las energías limpias, de industrias que procesen la basura, probablemente con procedimientos automatizados más eficientes que los actuales, de estrategias de reforestación y de obtención de agua y de freno a la desertización… Un campo inmenso precisamente para la denostada industria y las denostadas empresas.

Y para todo eso ciertamente es necesaria una gran conciencia de los peligros que afrontamos, pero el revival romántico y más bien cursi de los colectivistas y nostálgicos de la prehistoria y adoradores de la Tierra o de la “naturaleza” y demás fauna antimoderna no es precisamente el camino. Es uno de los principales obstáculos, pues por puro amor a la Tierra colaboran con el
despliegue bélico más impresionante que se ha dado desde la caída del comunismo.

Por Jaime Ruiz. Columnista de Atrabilioso.

martes, 17 de febrero de 2009

Recapitulemos


Si algo distingue al periodismo de opinión capitalino, en gran medida politizado o ejercido por políticos en busca de beneficios personales, es la obsesión por la crítica y la descalificación.

Es como si la función de estos fuera dificultar, y no, hacer mejores y más inteligentes propuestas. Como si un fundamentalismo les dictara la obligación de criticar, aun en asuntos que son de valorar, resaltar y respaldar. Y no hay tal. La única obligación del escritor de opinión es ser honesto, y como valor agregado, argumental y convincente. Quien critica, pues, tiene la obligación ética de decir como seria mejor; es la única forma de convencer, sin dejar el trabajo de idearlo en cabeza de los demás.

Valdría la pena preguntarse entonces, hasta que punto la crítica estimula a mejorar, y no, a claudicar; y hasta que punto el reconocimiento público, anula el espíritu de superación, y no, compromete más.

La efectividad del escritor de opinión no radica en los lectores (se puede tener muchos, pero pocos adeptos a la tesis que se plantean), si no en la capacidad de influir en la opinión de los demás; o al menos, reflejar la de aquellos en sus escritos (llega un momento en que no se sabe que fue primero). A juzgar por este indicador de éxito, quienes atacan al presidente no han logrado, ni influir, ni reflejar a las mayorías, pues la favorabilidad se ha mantenido por encima del 60%, cuando la historia del país demuestra que ésta cae por debajo del 40% antes del primer año de gobierno. De aquí se puede inferir que, o no hay honestidad intelectual -o capacidad, o faltan convincentes argumentos.

En relación con los militares retenidos en la selva, por ejemplo, quien se seguirá desprestigiando si no los libera es la guerrilla. Ayudar en esa dirección debe ser la labor de toda la sociedad, incluidos nosotros, hasta que no les quede otra, que liberarlos. Presionar al gobierno para que ceda ante la guerrilla que pronto exigirá más, es debilitarlo, fortalecer la posición de ellos, y validarles el arma de lucha.

Criticar lleva implícito un mensaje de superioridad (puedo hacerlo o concebirlo mejor) y cuando se descalifica a la persona, se requiere de cierta inmunidad porque la contraparte puede defenderse atacando (es una estrategia) y dejar muy mal parado a quien la hace; especialmente, si la critica es mal intencionada e injusta.

En otras palabras no es consecuente que un artista (músico, pintor, escritor) por ejemplo, se exprese mal de la obra de otro, o bien de la propia; tampoco que lo haga un gobernante: esa tarea queda mejor en manos de otros que puedan ser objetivos, y si lo hicieren, tienen la obligación moral de decir el cómo (la demagogia consiste en no decirlo).

Por lo tanto quien critica debe cumplir dos condiciones: primera, no haber tenido la oportunidad de hacerlo mejor, o haberlo hecho; y segunda, no tener el rabo de paja. NOTA: hay algún atenuante cuando la critica es producto de la falta de información, o de desinformación (son conceptos diferentes) porque se resuelve aclarando las cosas.

Ahora bien, si al periodista se le exige la mayor neutralidad posible en la presentación de los hechos, para el escritor de opinión es imperativo asumir una posición: es decir orientar, eso es lo que espera el lector.

Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Univesal de Cartagena

lunes, 16 de febrero de 2009

Un portazo al intercambio “humanitario”



Uribe ha cerrado, aparentemente, todas las puertas para un intercambio humanitario y ha dejado como únicas posibilidades la liberación unilateral de secuestrados o el rescate militar.

¿Qué motivó semejante radicalización del Presidente, cuando hasta hace poco decía que estaba dispuesto a entablar diálogos, siempre y cuando fueran serios y sin amenazas?

Lo primero que se observa es el recrudecimiento del accionar terrorista de las Farc. Además de los carros-bomba, de los ataques con explosivos contra uniformados y de las atrocidades cometidas contra el pueblo Awa, las Farc están planteando un doble discurso en el que, por una parte, buscan un mejoramiento de su posición política y por la otra, intentan aterrorizar al país con mensajes dinamiteros para difundir la idea de que siguen vivos y son fuertes… ¡Claro! Eso solo se lo cree ‘Alfonso Cano’.

El segundo motivo es la confirmación de la estrategia que comenzó con la liberación de todos los políticos secuestrados para dejar en la selva a un puñado de uniformados como prisioneros de guerra, que las Farc y sus sirvientes quieren canjear como lo hicieron Samper o Pastrana, pues ya no hay civiles de por medio.

Con esta estrategia, las Farc pretenden obtener apoyo internacional para el intercambio de prisioneros, lo que de carambola les adjudicaría el reconocimiento de beligerancia y, según las normas internacionales, ser vistos como un Estado paralelo que está en guerra contra otro.

Uno de los hechos que demuestra esta estrategia es el discurso de Alan Jara, cuando dice que las Farc son todavía muy fuertes, que tienen mucha gente y que controlan amplias zonas del país. Es, en síntesis, el mismo discurso que en su momento proclamó y publicó Luis Eladio Pérez y que contiene todos los elementos requeridos para que se justifique la presión internacional para la beligerancia.

Con los secuestrados confirmándole al mundo el poderío de las Farc, la tarea de Colombianos por la “paz” es la de facilitar una vitrina en la que muestren al grupo terrorista como “humanitario” y dispuesto al diálogo, conmoviendo a los desprevenidos con intercambios epistolares, abrazos y besos para Piedad Córdoba. Sin embargo, esos intercambios epistolares no pueden considerarse negociaciones, pues se dan entre gente del mismo bando.

Además, el propósito de las Farc con Colombianos por la “paz” es ablandar al Estado para que acepte un despeje y sobre todo, para que permita la participación de garantes internacionales que no desempeñarían esa función, pues los computadores de ‘Raúl Reyes’ demostraron quiénes, en el exterior, son sus aliados más leales. Pero no pueden ni hablar claro: tienen que lanzar una generalización que todos sabemos, se refiere concretamente a los miembros del Foro de Sao Paulo: Lula, Correa o Chávez… de ahí sale el nombre de los garantes internacionales.

A esos garantes, las Farc les entregarían muestras de buena voluntad (liberación de algunos secuestrados) quienes se comprometerían a avanzar en la consecución del estatus de beligerancia, tan anhelado y lejano ahora para el grupo terrorista.

Mientras tanto el embajador de Estados Unidos en Colombia
anunció que su gobierno “está abierto a una propuesta concreta sobre 'Sonia' y 'Simón Trinidad'.” La posición del gobierno norteamericano puede interpretarse como una decisión para no dejar a ese país como un obstáculo en las supuestas gestiones de paz.

Sin embargo, parece una apuesta que pretende desenmascarar a los supuestos “demócratas” que luchan por la paz. Retirando el obstáculo de los dos terroristas extraditados y condenados en Estados Unidos, el asunto se concentra en las gestiones que puedan realizar los Colombianos por la paz y en especial la senadora Piedad Córdoba.

Ella tendrá que demostrarle a Obama si su interés, ese del que tanto habla, es la supuesta paz que dice buscar o si está utilizando a los secuestrados como trampolín mediático, propagandístico y político con miras a las elecciones de 2010.

A todo lo anterior se suma la iniciativa de llevar a referendo la obligación del Estado de establecer como política el intercambio humanitario… ni más ni menos que cumplir la última voluntad de ‘Tirofijo’, quien ordenó el secuestro de militares y políticos para presionar al gobierno para establecer una ley de canje. El idiota útil de esta propuesta es el profesor Moncayo, uno de los ilustres miembros de Colombianos por la paz.

Es evidente que las acciones posteriores a las liberaciones unilaterales están enfocadas a los propósitos de legitimar a las Farc y de conseguir el reconocimiento de la beligerancia, reforzando con aparentes hechos de buena voluntad, los avances que hace un tiempo hizo Hugo Chávez en ese sentido.

Lo que ha hecho Uribe es cerrar las opciones del reconocimiento a las Farc de ser una fuerza beligerante que combate al opresor estado colombiano y salirse del juego que Colombianos por la paz y las Farc elaboraron cuidadosamente para que el país cayera en la trampa y por lo conmovidos que estamos ante el sufrimiento de un puñado de compatriotas, entráramos a la aventura de oxigenar a las Farc y acercarlos seriamente al poder.

Ciertamente a las Farc no les importan sus terroristas condenados en cárceles colombianas o estadounidenses… a ellos les interesa el uso de esa mercancía para obtener victorias políticas nacionales e internacionales. Para tal fin, nada mejor que sus aliados y el club de los inocentes reunido en Colombianos por la paz.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

viernes, 13 de febrero de 2009

"Habrá fraude el 15 de febrero"

Alejandro Peña Esclusa, Presidente de Fuerza Solidaria Venezuela, dio sus opiniones sobre el proceso del referéndum que el pueblo venezolano enfrentará el domingo 15 de febrero, con el cual, el gobierno de Hugo Chávez podría reelegirse indefinidamente.

Para Peña Esclusa, uno de los férreos opositores a Chávez, la posibilidad de fraude es muy alta ya que Chávez no está dispuesto a entregar el poder, entre otras cosas, porque de salir, iría directamente a la cárcel por los numerosos delitos que ha cometido.

