martes, 5 de mayo de 2009

Otro Y2K

No hay mejor negocio que el de la intimidación colectiva, especialmente cuando está reforzada (win-win) por los medios masivos de comunicación.

El mas protuberante de estos eventos se conoció a finales del siglo pasado con el nombre de Y2K (year two thousand; mil se representa por K) y consistió en una falla que se presentaría en el software de los procesadores y computadores con el cambio de siglo, porque los programadores, para ahorrar memoria, habían simplificado el año con los dos últimos dígitos (99 por 1999, por ejemplo).

Se decía que los programas que operaban con fecha producirían fechas negativas (07 - 99 = -92), o que al 99 (1999) seguiría el 100 (año 19100). Una cosa tan sencilla no se podía corregir modificando el software, sino que había que cambiar toda la plataforma tecnológica (hardware y software) y eso movió miles de millones de dólares el mundo.

Surgieron consultores globales, que decían si sí, o si no. En las empresas se hicieron inventarios de equipos puramente mecánicos, para curarse en salud, y se consultaron bases de datos –previo pago- para saber si los afectaría o no; se reemplazaron los programas empresariales por sistemas de planeación (gestión) centralizada (ERP, por sus siglas en ingles: Enterprise Research Planning). Lo positivo, significó un salto tecnológico hacia adelante

Coincidiendo con un cambio del partido de gobierno en los EUA, surge una crisis económica, la financiera actual, y la pandemia de la gripe porcina, como hace diez años fue el Y2K, las crisis de las “punto com” y la de las empresas de auditoria estadounidenses. No es mera coincidencia -aunque faltan datos históricos para concluirlo- sino mas bien consecuencia del cambio de gobierno, y la permanente confrontación de fuerzas económicas que pujan, una, para devaluar los activos financieros, y otra para valorizarlos.

Una característica común de estos eventos, la más importante, es que se moviliza una suma enorme de recursos públicos y privados, que van dejando un goteo por donde pasan y que los realimentan positivamente. Otra es que los activos pierden valor y así da margen para reiniciar otro proceso especulativo. Si no fuera así, sería el fin del capitalismo, como dicen y desean algunos.

La pandemia de la gripe porcina por otro lado, reúne las mismas características del Y2K: es un tema muy especializado; intimida; obliga al gasto de enormes sumas de dinero (en este caso en compra de artículos de protección, y medicinas para tratarla); y los medios de comunicación logran capturar la atención mundial comunicándolo. “No hay nada peor que comunicar el pánico. El pánico es como una pandemia, del cual empiezan dos a hablar mal de la economía, y termina todo el mundo hablando mal.” (Orlando Cabrales, presidente de Propilco, El Universal, Abril 30/09).

Ghislaine Lanctot, una médica, autora de La mafia médica (Abril del 2006) explica que es el dinero el que controla totalmente la medicina, y que haciendo que la gente esté enferma, se gana más dinero porque las personas sanas no generan ingresos. El verdadero médico es uno mismo, dice, y cuando uno es consciente de su soberanía sobre la salud, deja de necesitar terapeutas.

A diferentes escalas y con distintas implicaciones, por supuesto, señala que "la mafia está conformada por la industria farmacéutica, las autoridades políticas, los grandes laboratorios, los hospitales, las compañías aseguradoras, los colegios de médicos, los propios médicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, por supuesto, el gobierno mundial en la sombra del dinero.”

Un libro escándalo que podría darle más ganancias que muchos años de ejercicio en la profesión.

Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.
myances@msn.com

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