lunes, 19 de enero de 2009

Después de Uribe, ¿quién?

El país ha recibido el año con señales contradictorias sobre algunas posibles candidaturas presidenciales. Mientras tanto, el trámite legislativo del referendo reeleccionista sigue en veremos y solo a mediados del año se sabrá la suerte de esa iniciativa.

Insistir en el referendo puede desembocar en gravísimas consecuencias para el proyecto político del presidente Uribe. Además del trámite accidentado, el proyecto abre numerosas grietas en la democracia colombiana.

No sé si en la Casa de Nariño han hecho las cuentas de lo que están arriesgando con la complacencia y promoción del referendo reeleccionista, pero por más sumas y restas que se hagan, dicho referendo es una enorme apuesta que pone en peligro lo que el país ha avanzado en los últimos años.

Para la aprobación del referendo se requerirían por lo menos 6’896.131 votos, teniendo como base el último censo de 27’584.523 potenciales electores. Es decir que después de las tempestades que ha desatado y desatará el referendo, del desgaste propio de una gestión de gobierno, de la distracción gubernamental en la campaña y de los tiempos difíciles en economía, los promotores de la iniciativa y el propio gobierno aspiran a conseguir 7 millones de votos.

Más claro: Uribe, porque la U sin el Presidente no existe, tendría que repetir el resultado del 2006 cuando consiguió 7’397.835 simplemente para tener la posibilidad de participar en las elecciones de 2010 y continuar en la Presidencia por cuatro años más.

Sin embargo, pensar en las elecciones de 2010 es hilar muy delgado: primero tendría que pasar el referendo y el asunto del tiempo es otro factor en contra: estamos a 16 meses de las elecciones presidenciales y si todo sale bien en el Congreso -¿alguien apuesta por la eficiencia de la supuesta bancada uribista?- la iniciativa sería aprobada a finales de junio o principios de julio. Después el asunto pasaría a la Corte Constitucional que tiene, en teoría, dos meses de plazo para emitir su concepto. Sin embargo, la misma Corte se tomó ocho meses para pronunciarse sobre el Acto Legislativo de la primera reelección.

Esto significa que saliendo las cosas muy, pero muy bien, más o menos en enero de 2010 se podría realizar el referendo, mezclándose las campañas de los aspirantes al Congreso y a la Presidencia con los defensores y críticos del referendo... sería un mercado persa con mucho ruido y nada de contenido.

Después de todos los obstáculos mencionados, y más allá del triunfalismo de los promotores, y del propio gobierno, habría que contemplar la posibilidad real de que el referendo no pase. Esto significaría que el proyecto uribista, el de la Seguridad Democrática, la confianza inversionista y la cohesión social, en la práctica se quedaría sin representante en las presidenciales del año entrante.

Aunque hay señales de algunos uribistas, y otros que se arropan bajo esa figura, de querer lanzarse al ruedo, lo cierto es que mientras el Presidente tenga posibilidades de participar en las elecciones de 2010, ninguno podrá hacer campaña en serio y mucho menos, conseguir los recursos y conquistar al electorado que simpatiza con el proyecto político de Uribe.

Esto significaría que los candidatos que salgan del liberalismo, del Polo y de la embrionaria alianza de Petro, Garzón y Mockus tendrían una gran ventaja por cuenta del tiempo que se perdió en la tozuda iniciativa del referendo y de la segunda reelección del Presidente en el 2010.

Además, si el partido liberal se deja seducir por Alfonso Gómez Méndez, ese partido seguirá ocupando el tercer lugar y las posibilidades reales de acceder a la Presidencia las tendrían el PDA o la alianza de Petro y compañía, (¿o ambos en una coalición de izquierda?) pues ninguno de los presuntos candidatos uribistas podría hacer una campaña medianamente decente para aspirar realmente a la Presidencia.

Y si a eso le sumamos el enorme desgaste de la campaña a favor del referendo y el arrastre negativo de una derrota, el resultado final de la necedad de la re-reelección sería el entregarle a la izquierda “democrática” las llaves de la Casa de Nariño.

No aspiro a que los liberales sean inteligentes y elijan como candidato a un tipo carismático como Rafael Pardo Rueda. A lo que si aspiro es a que Uribe y sus asesores hagan cuentas y vean el panorama que puede dejar la porfiada iniciativa del referendo, lo que sencillamente daría al traste con el país que poco a poco, y con muchísimas dificultades, se ha ido construyendo a lo largo de estos seis años.

Sería paradójico que fuera el propio uribismo el que le entregara el poder a la izquierda “democrática” y a Hugo Chávez por cuenta de las vanidades y el oportunismo de algunos sectores que se han beneficiado de la sombra de Uribe.

El uribismo debe dejar de preguntarse: "Si no es Uribe ¿quién?" El debate que ya se debería estar dando es: "¿Quién, en el 2010, después de Uribe?" Del cambio de mentalidad, del abandono de temores y mesianismos y de la búsqueda de un acuerdo en torno a un nombre depende la continuidad del proyecto y prácticamente el futuro de la democracia y del país.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

0 comentarios: