Siempre se encuentra uno con lo que de verdad fascina y asquea de Colombia. ¿Qué se figuran los lectores de la prensa que mueve a los editores y editorialistas? ¿No se habrán dado cuenta de que TODAVÍA no han liberado a nadie pero sí han puesto de rodillas al gobierno, sometido al chantaje de resultar responsable del sufrimiento de los secuestrados si no cede a las presiones? Tal vez el camino al desarrollo, la paz y la prosperidad sea tan sencillo como ver lo monstruoso de todo ese juego. Es decir, lo monstruoso de la condición de tantos millones de colombianos dispuestos a colaborar, o a someterse o a desentenderse del asunto. No algo que ocurre en los montes ni en las oficinas de los mandamases de la prensa ni en los hoteles de lujo en que transcurre la vida de la senadora del turbante, sino en la mente de cualquiera.
El relato de la convocatoria es lo que se dice conmovedor: llena de buenas intenciones, la senadora llamó a varios personajes de tierna vocación humanitaria, como el biógrafo-hagiógrafo de Ricardo Palmera, la ex alcaldesa de Apartadó (que clamó por la libertad del citado Palmera y de Sonia) y algunos otros. ¿Qué podían hacer por los secuestrados? ¿Cuántas noches no habrán pasado esos angelitos sin dormir pensando en lo que podrían hacer para aliviar el sufrimiento de esas pobres personas y de sus familias? Algo había que hacer. Afortunadamente, la senadora se inspiró al estar reunida con gente tan generosa y ¡propuso escribirles a las FARC para que los soltaran! La incredulidad cundió, ¿serviría de algo? Los corazones compasivos vacilaban, pero al final se impuso la impaciencia por ver libres a esas pobres víctimas del conflicto armado y se tomó la valerosa decisión de escribirles a las FARC.
Uno escribe esas cosas con la extraña certeza de que a los colombianos les parecerán los desvaríos de un loco. ¿A quién se le va a ocurrir que la prensa del señor Santodomingo, en especial, esté colaborando con los terroristas, con su legitimación y con su chantaje a la sociedad? Ser colombiano es estar sometido a percepciones superiores a la evidencia de los sentidos. Unos graciosos de un blog escriben una parodia de un post de Atrabilioso en el que se menciona a la prensa y a las universidades como aliadas de las guerrillas. ¡Qué ocurrencia! El señor Santodomingo es capitalista, por tanto de derecha, la guerrilla es comunista, por tanto de izquierda, no pueden compartir intereses ni colaborar. Si uno comprueba lo obsesiva que ha sido la campaña de propaganda interesada a favor de las FARC en la prensa, sobre todo en el periódico de Santodomingo, sin duda es que tiene flojo un tornillo. ¡Qué ocurrencia!
Pero eso no es nada: ¡después publicaron otro editorial denunciando la política de incentivar las deserciones de guerrilleros que tengan rehenes! Eso les parece una forma de favorecer a los secuestradores. Más lejos todavía, el correspondiente profesor de la Universidad Nacional sale clamando contra esos "acuerdos humanitarios individuales", ¡carentes de base jurídica! Dios mío, ¡un obstáculo para una negociación humanitaria! ¿Qué piensan los lectores de esos editoriales y del escrito del señor Uprimny, que hasta magistrado fue? Lo único que importa y cuenta es la percepción de cada uno. ¡Es tan descarado el interés por obstaculizar una política que debilita a la banda asesina que hace falta ser un canalla de la misma categoría para no verlo!
Pero la prensa colombiana es ante todo una máquina de propaganda del terrorismo. Por cada crítica que se hace a los políticos que cobran las masacres hay varias decenas de defensas y de falacias justificativas. Si Mauricio Vargas lamenta que la oposición no tenga un discurso contra las FARC, por ejemplo condenando la masacre de Roberto Payán, al día siguiente aparece la correspondiente defensa, reivindicando un comunicado del PDA en el que con toda claridad se protesta contra las FARC por no disparar con puntería contra los policías y se aprovecha para cobrar la masacre en términos pacifistas. (Bueno, el líder de la universidad colombiana, Alfredo Molano, también clamaba porque se trasladaran las estaciones de policía fuera de los pueblos).