Por otro lado, advierte que en el futuro próximo, Venezuela puede verse inmersa en una ola de violencia y desobediencia civil ya que el pueblo no estará dispuesto a soportar a un dictador eterno y por lo mismo cree que para que Venezuela pueda sacar a Chávez del poder, solo será posible con la presión ciudadana en un proceso de rebelión.

"Chávez cometerá fraude" esta es la posición de Alejandro Peña Esclusa, presidente de Fuerza Solidaria Venezuela, quién nos dio sus análisis sobre el referéndum que el pueblo Venezolano enfrentará este domingo, para darle poderes de reelección al gobierno.

La entrevista completa:






jueves, 12 de febrero de 2009

Alerta: una hecatombe irreversible

El país ha incursionado en un debate peligroso y amenazante para el futuro del país: el del referendo para conseguir la segunda reelección del Presidente.

Ahora presenciamos un espectáculo deplorable en el que los colombianos que creemos en las políticas planteadas y ejecutadas por Álvaro Uribe, pero vemos la peligrosidad de la iniciativa no solo en la mecánica sino también en el contenido, somos descalificados y hasta tildados de insensatos, lo que abre un escenario divisionista y abona el terreno para los aliados de las Farc en su búsqueda del poder.

Como están las cosas, el debate resulta estéril pues los hechos, y no el deseo, demuestran que estamos muy lejos de la aprobación de la reelección.

Son por lo menos cinco situaciones que tienen que funcionar para que se pueda llegar al referendo reeleccionista. El primero es que el Congreso cambie la pregunta y apruebe que sea reformulada para una posible reelección para el 2010 y no para el 2014, como fue erradamente planteada por los promotores del referendo.

Posteriormente se tendrá que dar la aprobación de la convocatoria y esto, si las cosas salen bien, solo se conseguirá a principios de julio. Luego, el referendo tendrá que pasar por la revisión del Procurador General de la Nación, quien tiene dos meses para pronunciarse.

De igual forma, la Corte Constitucional tendrá entre dos y ocho meses para emitir un concepto sobre el referendo y los promotores aspiran a que el organismo judicial cambie la filosofía y desconozca el fallo que aprobó la primera reelección. Esto podría demorarse hasta mediados de diciembre, si las cosas salen bien.

Sin embargo si toda la mecánica anterior funciona y sale tal y como lo pretenden, la búsqueda de la aprobación de la segunda reelección coincidirá con las campañas para el Congreso y para la Presidencia. Entonces el ciudadano será sometido a una carga tan alta de mensajes cruzados, que terminará por confundirse y, los psicólogos saben de qué hablo, ante semejante ruido, un porcentaje importante decidirá apartarse del tema y abstenerse.

Esa abstención es sumamente grave si se tiene en cuenta que la aprobación del referendo requiere más de 7 millones de votos (según el censo electoral de 2008) y que justo en enero de 2010, muchos electores carecerán de un documento válido para votar, gracias al vencimiento de las cédulas de ciudadanía.

Es respetable el optimismo de los promotores del referendo, pero el triunfalismo es la antesala de las peores derrotas: ¿Qué pasa si es rechazado el referendo? El panorama en ese escenario es catastrófico. Mientras el referendo esté sobre el tapete, ninguna candidatura uribista despegará.

De igual forma, el referendo consumirá, además de enormes recursos financieros, buena parte de la energía política del Presidente y del verdadero uribismo. Al ser derrotada la iniciativa, el uribismo quedaría sin capacidad de maniobra para rectificar el rumbo y apoyar a un candidato de sus entrañas quien de todas maneras será percibido como un advenedizo que fue escogido a última hora para superar la emergencia.

Como si fuera poco, ese candidato tendría que cargar con el lastre de la derrota en el referendo que será vendida por la oposición como un triunfo contra Uribe y sus políticas. Claro que todo puede ser peor: el aspirante uribista solo tendría en la práctica, dos meses para enfrentar a por lo menos dos candidatos de la oposición que tendrán un activo de medio año de campaña.

Esto significa que el uribismo no tendrá una opción real de conquistar la Presidencia y por cuenta del referendo se le estará entregando el poder a la oposición amiga del intercambio “humanitario”, del despeje y de la claudicación del Estado a favor de las Farc.

Los hechos, y sobre todo el camino tortuoso y lleno de incertidumbre, demuestran que el referendo depende de muchas variables sobre las cuales no existe un control real y efectivo. Es más: dicho mecanismo de consulta está sometido al azar y eso no parece responsable ni con el país, ni con el proyecto político del Presidente.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Orwell en Colombia

El escritor británico George Orwell ha quedado como un clásico de la literatura y del análisis político del siglo XX por su atención al lenguaje y a las implicaciones de éste en la conducta de la sociedad. Su novela 1984, una ácida caricatura del régimen soviético, ha quedado como el retrato perfecto del totalitarismo y de la corrupción del lenguaje que permitió la dominación de la casta burocrática.

