Alguien decía que la inmadurez de la oposición es una de las grandes falencias de la democracia colombiana. Los hechos así lo confirman. En el Congreso de la República, algunos sectores decidieron citar al Alcalde Mayor de Bogotá a un debate de control político para que explique la grave situación de inseguridad que se vive en la capital del país. En la Cámara la citación fue hecha por algunos sectores uribistas, mientras que en el Senado fue la oposición liberal la que convocó al burgomaestre.
Sin embargo, ¡oh sorpresa!, la bancada del Polo Democrático Alternativo se opuso a la citación y según el senador liberal Héctor Elí Rojas, le impidió al Alcalde que se presentara ante el Congreso a rendir cuentas. Finalmente Moreno Rojas admitió que
no asistiría, confirmando la cobardía del nieto del dictador para poner la cara como un gobernante de verdad.
Es bueno recordar que hace un año, el senador del Polo Jaime Duzán informaba que su partido no presentaría ninguna propuesta y se concentraría en el control político. Sin embargo, parece que dicho control se ejerce solo con criterio partidista y tiene como propósito golpear al gobierno nacional, mientras que los gobernantes pertenecientes a la oposición se resguardan debajo de las enaguas de sus copartidarios.
Mientras el gobierno nacional ha puesto la cara en todos los debates de control político, asistiendo y deliberando sobre las múltiples acusaciones que brotan de la oposición, la bancada del Polo Democrático Alternativo esconde a su gobernante y trata de impedir el ejercicio legal del control político.
Es de las cosas más antidemocráticas que puede hacer un partido político, pues el Congreso, con legitimidad o sin ella, tiene el derecho constitucional de adelantar los debates que crea pertinentes para conocer las diferentes situaciones de la vida nacional y, como no, de la capital del país.
Samuel Moreno Rojas no tiene licencia de impunidad por su desgobierno, y debe darle la cara al país y concretamente a los congresistas que lo citaron, para explicar la crisis de seguridad que vive la ciudad y no mandar a la secretaria de Gobierno, Clara Eugenia López, pues ella es una funcionaria seleccionada con la dedocracia -o debo decir la apellidocracia- y no fue elegida por los bogotanos.
El asunto es grave. Además de un creciente
problema de pandillas, en Bogotá,
cada dos días es asesinada una persona por la acción de sicarios. Un estudio del Centro de Estudios de Violencia y Seguridad de la Secretaría de Gobierno considera que en el primer semestre se presentaron 235 homicidios cometidos por pistoleros, por encargo o por ajuste de cuentas. Para la administración todos esos casos se deben a riñas y celos, cuando basta con repasar la historia reciente del país y especialmente el accionar de los carteles de la droga y del brazo armado del totalitarismo para darse cuenta de que la situación no es solo de problemas de convivencia, sino de la escenificación de enfrentamientos entre bandas del narcotráfico y del narcoterrorismo.
Pero las cosas no paran ahí. Este año han estallado 13 artefactos explosivos en la ciudad, sin contar los 5 buses que fueron quemados en forma simultánea hace algunas semanas. Uno de los
últimos atentados terroristas, ocurrido en el barrio Cedritos, dejó un saldo de ocho personas heridas. Según la policía, el atentado fue perpetrado por las Farc, por la negativa de los propietarios de una empresa a pagar una extorsión del grupo terrorista.
Es más: desde hacía varios meses, los cuerpos de inteligencia venían señalando que la columna Teófilo Forero de las Farc estaban intentando ejecutar una
escalada terrorista en la ciudad. Las informaciones daban cuenta de la presencia de miembros de esa facción terrorista en Bogotá quienes buscaban generar un fuerte golpe de opinión con un ataque que tuviera amplia difusión en los medios de comunicación. Además, las Farc habían enviado a alias ‘Alberto’ con 13 terroristas del frente 49 para atentar contra la caravana presidencial y el Hospital Militar.
No se sabe si es cuestión de ineptitud, ignorancia o ceguera producto de las simpatías ideológicas, pero Clara López, secretaria de Gobierno de Bogotá informó que “
en Bogotá no hay cuadrillas de las Farc”. La funcionaria se enredó en su intención y explicó que
“el Distrito no tiene conocimiento oficial que en Bogotá existan grupos al margen de la ley totalmente(??) conformados”. Luego aceptó que hay
infiltración de algunos de ellos.