En últimas, ¿qué es lo que se escriben los creadores, promotores, propagandistas y valedores de las FARC con su tropa? Al parecer, en Colombia sólo se puede leer eso cuando se es cómplice. No recuerdo ningún comentario sobre esa correspondencia. A pesar de la fatiga que sufrirá el lector a estas alturas, vale la pena detenerse un poco en esas perlas para entender a qué juegan los ¡Colombianos por la Paz! Bueno, no tiene ningún misterio: se trata de promover a la banda terrorista y permitirle figurar ahora que ha sido tan golpeada por el ejército y sobre todo por la población colombiana, que hace casi un año salió a clamar NO MÁS FARC. Con uno u otro pretexto, la correspondencia entre esos asesinos pretende ser como un conjuro: MÁS FARC. Así esperan mantener la moral de la tropa, no tanto la de los peones y sicarios de estrato 1, que a fin de cuentas sólo obedecen y a menudo no saben leer, sino la de los maestros, estudiantes, empleados estatales e intelectuales que siguen apostando por un régimen como el cubano en Colombia.
[Es como es este mundo: ¡las FARC resultan posibles protectoras de la institucionalidad!, y como "sectores comprometidos en el conflicto ¡interno!, armado, social y político" (es muy interesante el orden), deben reflexionar a ver qué se hace para ¡propiciar la construcción de una democracia plena! ¿Qué democracia pueden ayudar a propiciar unos asesinos que pretenden imponerse a través del terror? Mejor, ¿quiénes son los asesinos? El interés de la carta de los patrones de las FARC es desde el principio legitimar a la banda asesina, que ¡no cabe en la democracia actual, carente de justicia social y de paz! ¿Quiénes son los asesinos? En lugar de pedir a los terroristas que se entreguen a la justicia, se los intenta legitimar como parte de la sociedad.]Bogotá DC., septiembre 11 de septiembre de 2008Señores miembros del Secretariado:
La solución de la crisis múltiple que aqueja a la sociedad y al Estado colombianos demanda una juiciosa reflexión así como la participación de los distintos sectores expresados en la sociedad civil y de aquellos actores comprometidos en el conflicto interno armado, social y político que agobia al país, con el objeto de evitar daños a la institucionalidad y propiciar la construcción de una democracia plena con justicia social y paz en la que quepamos todos.
En tal virtud, nuestra aspiración es la de trabajar por desbloquear los caminos que conduzcan a la concreción de un Acuerdo Humanitario que permita la liberación de secuestrados y prisioneros en poder de la insurgencia armada de las FARC y, al propio tiempo, la libertad de los presos de esta guerrilla bajo la jurisdicción del Estado.
Comprendemos que una alternativa diferente al entendimiento político para celebrar un Acuerdo Humanitario y facilitar una salida negociada al conflicto entrañaría el padecimiento de importantes sectores de la población, el inminente peligro para la vida de los cautivos que están en la selva, la degradación de la guerra, y el estímulo a la militarización y al autoritarismo y debilitamiento institucional del proceso político nacional.
El escalamiento de la confrontación ha desbordado la geografía nacional e impacta territorios de países hermanos con diversos hechos de violencia institucional que han puesto en dificultades las relaciones diplomáticas de nuestro país.
No obstante, tenemos la certeza de que los presidentes y jefes de Estado de pueblos hermanos en el hemisferio y de los denominados países amigos europeos concurrirán de manera solidaria a apoyar los procesos de diálogo que estamos proponiendo.