Aludir a un tema como ese en un blog colombiano parece algo que no va a interesar mucho a los lectores: lo predominante es la búsqueda de confirmación de las propias certezas y la pereza en fijarse en algo como el lenguaje. Pero sin salir de las rutinas mentales será imposible entender lo que ocurre, por ejemplo lo que hay en la cabeza de los terroristas o de quienes los apoyan. Todavía está en minoría quien diga que las guerrillas en Colombia son expresión de la cultura tradicional: quien más quien menos, todos encuentran culpables de todo tipo, entre los que el más socorrido y lamentable es el del narcotráfico, fenómeno que empezó a ser importante varias décadas después del surgimiento de las guerrillas y es más bien consecuencia de la ideología revolucionaria.

Tan en minoría como quien intenta explicar que las creencias supersticiosas de la mayoría de los colombianos son sobre todo rasgos del atraso. La superstición es un buen ejemplo, las nociones reemplazan en la mente los fetiches a los que se encendían velitas o los productos mágicos que despertaban la pasión por uno en otra persona. Buen ejemplo de eso es “revolucionario”. ¿Qué es “revolucionario”? Uno puede encontrarse como hablando a una asamblea de sordos si explica que “revolución” en términos políticos es sinónimo de “violencia”, y por lo general una cosa funesta para la gente a la que se pretende redimir.

Nada: el primitivo encontró que a la revolución y a lo revolucionario se podría adscribir todo lo deseable (como los racistas atribuyen a los negros todas las condiciones despreciables), y a partir de ahí encuentra lo revolucionario como amigo y lo contrarrevolucionario como enemigo, con lo que cualquier examen de las cosas es imposible. Mejor dicho, la persuasión es posible, siempre y cuando se use la retórica que encaja en la mente del primitivo. Para conseguir lo que uno quiere de él, adorna con adjetivos como “revolucionario” la pretensión.

Atender al lenguaje es importante porque no puede haber sociedades sin lenguaje. Y el lenguaje es tradición literaria, no surge de sí mismo sino del comercio de muchas generaciones humanas. El lenguaje corriente, sobre todo gracias a los medios, está lleno de figuras literarias que la gente no detecta y que son útiles a la persuasión, exactamente como el lenguaje falseado de los nazis y comunistas servía para llevar a los verdugos correspondientes a crueldades peores que las de los niños sicarios de la izquierda democrática en Colombia.

A mí me parece del máximo interés analizar el lenguaje de los amigos del terrorismo porque necesitamos entender lo que bulle en su cabeza. Ese lenguaje corrompido es obra de literatos más o menos hábiles y opera en esas mentes porque la cultura literaria del país es ínfima y la disposición a obtener recursos copiosos sin esfuerzo muy grande: lo mismo que se supone que motiva el tráfico de drogas está en la base del sindicalismo estatal. El maestro, el abogado de la Procuraduría, el profesor universitario, el médico del antiguo ICSS, el empleado judicial, el de la antigua Telecom o de Ecopetrol y de muchas otras entidades públicas resultaba a un tiempo favorecido por privilegios inconcebibles para los demás colombianos y a salvo de toda evaluación gracias a su adhesión a la causa “revolucionaria”.

¡Y además contaba con el halago, aparte de estar en el estrato 5 o 6 sin grandes esfuerzos, resultaba de la clase de personas justas y generosas que despreciaban a los yanquis y el neoliberalismo! Claro que sólo en la medida en que lo ignorara todo sobre economía, historia y aun literatura. Pero las exigencias del medio eran modestas, y la izquierda le ofrecía sus autores y sus obras, de modo que tampoco era (es) difícil sentirse de una élite intelectual.

Buen ejemplo de ese lenguaje es la palabra paz. ¿Qué es la paz? Cada vez que renunciamos a mirar el diccionario por la seguridad de que sabemos lo que es algo, estamos cayendo en sobreentendidos que nos impiden entender las cosas. ¿Cómo es que hay un grupo de intelectuales y personalidades que se llaman “Colombianos por la Paz”? Ciertamente, la mayoría de ellos esperan ascender socialmente gracias a las guerrillas y aun obtener rentas, pero ¿a qué aluden cuando hablan de paz?

Sin remedio hay que volver a hablar de literatura. De retórica. Sabemos que están a favor de las guerrillas y consideramos su lenguaje un recurso falaz. Pero ¿cómo esperan que alguien les crea? La verdad es que tienen partidarios, y esos partidarios les creen.

¿Cómo así que les creen? Basta con leer los comentarios de los estudiantes y empleados estatales en los foros de la prensa para comprobar que son muchos los que apoyan a esa gente. No la mayoría de los ciudadanos, ni muchísimo menos, pero la mayoría puede verse arrastrada por diversas perversiones del lenguaje y apoyando políticas que podrían perjudicarla. ¿Qué ocurrió con el “Mandato Ciudadano por la Paz” de 1997? Sus gestores lo convirtieron en un elemento de presión a favor de la negociación con las guerrillas, lo que reforzó la determinación de Pastrana de negociar las leyes y el poder con los terroristas. Del mismo modo, los amigos de la guerrilla intentaron convertir la movilización del año pasado en contra de las FARC en presión por el “intercambio humanitario”. No lo consiguieron, pero la obsesión por el secuestro, un síntoma de la guerra como las bombas o las minas o la extorsión, llevó a una nueva manipulación: la misma organización convocante terminó acompañando el show de las liberaciones de la semana pasada. ¿Qué es la paz? ¿Por qué esa panda de bellacos asumen encantados el nombre de “Colombianos por la Paz” que les asignan las FARC, organización a la que suelen hacer propaganda por diversos medios? (Por ejemplo, se puede oír lo que dice Jorge Enrique Botero de alias Raúl Reyes.) ¿A quién pretenden engañar?

Se llama sinécdoque y es una figura retórica que se usa continuamente, por ejemplo en expresiones como “la mano que mece la cuna”. En el contexto de la propaganda de El Espectador, la palabra paz sirve para aludir a “negociaciones de paz”. Los intelectuales a los que lidera Piedad Córdoba son los “colombianos por las negociaciones de paz”.

Y eso es muy interesante porque a fin de cuentas esos personajes cuentan con el apoyo expreso o tácito de toda la oposición política. ¿Cómo es que la mayoría de los periodistas e intelectuales, amén de muchos políticos, acompañan ese curioso desplazamiento de sentido? Porque esas negociaciones de paz les interesan. Los votantes de Samuel Moreno, al que Gustavo Petro le pregunta si está asociado con las FARC, sienten que es bueno que haya quien le reclame a las FARC dejar de secuestrar porque eso no les conviene y aleja una negociación política.

Ese anhelo de negociación lleva siempre a la cuestión que más incomoda a la gente que no está con la guerrilla: la de si ésta tiene apoyos políticos significativos en la sociedad. En mi opinión no hay ningún error más funesto que negar esos apoyos, que se evidencian en toda esa actitud. Los que esperan que finalmente a las FARC se las premie en el sentido de que el país se haga más socialista y se favorezca más a los proveedores de educación y salud y demás son varios millones de personas.

A las cuales la paz sin negociación, la paz derivada simplemente de que los que hacen la guerra desisten, no les interesa. No les gusta. ¿Puede haber paz sin justicia?, se preguntan. Uno puede suponer que de la negociación con unos criminales totalitarios no va a resultar ninguna justicia, pero ¿qué es la justicia? Ya el ejemplo de los países vecinos ha mostrado hasta qué punto hay vastos sectores de la población que se sienten agraviados por la vieja cleptocracia y esperan reemplazarla: ésa es la “justicia” para ellos.

Y cuando “paz” es “negociaciones de paz” nos encontramos con que esas negociaciones son el oxígeno que necesitan los terroristas totalitarios para recuperarse y emprender nuevas acciones criminales, como ha ocurrido en la última semana. Lo cual nos lleva de nuevo a Orwell y a la corrupción del lenguaje.

Uno de los lemas del Estado totalitario que describe en 1984 es “La paz es la guerra”. Los colombianos por la paz son los colombianos por la guerra, y el problema es que frente a una minoría inteligente y organizada, directamente heredera de los grupos que siempre han dominado el país, sólo hay una masa desorientada que cree que las FARC son una rebelión de bandidos rústicos con ideas pasadas de moda.

martes, 10 de febrero de 2009

Las liberaciones

En el proceso cognitivo es un grave error pretender analizar los hechos desligados del contexto, y de su conexión histórica

En ese error caen, voluntaria o involuntariamente, perversa o ingenuamente, quienes entienden la liberación de secuestrados por las FARC, como un acto humanitario que las enaltece, y no como un “bien depurado” mecanismo político para llamar la atención de los medios y del público, y hacer que los liberados, con poca información sobre las acciones del gobierno en procura de su libertad, o adoctrinados, lo cuestionen; y de paso crear el escenario propicio para que los mismos columnistas, oportunista u opositores de siempre, la arrematan nuevamente contra las políticas del Estado.

El gobierno está cometiendo un crimen por omisión al negarse a un intercambio humanitario, (…) volvería a poner más trancas a la eventualidad de uno, dice un columnista en El TIEMPO; ¡qué información mas irresponsable e injusta!

La memoria me traicionaría si pretendiera enumerar todas las acciones del gobierno en procura de la libertad de los secuestrados (algunas con resultados, otras aún no) pero en términos generales, las mas recientes liberaciones hay que entenderlas –ni siquiera como una acción de los facilitadores- si no como el resultado de una política de Estado coherente, que combina la presión militar; el seguimiento al flujo de dinero que los financia; el aislamiento físico y político; la presión ciudadana y de gobiernos extranjeros; la inversión en el campo; el gasto social; el ofrecimiento de recompensas; los programas de reinserción; y la reparación de las victimas; entre muchas otras, que ni el mas perverso de los opositores honestamente puede negar.

