lunes, 22 de junio de 2009

Un paso más

La reducción de la tasa de interés para los créditos de vivienda nueva hasta de 167 millones, como lo ofrece el gobierno, subsidiando hasta en un 5% la bancaria, es un esfuerzo positivo para facilitar la adquisición de vivienda a los mas pobres, y en la recuperación de la actividad económica y el empleo; pero requiere un compromiso de la banca de que no la subirán, arrebatando el subsidio a quienes va dirigido.

Se ha hablado por parte del FNA y el Banco Agrario, de tasa del 10% efectivo anual, que al aplicarles el subsidio del 5%, quedaría en 5%, prácticamente la inflación, o sea una tasa real del 0% (dinero gratis).

Sin embargo no basta, en especial para la VIS. Lo digo porque para estimular la construcción de vivienda en estrato bajo, de nada sirven los subsidios, si primero, los candidatos no tienen 5 millones de pesos ahorrados que puedan entregar como cuota inicial, ni posibilidades de pagarlos durante la construcción; y segundo, si el constructor no tiene la certeza de que el negocio se realizará.

Además de reducir el costo del dinero (la tasa), se debería eliminar la cuota inicial que exige el constructor, pues el otro subsidio que otorga el gobiero (hasta 10 millones, según el estrato del aspirante) no alcanza para cubrir la parte que no financia la banca. Y efectuar los desembolsos, no como se acostumbra, a la entrega del inmueble, si no sobre planos y avances de obras, porque el subsidio tampoco alcanza para garantizar el punto de equilibrio del constructor.

También reconsiderar los plazos, porque los candidatos tendrán que asumir el pago de servicios públicos que antes no, por vivir hacinados, o conectados fraudulentamente, además de los otros gastos que origina el sostenimiento familiar. Según los datos a la fecha, una VIS está costando 35 millones de pesos (25 después del subsidio) que financiados a 15 años, genera cuotas de 140 mil pesos mensuales, pero si se financiara a 30 años por ejemplo, solo de 70 mil.

Y el cuarto punto, porque la banca crediticia no querrá asumir el riesgo que rehúsa el constructor, recurrir a un sistema de cobertura, o entidad que asuma el riesgo de no pago de los créditos, a cargo del gobierno, porque de otra manera terminará cargando las cuotas mensuales que amortizan el crédito.

En este punto clave del bienestar –la generación de empleo es imperativa- existen dos ideologías antagónicas: por un lado la que predica que el Estado debe ser el mayor (único) generador de empleo, y por lo tanto apropiarse de los medios de producción, amén de aumentar la burocracia –excusa para otorgar un salario a unos pocos privilegiados que terminan sintiéndose superiores; y los que creen que la función del Estado debe ser la de crear estímulos a la actividad empresarial, valorar y apoyar la iniciativa privada (incluida la popular), y reducir la burocracia.

Si colocáramos en lados opuestos de la balanza, violencia y empleo, en lugar de violencia y represión, se entendería que cada uno de nosotros debería estar pensando en crearlos, en lugar de estar buscando uno; y que va mejor dirigido a la tranquilidad, pagar bien los empleos más humildes, que impuestos, o que apropiarse de la plusvalía que su fuerza de trabajo produce.

Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena
myances@msn.com

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