Por las razones expuestas y con el ánimo de emprender desde ahora la búsqueda de soluciones a favor de la paz de Colombia y el sosiego de los seres humanos afectados por el conflicto, de manera cordial los invitamos a desarrollar un diálogo público a través de un intercambio epistolar mediante el cual ustedes, nosotros y en general la sociedad colombiana, podamos identificar los elementos que permitan definir una agenda que esclarezca las rutas en las que sería posible un entendimiento, en aras del anhelado acuerdo humanitario.
[Ya tenemos dos partes de la sociedad colombiana, el resto existe, "en general", ¡y puede participar en el intercambio epistolar, no faltaría más!, a ver si entre todos cobramos el secuestro y hacemos realidad ese anhelo del intercambio humanitario. Ya los terroristas están legitimados, a partir de entonces, septiembre 11, sólo quedaba esperar a ver si los señores del Secretariado querían atender el llamado generoso de ese grupo de colombianos que han dedicado su vida a la revolución proletaria y ahora anhelan logros humanitarios, pues ¿para qué iban los guerrilleros a secuestrar a esa gente? El descaro no puede ser mayor, pero ¿qué papel tiene la prensa? ¿Qué despierta todo eso entre los demás colombianos?]
Consideramos que ya existe una apreciable corriente de opinión que favorece la promoción de factores contrarios a la solución armada y que está en condiciones de colocar los referentes apropiados para generar una controversia democrática sobre los temas de la paz y de la guerra en Colombia, con el fin de propiciar la convivencia pacífica dentro de una nueva ética social.
[Que a nadie le quepa duda: la corriente de opinión quiere promover "factores contrarios a la solución armada" que no sean el desarme de las bandas de asesinos, sino la rendición de la sociedad a ellos. ¿O qué ha ocurrido a partir de entonces? ¿Qué son realmente las FARC, en la descripción de estos angelitos? ¡Ellos sólo desean la convivencia pacífica dentro de una "nueva ética social"!]
Y tuvieron suerte, ¡las FARC les contestaron! Tan grande es la intolerancia que hay en el país, que nadie esperaba que las FARC atendieran a ese respetuoso llamado a la sensatez de unos colombianos que a las FARC les parecieron ¡Colombianos por la Paz! Los asesinatos posteriores son sólo la sombra de ese crimen, de esa manifiesta solidaridad con los asesinos de grupos privilegiados en la sociedad colombiana y de intereses perversos y mafiosos, como los del señor Santodomingo y los demás dueños de la Gran Prensa.
Montañas de Colombia, octubre 16 de 2008
Respetados Compatriotas:
Con beneplácito hemos recibido su misiva de septiembre que invita a explorar colectivamente caminos hacia la paz alejados del actual rumbo gubernamental de guerra perpetua que significa persistir en el imposible de una solución militar a los problemas políticos, económicos y sociales que subyacen en el cruento conflicto que estremece al país.
[Como quien dice, "hablando se entiende la gente": después de que los benefactores de las víctimas de ese conflicto mostraran el correspondiente (ése es el sentido de la "correspondencia") reconocimiento a los secuestradores, éstos se muestran felices de encontrar gente dispuesta a buscar la paz. ¿Alguien ha registrado ese reconocimiento en la prensa? No, no existe, es de lo más respetable que esos colombianos permitan a los terroristas decir que el problema es que el gobierno no los quiere premiar y que ellos representan a la población por encima de las urnas.]
Saludamos el florecimiento de una corriente de opinión que se aparta del falso triunfalismo y de los parámetros de la solución guerrerista a los grandes problemas nacionales. No dudamos del éxito de su gestión porque coincide con el sentimiento y el anhelo de paz de las mayorías.