Como tampoco podrán negar que es el gobierno quien ha asumido la posición mas flexible, y el que mas alternativas ha ideado y ofrecido; y las FARC, las que mas oportunidades ha despreciado, o utilizado para fortalecerse.

Que el gobierno no ha hecho “nada” (“suficiente” corrigió después uno de los liberados) porque no ha logrado la libertad de todos los secuestrados; sin comprender la génesis de su propia liberación, y sin reconocer que los logros alcanzados indican que se está en la ruta correcta y que en lugar de corregir, hay que enfatizar.

Y finalmente, el otro, la manida frase: hay que negociar el intercambio humanitario; desconociendo, primero, que no se puede negociar irresponsablemente, y segundo, que para negociar se requiere la voluntad de dos.

Realmente hay que ser muy ingenuo para creer que la guerrilla va a preferir la opción de tomarse el Estado y lograr cambios impopulares por la vía democrática (es una contradicción). Lo primero que se acabaría si lo logran, es la democracia y las libertades de las que hace uso la oposición, porque las reformas socialistas, por antinaturales, hay que sostenerlas con dictaduras. La consecuencia es predecible: no la paz, sino otro movimiento armado pero de derecha.

La verdad es que la liberación, ese acto en apariencia desinteresado, humanitario, altruista, es un arma para desprestigiar al gobierno, y ganar imagen nacional e intencional: la misma infiltración de periodistas, y el escándalo que armaron por sobrevuelos mas allá de la distancia critica acordada, lo demuestra. Por eso los hechos no se pueden analizar aislados, sino en su contexto y en su relación histórica, y las decisiones no se pueden tomar sin comprender sus implicaciones futuras.


Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.

lunes, 9 de febrero de 2009

La fase mediática de las liberaciones

No había que esperar mucho tiempo para comenzar a encontrarse con elogiosas columnas sobre las declaraciones de Alan Jara. Esto no era difícil de predecir, pues el plan contempla el sacarle el mayor kilometraje posible a las palabras del recién liberado, puestas en su boca durante un largo vuelo que lo llevó de la selva a la libertad.

El primero que se lanzó al agua fue Oscar Collazos. En su columna asegura que ”el Gobierno está cometiendo un "crimen por omisión" al negarse a un intercambio humanitario.” 

¿Será cierto que el Gobierno se niega a un intercambio humanitario? Veamos: durante los 6 años de Uribe se han producido dos liberaciones unilaterales de guerrilleros condenados, incluyendo al terrorista alias ‘Rodrigo Granda’, quien goza de la libertad y de la impunidad que le consiguió, entre otros, el gobierno francés. 

¿Cuándo ha dicho el Gobierno que no está dispuesto a un intercambio humanitario? Lo que el Presidente ha repetido hasta el cansancio es que condiciona las NEGOCIACIONES (que navegarían en la incertidumbre) a que los guerrilleros no vuelvan a sus andanzas y que la zona de despeje que piden las Farc, esté alejada de cascos urbanos y tengan poca densidad demográfica. 

Lo que condena Collazos no es la falta de voluntad del gobierno Uribe: es la fortaleza para no claudicar a los caprichos del terrorismo y someter a miles de colombianos a las arbitrariedades de las Farc, por cuenta de una presunta liberación de algunos secuestrados.

Dice el columnista que “el gobierno Uribe, por su parte, volvería a poner más trancas a la eventualidad de un intercambio humanitario.” Uno se pregunta: ¿Quién está poniendo trancas a dicha eventualidad? ¿Acaso no son las Farc las que exigen la liberación de ‘Sonia’ y ‘Simón Trinidad’? Pero esto carece de importancia para el propagandista de la izquierda “democrática”: lo que hacen los suyos está repleto de buenas intenciones y por lo tanto no hay otro camino, según él, que hacer las concesiones sin musitar palabra. A los suyos hay que hacerles caso y cumplirles las órdenes, y el que se oponga sufrirá la persecución mediática y política, será señalado con calumnias y en general ocupará el deshonroso puesto de enemigo de la paz. 

Otro aspecto importante es que Collazos persevera en la mezcla de intercambio “humanitario” con el tema de la paz. Dice que “la paz sólo es concebida por Uribe como la última estación de un viaje, posterior a la derrota del adversario.” 

Evidentemente para Collazos la paz sólo es posible si Colombia claudica a favor de los intereses mezquinos del grupo al que él representa. Para el columnista, la última estación del viaje está por los lados de la llegada al poder de las Farc (la única intención del movimiento terrorista) y no se conformarán con nada menos… al fin y al cabo, para eso tienen su aparato mediático muy bien aceitado, que da alaridos cada vez que ven más lejana la posibilidad de acceder al poder.

Claro que siempre se puede dar una dosis mayor de cinismo: Collazos advierte de “la pretensión uribista de acabar con la guerrilla a plomo y gastos de guerra exorbitantes, salpimentado todo con las mentiras de la propaganda.” 