Seguramente la señora López pretende “oficializar” la presencia de las Farc después de un desfile terrorista al mejor estilo de la zona de distención, o de repente está esperando una carta de ‘Alfonso Cano’ para aceptar que en Bogotá operan reductos de las Farc. Ni lo uno ni lo otro ocurrirá, pues el modus operandi del grupo terrorista en la actualidad es el movimiento de pocas unidades entrenadas específicamente para cometer acciones de terror y para eso es fundamental el bajo perfil y el manejo excluyente de la información relacionada con los objetivos y los mecanismos para los atentados. Esto lo demuestra el gravísimo ataque terrorista contra dos sedes de Carrefour en la capital del país.
Los citantes al debate son más
benévolos con la desadministración de Bogotá. Uno de ellos, el representante Nicolás Uribe señaló que
“falta que la administración Distrital reconozca el problema porque la alcaldía sigue insistiendo en que hay peleas por problemas de celos y riñas y no se admite que hay bandas organizadas que están actuando en la capital.”A su turno el representante Simón Gaviria resaltó que
“hasta tanto no se reconozca el problema, no habrá una política que sirva para combatir lo que verdaderamente está sucediendo.” En este sentido, es tan grande el error en el diagnóstico de la problemática de seguridad en Bogotá que el alcalde Moreno invertirá 600 mil millones de pesos en el tema de seguridad y la misma cantidad para los temas de convivencia, lo que demuestra que para la administración distrital el factor decisivo en la inseguridad está en la convivencia y no se tiene en cuenta, ni se admite, la enorme influencia que tienen las Farc y los demás actores violentos en la crisis que afecta a la capital del país.
Es que el Polo Democrático Alternativo no aprende. Una situación idéntica ocurrió en la pasada administración de Luis Eduardo Garzón, cuando el testarudo mandatario
se negaba a admitir que en Bogotá estaban operando milicias de las Farc en algunos sectores y se centraba exclusivamente en la criminalidad producida por los paramilitares. Consecuencia de semejante estupidez, las estrategias de seguridad de la capital se estructuraron basadas en un mal diagnóstico que repercutió en los indicadores de seguridad hasta que finalmente la situación quedó al descubierto y el “gran” Lucho tuvo que retractarse y tomar medidas para enfrentar al brazo armado del totalitarismo en Bogotá.
Sin embargo la tozudez de Garzón terminó en desgracia para varias familias y algunos ciudadanos perdieron la vida por la miopía de la administración del Polo Democrático Alternativo. Pero, consecuente con lo que representa, Samuel Moreno no vio, ni escuchó ni aprendió la lección de sangre que tuvo que enfrentar su antecesor y ahora su flamante Secretaria de Gobierno comete el mismo error que dejará más víctimas de la escasa comprensión de la realidad que infecta al grupo político que representa.
Es tan profundo el sesgo que tienen las administraciones del PDA para analizar los problemas de seguridad, que incurren incluso en
mentiras para justificar sus posturas, como ocurrió con el manejo de las cifras de muertes violentas en Bogotá. Según la desastrosa administración Garzón, en la capital habían disminuido el número de homicidios el año pasado. Sin embargo la realidad es que las muertes violentas aumentaron en un 4,8% con respecto al año 2006.
La mentira se produjo porque la Alcaldía Mayor de Bogotá dejó de utilizar los datos de Medicina Legal desde el momento en que las cifras no le fueron favorables. Es más: la Alcaldía señaló que dejaban de lado esas cifras porque Medicina Legal incluía los abortos, cosa que es otra flagrante mentira del veleidoso Garzón y de su combo.
Pero el maquillaje no paro ahí. Los datos relacionados con los demás delitos también fueron manipulados, pues se dejaron de incluir los delitos que por su monto o por la gravedad de las lesiones personales, pasaron a ser contravenciones: robo de celulares, lesiones con incapacidad menor de 30 días, robo de menos de cuatro millones de pesos, etc, fueron excluidos de la estadísticas, como si no influyeran en la percepción de inseguridad que hoy siguen viviendo los habitantes de Bogotá.
Mientras la ciudadanía padece la inseguridad, Samuel Moreno solo vocifera exigencias, críticas al sistema penal y presiones por resultados; todo con tal de evitar asumir las responsabilidades que le corresponden y ejercer, de verdad, las funciones que le fueron encomendadas por la mayoría de electores de Bogotá.
Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.