[Ahí los asesinos de ropa cara que colaboran en la operación de propaganda de la banda de rústicos resultan designados representantes de las mayorías, al tiempo que les reconocen el "apartarse de la solución guerrerista": claro que TODOS los firmantes de la carta de reconocimiento a los terroristas eran los que presionaban por más masacres y más secuestros y más minas en tiempos del Caguán, pues siempre les parecía que el premio de impunidad que ofrecía el gobierno corrupto y venal de Pastrana era insuficiente y hacía falta más presión: casi todos los primeros firmantes serían los ministros y embajadores de un régimen fariano. Las FARC son sólo un pretexto de su ambición. ¡Claro que se apartan de la solución "guerrerista" pues a fin de cuentas son los adoctrinadores y promotores de las bandas criminales!: extrañamente no quieren que se las combata, claro, y los demás colombianos chupándose el dedo o dándoselas de vivos a ver cómo se hacen amigos de esos filántropos.]
Esta carta es ya el comienzo del Intercambio Epistolar que nos proponen para discutir en torno a la salida política del conflicto, el canje humanitario y la paz. Participaremos de cara al pueblo en un diálogo con amplitud y franqueza, sin dogmatismos, sin sectarismos y sin descalificaciones sobre los temas que sugieren. Es necesario esforzarnos en procurar la vinculación de la mayor cantidad posible de organizaciones políticas y sociales y de personas independientes.
[¡Bendito sea Dios, hasta las FARC son razonables y se prestan a ese amable diálogo de yo con yo! Y son hasta buena gente, no quieren dogmatismos ni sectarismos. Si les toca castrar policías delante de sus vecinos, o masacrar niños, no será por sectarios ni dogmáticos, pues ¿quién mejor que ellos para juzgar los valores de la gente?]
Nuestra disposición a explorar posibilidades hacia el canje humanitario y la paz con justicia social que es hoy el clamor y la necesidad más urgente y sentida de toda la nación, continúa invariable. La liberación unilateral de seis ex congresistas en el pasado reciente, entregados al Presidente Hugo Chávez y a la senadora Piedad Córdoba, buscaba crear condiciones y ambientes propicios al canje de prisioneros en poder de las partes contendientes. Este hecho es testimonio fehaciente de voluntad política.
[Lo dicho, ¿quién va a poner en duda su buena voluntad? Ciertamente, ya lo veremos, no lo harán los generosos colombianos por la paz. ¿Cuáles fueron los seis ex congresistas que soltaron? Pero, a ver, ¿quién les va a negar su derecho a hacerse voceros de "toda la nación"? La solidaridad de los socios políticos de esos asesinos sólo es posible por un daño moral generalizado, en otros países esa gente estaría en la cárcel.]
Muy respetuosamente sugerimos, para reforzar este nuevo emprendimiento, tener en cuenta la manifiesta disposición de la gran mayoría de Presidentes latinoamericanos para contribuir con sus esfuerzos en el proceso de intercambio humanitario y paz.
[Es parte del guión, sólo falta saber quién concibió realmente la correspondencia. Podría ser alguien de La Habana o de Caracas, aunque la retórica supuestamente refinada hace pensar en algún genio como Enrique Santos Calderón. ¡La respetabilidad de la gran mayoría de presidentes latinoamericanos legitima el secuestro y la admirable tarea de cobrarlo!]
La inmensa bandera de la paz con justicia social deberá ondear definitivamente, libre, bajo el cielo de Colombia. La guerra eterna contra el pueblo que nos quieren imponer para perpetuar la injusticia no puede ser el destino de la patria.
Reciban nuestro saludo cordial.
Compatriotas
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, octubre 16 de 2008
Bogota DC., noviembre 27 de 2008
Señores
Miembros del
SecretariadoFARC-EP
Cordial saludo.
Su respuesta a nuestra carta nos ha estimulado por los contenidos de esperanza para la paz nacional y por el lenguaje acorde con el dialogo epistolar emprendido. Nuevos fenómenos conmueven hoy a la conciencia nacional. Sin ignorarlos, estimamos que ellos no nos deben apartar de la discusión crucial de la guerra y la paz en Colombia.