¿Mentiras de la propaganda? ¿Acaso se referirá a la cacareada paz como consecuencia del intercambio “humanitario”? ¿O de repente hablará de las trabas del Gobierno al tal intercambio? ¿Estaría pensando Collazos en el despeje de Pradera y Florida como sinónimo de la liberación de “todos” los secuestrados?

De golpe, Collazos Oscar está refiriéndose a la madre de las mentiras de la propaganda que él y los suyos no se cansan de difundir: que “el intercambio humanitario no disminuye la legitimidad del Estado”. Lo que olvidan los propagandistas acogidos a la doctrina Münzenberg es que el Estado puede perder la legitimidad al abrir las puertas a un tenebroso círculo vicioso en el que la guerrilla secuestra sin parar para lograr, posteriormente, intercambios “humanitarios” de colombianos inocentes por peligrosos terroristas capturados y procesados judicialmente por el Estado. ¿Acaso la legitimidad no se pierde al desestimar la penalización de los crímenes? 

Ni más ni menos, con las mentiras de Collazos y su combo, Colombia entraría al desgastante proceso en el que ingresó Israel: sacar de la cárcel, de vez en cuando, a asesinos depravados a cambio de la libertad de soldados secuestrados (en el mejor de los casos) o de cadáveres de israelíes plagiados por las huestes terroristas del fundamentalismo pro-palestino. 

Así las cosas, una de las mentiras propagandísticas de la izquierda “democrática” es que el intercambio traerá la paz… si acaso la paz de la que disfrutan el mayor Guevara o el subintendente Peña, pero esa sería la señal para el inicio de una oleada de secuestros sin precedentes en la que todos, usted y yo incluidos, quedaríamos condenados a la amenaza constante de ser secuestrados y, si bien nos va, ser incluidos en una lista de canjeables. 

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

viernes, 6 de febrero de 2009

Ofensiva contra las Fuerzas Armadas latinoamericanas

Dentro del marco del Foro Social Mundial, que se realizó en Brasil en enero de 2009, se llevó a cabo el V Foro Mundial de Jueces, cuyo objetivo fue discutir los “crímenes contra la humanidad” cometidos durante las dictaduras en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Paralelamente, abogados vinculados al Partido de los Trabajadores anunciaron que tratarán de derogar la Ley de Amnistía brasileña de 1979, para así poder juzgar a los militares que combatieron los grupos izquierdistas.

Ciertamente, algunos militares cometieron excesos e, incluso, crímenes; pero el objetivo de estas acciones no es hacer justicia, sino cobrar venganza y acabar con las instituciones castrenses. Porque si buscasen justicia, también enjuiciarían a los terroristas de izquierda, que cometieron delitos de lesa humanidad, al colocar bombas, realizar atentados y asesinar víctimas inocentes.

Los guerrilleros de los años 60, 70 y 80, que fueron derrotados militarmente, ostentan actualmente altos cargos de gobierno en catorce países latinoamericanos, cuyos presidentes pertenecen al Foro de Sao Paulo. Y desde el gobierno, están persiguiendo injustamente a sus enemigos de antaño.

El Foro de Sao Paulo aplica tres métodos distintos para destruir las instituciones militares: En Bolivia, Ecuador y Venezuela, las transforman, cambiándoles la identidad, sustituyendo la doctrina tradicional por nuevos conceptos emanados del Socialismo del Siglo XXI. El caso más emblemático es el de Venezuela, donde obligan a los militares a gritar “Patria, Socialismo o Muerte”. El objetivo final es convertir a estas Fuerzas Armadas en guardias pretorianas al servicio de los regímenes socialistas.

En Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, enjuician a los militares que combatieron la subversión armada, derogando las leyes de amnistía y obediencia debida, y aplicando retroactivamente los efectos de dicha derogación. En la mayoría de los casos, se trata de juicios políticos, precedidos de una propaganda feroz, donde no se presentan pruebas, ni argumentos válidos.

En Colombia y El Salvador, donde los mandatarios no pertenecen al Foro de Sao Paulo, las ONGs de izquierda, financiadas desde el exterior, hacen de las suyas, acusando injustamente a héroes militares, para minar la moral de la Institución. La teoría de los “falsos positivos”, inventada por la izquierda, está haciendo estragos en Colombia, al convertir a muchos terroristas y narcotraficantes, en víctimas indefensas del sector castrense.

La destrucción o transformación de las Fuerzas Armadas latinoamericanas tiene dos objetivos: primero, hacer de nuestro continente una región donde la guerrilla, el terrorismo, el narcotráfico y el fundamentalismo islámico, puedan avanzar y fortalecerse sin resistencia alguna; y segundo, asegurar que individuos como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, puedan acabar con la democracia y permanecer en el poder indefinidamente.

Por: Alejandro Peña Esclusa. Columnista de Atrabilioso y Presidente de Unoamérica.

jueves, 5 de febrero de 2009

Mentiras sobre la paz

¿Qué tiene que ver la paz con la liberación unilateral de algunos secuestrados? Resulta extraña, y conveniente desde las perspectivas política y propagandística, que cuando se habla del intercambio “humanitario” atraviesen sin pudor el tema de la paz.