La divulgación sobre la práctica por parte de sectores de las Fuerzas Armadas de los crímenes contra la vida o ejecuciones extrajudiciales cubiertos bajo la denominación de falsos positivos y la purga en las filas del Ejército Nacional han puesto en evidencia el más reciente capítulo de la guerra sucia en Colombia. La escalada en el conflicto colombiano ha estado acompañada de mayor degradación. En ese contexto aspiramos a avanzar hacia un Estado moderno y democrático que permita alcanzar condiciones dignas para la vida en comunidad.
Estamos persuadidos de que la comunicación que ustedes declararon iniciada al responder a nuestra carta del 16 de septiembre del año en curso, tendrá sentido y logrará eficacia si se desenvuelve bajo el signo del intercambio concreto y transparente.
Creemos que la práctica del secuestro es de por sí inhumana y no se le puede defender sin que al mismo tiempo se ingrese en el terreno cenagoso donde campea la divisa del “fin justifica los medios”. Por ello de manera cordial pero sin rodeos, nos permitimos preguntarles si están dispuestos a abandonar de manera definitiva la práctica del secuestro. Al respecto hemos recordado un antecedente aportado por el Secretariado de las FARC-EP, entonces bajo el liderazgo de Manuel Marulanda Vélez y de Jacobo Arenas y respaldado conjuntamente por Raúl Reyes y Alfonso Cano el 28 marzo de 1984: Nos referimos al segundo apartado del “Acuerdo de la Uribe” en el sentido de abandonar el secuestro como arma política y económica. Esa toma de posición fue recibida con inmensa satisfacción por la opinión pública y en el corto plazo salvó del
colapso al proceso de Paz que tenía poderosos enemigos. El asunto planteado tiene una estrecha vinculación con el espíritu del DIH y, en especial, con los convenios de Ginebra (Protocolo II).
[Todos nos conmovemos ante tan humanitarias y sensibles razones: ¡lo que no es tan inhumano es el asesinato de policías y militares y el intento de destrucción de la democracia colombiana! Los miles de secuestros cometidos desde 1984 quedan de un plumazo perdonados siempre y cuando las FARC se acojan al diálogo y se den cuenta de la noble intención de los pacifistas.]
Millones de personas en Colombia y fuera de ella no pueden alejar de la conciencia la imagen de numerosos colombianos que ven pasar sus horas y sus días en doloroso cautiverio, tanto en las selvas de Colombia como en las cárceles del Estado. Estimamos que en el orden de urgencias está en primer lugar el Intercambio Humanitario y que la búsqueda de condiciones realistas para convenirlo entre el Estado y la Insurgencia debe comprometer nuestros esfuerzos y los de ustedes.
[Hermosa equiparación entre los criminales presos y los niños, ancianos y demás personas inocentes "retenidas" para asegurar las rentas no sólo de las FARC sino de los firmantes de las misivas. ¿Quién iba a ser el portavoz de esas personas dolidas sino el grupo de habituales propagandistas de las FARC que obran en la impunidad gracias a que en Colombia hay libertades que bajo las FARC serían inimaginables.]
En ese sentido, el aporte de elementos explícitos a la discusión por ustedes, corresponderá a las palpitantes preocupaciones de la opinión nacional e internacional. Por lo tanto les sugerimos que de cara a un eventual Intercambio Humanitario, se sirvan avanzar en algunas reflexiones conforme a las cuales se pudieran diseñar -en su carácter de organización- escenarios en donde sea posible plantear y debatir con la sociedad alternativas políticas para encontrar una senda transicional hacia una sociedad justa y equitativa.
[No faltaría más: como siempre, el problema son los gobiernos que alientan las guerras, no los asesinos que intentan imponerse sobre los ciudadanos.]Una ola de optimismo sobre la renovación democrática del mundo alcanza hoy a pueblos y países. Los vientos no soplan a favor de las tendencias y gobiernos que alientan las guerras. Sentimos que ese clima internacional es favorable a todos aquellos que en Colombia trabajan sin vacilación por una salida política a la confrontación bélica interna.