Nadie ha querido explicar cómo un tema lleva al otro: si bien es cierto que las liberaciones unilaterales llevan tranquilidad a un grupo de familias, eso no se puede confundir con la paz para Colombia.

Más o menos el concepto que pretenden vender es el siguiente: si el Gobierno cede a las pretensiones de las Farc, despeje incluido e inamovible, entonces se darán las liberaciones de todos los secuestrados y eso hará que la paz sea un hecho.

Pero esa premisa rebosa de patrañas: si se despeja una zona del territorio nacional, nadie garantiza que las Farc devuelvan a los secuestrados. Por el contrario: los terroristas siempre han dicho que quieren el despeje para sentarse a dialogar y jamás han garantizado que, como consecuencia del despeje, se den las liberaciones.

La segunda mentira es que liberarán a todos los secuestrados. Las Farc no admiten que secuestran por dinero y en tal sentido, todos aquellos colombianos, cerca de mil, que están padeciendo el secuestro con fines extorsivos, seguirán en manos de los criminales mientras las familias no paguen el rescate.

Entonces, de los secuestrados que se habla es de aquellos que los terroristas han denominado canjeables y que hoy por hoy son militares y policías con algún rango en sus respectivas instituciones. A ellos las Farc los pretende canjear por una cantidad de terroristas encarcelados, incluyendo a ‘Simón Trinidad’ y a ‘Sonia’, quienes disfrutan de la bien merecida “hospitalidad” de las cárceles estadounidenses.

En la liberación de terroristas hay dos obstáculos que parecen insuperables: que aquellos que salgan de las cárceles no vuelvan a las Farc y el problema de los dos condenados en EE.UU. sobre los cuales el gobierno colombiano no tiene ninguna capacidad de decisión.

La tercera mentira es que la paz será inevitable si se dan las condiciones anteriores. Al contrario: el escenario que haría estallar a Colombia como un polvorín sería un nuevo despeje para diálogos infructuosos que le dieran un nuevo aire al terrorismo.

Un escenario de fortalecimiento de las Farc, y de sus abusos y crímenes, haría resurgir grupos de autodefensa y las bandas emergentes retomarían la abominable senda del terrorismo de las AUC. Incluso, con las Farc revitalizadas, el paramilitarismo sería inevitable y las consecuencias mucho más graves de las que hemos ido descubriendo a lo largo de estos años.

Además, las familias de los cientos de secuestrados con fines extorsivos que tienen las Farc en su poder, tendrían serios motivos para obstaculizar las supuestas negociaciones y esa discriminación, esa exclusión promovida por la guerrilla y secundada por los áulicos del terrorismo, abriría inmensas heridas en buena parte de la sociedad colombiana.

El país no puede sucumbir conmovido ante el espectáculo politiquero de las liberaciones de los secuestrados y caer en la trampa de abrirle espacios y suministrarle un tanque de oxígeno a las Farc y a los que desde la civilidad, promueven el proyecto político totalitario.

En la práctica, solo hay tres opciones para los secuestrados: el rescate, las liberaciones unilaterales o la fuga. La otra opción, la del mayor Julián Ernesto Guevara, es la que utilizan los favorecedores de las Farc como una amenaza contra el país: o claudican o se mueren.

De igual forma, tampoco se puede admitir que los totalitarios difundan falacias como la paz como consecuencia del intercambio “humanitario”. ¿Es que acaso un canje abre siquiera las puertas de una negociación para la rendición de las Farc? ¿Acaso el país y el mundo van a admitir la impunidad por los miles de crímenes de lesa humanidad que han cometido los integrantes del terrorismo?

Si las Farc, y sus áulicos, quisieran de verdad la paz, se someterían a la ley de Justicia y paz, entregarían a los secuestrados (A TODOS) y en el proceso negociarían su participación en política.

Ciertamente en los meses venideros, las Farc y sus esbirros acelerarán a fondo para tratar de avanzar en una caótica búsqueda de condiciones convenientes que les permitan huir de la Corte Penal Internacional, y para eso se valdrán de la debilidad y del temor tanto de la ciudadanía como de los secuestrados que decidan poner en libertad.

Aterra ver la capacidad de intimidación de las Farc contra los secuestrados. Alan Jara, por ejemplo, se llamó a sí mismo prisionero de guerra y no ahorró elogios para los terroristas. Daba lástima ver a ese pobre hombre repitiendo el libreto que le dieron las Farc (¿o la Colombiana por la paz del turbante?) para hacernos creer que son poderosos, que a él lo cuidaron los guerrilleros en los bombardeos y ataques del Ejército, y que las Farc no están debilitadas.

Curiosamente es el mismo libreto que los uniformados liberados dijeron que tenían que repetir ante los “honorables” miembros de la prensa colombiana… Alan Jara no lo sabía, pero el país ya conocía las líneas del libreto y también que esas palabras eran producto de la coacción y del miedo.

Ojalá se recupere Alan Jara… ojalá y en unas semanas sea capaz de decir la verdad y se cure del síndrome de Estocolmo.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.