En la mayoría de países de nuestro continente han accedido a la dirección del Estado movimientos y figuras comprometidas con el cambio social, la inclusión étnica, la ampliación democrática y el desarrollo de políticas internacionales independientes. Creemos que en ellos la Paz de nuestro país cuenta con incondicionales aliados. Las perspectivas, ciertamente diferenciadas que estos gobiernos ofrecen, representan sin duda un interesante y alentador horizonte político.
Con nuestros mejores deseos esperamos a la mayor brevedad su respuesta a esta nueva carta. Atentamente,
Nueva ocasión para que los terroristas se muestren como los defensores de la paz que les piden sus propagandistas urbanos. Aunque, la verdad es que las FARC no llegan al cinismo de los asesinos que les hacen de consultores y se pasan la vida en hoteles de lujo gracias a los secuestros y masacres.
Montañas de Colombia, diciembre 17 de 2008SeñoresCOLOMBIANOS POR LA PAZBogotá“Aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección.” SIMÓN BOLÍVARCompatriotas:Con esta reflexión del padre de nuestras repúblicas, el Libertador Simón Bolívar, -que ayuda a comprender preocupaciones colectivas- damos continuidad al intercambio epistolar respondiendo a los temas planteados en su misiva del 27 de noviembre.
[Ya es una vieja costumbre: cuando la indignación nacional con las infinitas atrocidades de esos asesinos empezó a subir, el inefable Alfredo Molano, previsiblemente uno de los primeros firmantes de la carta, salió a decir que era lo mismo que se decía de Bolívar. Pero en Colombia el crimen es ser pobre, indio o de regiones remotas. ¿A quién se le va a ocurrir que Molano, beneficiario de sueldos de varias decenas de salarios mínimos y de cargos diplomáticos para su familia gracias al interés de paz de los gobernantes vaya a ser más responsables que los pobres niños que castran policías?]
Compartimos con ustedes que la discusión sobre la guerra y la paz en Colombia no puede ignorar fenómenos que estremecen hoy la conciencia nacional. Los denominados eufemísticamente “falsos positivos” –que debieran llamarse asesinatos de civiles no combatientes ejecutados por el Estado- son, como ustedes acertadamente lo perciben, manifestación dolorosa de la guerra sucia que vive Colombia. Constituyen un espeluznante grito de victoria de la “seguridad democrática” del presidente Uribe que siempre midió el éxito de esa política –en su componente militar- en litros de sangre.
No puede considerarse como hecho aislado lo que obedece a una directiva puntual del Ministerio de Defensa y de la Presidencia, repetida sistemáticamente a nivel nacional en todas las guarniciones.
[Lo sabía, lo sabía: ¿quién va a conmoverse más por los asesinatos de inocentes que estos benefactores del género humano? ¿Eh? Cuando algunos canallas con sueldo militar dejaban de cumplir su misión de capturar a los firmantes de la correspondencia y se dedicaban a engañar a los colombianos honrados que esperamos que los capturen, les infligían el mayor daño en sus nobles sentimientos. De verdad que el espectáculo de estos criminales es tan atroz como las innumerables masacres de inocentes que han cometido, o que han alentado.]
Es imposible desvirtuar que los miles de civiles asesinados para ser presentados noticiosamente como guerrilleros muertos en combate, lo fueron por el estímulo de los ascensos y recompensas ofrecidas desde el gobierno a los militares. Así como es un hecho destacable, el que después del conocimiento público sobre semejante genocidio, el Ministerio de Defensa no volvió a publicar sus abultadas cifras de "muertos en combate" con las que sustentaban su fantasiosa "derrota de la insurgencia" y el "fin del conflicto". La conciencia de la nación debe impedir que este tipo de crímenes de lesa humanidad que implican al Estado, terminen en la impunidad. La destitución de algunos altos mandos militares por tales hechos debe ser complementada con una responsabilidad penal, lo que muy seguramente, llevará que las cortes y los tribunales de los pueblos sienten a la "seguridad democrática" - desarrollo de la fascista doctrina de la seguridad
nacional - en el banquillo de los acusados.
Tal como lo aprecian ustedes, la escalada del conflicto -que tiene relación directa con la injerencia creciente del gobierno de los Estados Unidos en el conflicto interno de Colombia- ha estado acompañada de una mayor degradación. Algo debemos hacer para desembarazarnos de esa maldición que pareciera perseguirnos desde la destrucción de la Colombia de Bolívar y de su gran obra legislativa concebida de cara al bien común.
Desde las medianías del siglo pasado la degradación acicateada por el Estado no cesa de crecer en espiral. Los mismos métodos brutales que segaron la vida de 300 mil colombianos en la década del 50, ahora más refinados, siguen victimizando a la población, descuartizando con motosierras, enterrando en fosas comunes, desplazando a millones de campesinos para apoderarse de sus tierras, “empapelando” jurídicamente a ciudadanos, hasta alcanzar el nivel de barbarie de los “partes positivos”.
Recordamos la respuesta del comandante de las FARC Manuel Marulanda a una pregunta sobre humanización de la guerra: “la mejor manera de humanizar la guerra es acabarla”. Hoy seguimos teniendo la misma percepción, y para ello es indispensable el cambio de las injustas estructuras.
Celebramos que su alusión a los prisioneros de guerra, esté desprovista de ese “humanitarismo tuerto” diseminado por los medios, que ve a los prisioneros de un sólo lado, ignorando que se trata de dos partes contendientes. Este enfoque ayuda a la búsqueda de una solución realista del problema, para lo cual reiteramos nuestra determinación y voluntad de alcanzarla.
En este esfuerzo colectivo, es importante avanzar en la identificación y precisión de los temas objeto de nuestras reflexiones para ganar certezas en la búsqueda de soluciones. Por ejemplo: en un conflicto armado y social como el que vive Colombia desde hace más de 40 años, integrantes de la fuerza pública debidamente armados, entrenados y uniformados combaten diariamente, de distinta manera y en diferentes escenarios, con la guerrilla revolucionaria, presentándose bajas de parte y parte, como ocurre en toda contienda bélica. Finalmente una de ellas obtiene la victoria y toma prisioneros de la parte contendiente. Eso ha ocurrido, ocurre e inevitablemente seguirá ocurriendo, aquí y en todo el mundo mientras persistan los conflictos. Ese tipo de capturados, son prisioneros de guerra. Esa es su categoría dentro de la confrontación. Salvo que se pretenda, como en el caso del gobierno de Álvaro Uribe, negar la existencia del conflicto.
La propuesta de Manuel Marulanda Vélez al congreso de aprobar una ley permanente que deje abierta la posibilidad del canje, cobra plena vigencia en estas circunstancias. Evitaría un cautiverio prolongado y doloroso. En este mismo sentido y con implicaciones de muy diversos órdenes, hemos planteado en diversas oportunidades la conveniencia de un reconocimiento de las FARC-EP como fuerza beligerante. Se presenta también la retención de personas con algún tipo de representación política, que han tomado partido involucrándose abiertamente a favor de la guerra y en crímenes contra sectores populares, vinculados con el militarismo y el paramilitarismo como lo demuestra todo el proceso de la para política, o, que con sus acciones, golpean al pueblo, al tesoro o los bienes públicos. Estos, ante la ominosa impunidad del régimen y en la lógica de los de abajo, deben responder por su conducta. Y se da también el fenómeno de la retención de personas con objetivos económicos que tiene múltiples autores: policías, militares, DAS, paramilitares, delincuencia común y miembros de la insurgencia. En la responsabilidad que nos cabe y, entendiendo las dificultades que ello nos acarrea, nos hemos hecho esta reflexión: ¿cómo se financia una confrontación como la colombiana? ¿Cómo lo hace, por ejemplo, el Estado? decreta cargas impositivas generales, Impuestos de guerra, aportes de las empresas trsnacionales, entre las que se destacan: BP, Chevron- Texaco OXI, Drummond, Chiquita Brand, Repsol, Monsanto, Cocacola, etc.; pero fundamentalmente financia la guerra con ayuda económica, militar y tecnológica del gobierno de los Estados Unidos. Colombia es el primer receptor de esta "ayuda" en el hemisferio, la cual se paga con soberanía. El prominente sociólogo estadounidense James Petras estima que Washington ha invertido en el plan Colombia más de 10 mil millones de dólares en los últimos 6 años. Es una desproporción de recursos económicos y de medios para una guerra Injusta contra un pueblo.
En el espíritu de minimizar el impacto sobre los no combatientes, las FARC expidió la Ley 002 sobre tributación, que cobra un impuesto para la paz a aquellas personas naturales o jurídicas cuyo patrimonio sea superior al millón de dólares y que solo en última instancia contempla el recurso de la retención.
[También era previsible que la queja por los secuestrados serviría para presionar a favor de la Ley 002. En realidad, ¿alguien duda que es el verdadero motivo por el que tantos sicarios morales se dedican a calumniar al gobierno en los foros de la prensa?]
La guerra a medida que se generaliza produce efectos dolorosos y no deseados. Con franqueza les comentamos que no está dentro de nuestro ideario ni en nuestros principios la eternización de estos métodos. De hecho, lo hemos manifestado estando inmersos en diálogos que buscaron la paz con anteriores gobiernos, como bien lo resaltan en su nota.
Los temas de esta misiva son más que oportunos para sugerirles lo importante que sería abrir un amplio debate sobre la situación de miles de presos políticos encarcelados luego de redadas masivas utilizadas como táctica para atemorizar y disuadir el apoyo popular a las fuerzas insurgentes. Son millares los ciudadanos acusados de rebelión y terrorismo a través de montajes de la inteligencia militar y del pago de jugosas recompensas. Esta reflexión colectiva debería incluir también la desaparición forzada de personas, la más aberrante forma de secuestro existente ejecutada por el Estado, y que a la pérdida de la libertad agrega la pérdida de la vida luego de espantosas torturas y en medio de la mayor impunidad.
Finalmente, nos piden ustedes, de cara a un eventual intercambio humanitario, avanzar en algunas reflexiones acerca de cómo "diseñar escenarios en donde sea posible debatir con la sociedad alternativas políticas para encontrar una senda transicional hacia una sociedad justa y equitativa".
Al respecto estamos proponiendo a través del manifiesto de las FARC-EP y de la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia (documentos adjuntos), un encuentro de las fuerzas políticas y sociales interesadas en el cambio, que nos permita delinear de manera consensuada un gran acuerdo nacional hacia la paz, para construir colectivamente alternativas políticas a la guerra y a la injusticia social. Estamos seguros que a nosotros y a millones de Colombianos nos gustaría ver florecer un nuevo gobierno, producto de ese pacto social, que convoque al diálogo de paz con participación de las organizaciones políticas y sociales del país, que lleve sus conclusiones a una asamblea nacional constituyente, para que el tratado de paz así logrado, tenga además, sustento constitucional.
Como muestra fehaciente de la voluntad que nos asiste y como gesto que apunta a generar condiciones favorables al canje humanitario, anunciamos la próxima liberación unilateral de seis prisioneros en dos etapas. Estos serán entregados a ustedes, como "colombianos por la paz de Colombia" en cabeza de la senadora Piedad Córdoba. Primero serán liberados tres agentes de policía y un soldado, y a continuación, el señor Alan Jara y el di*****do Sigifredo López. Las condiciones de modo, tiempo y lugar serán precisadas en su debido momento.
Reciban nuestro saludo cordial.Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EPMontañas de Colombia, diciembre 17 de 2008
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