lunes, 25 de mayo de 2009

Economía y política en Latinoamérica

Un economista me decía que su profesión era básicamente especulación. Pues bien: ateniéndome a esa descripción, seguramente liviana e imprecisa, hice un recorrido por algunos datos económicos que han salido publicados en los últimos días.

Encontré, por ejemplo, que este año, la salida de capitales privados de
Argentina ronda los US$ 7.600 millones (más de US$1.500 millones mensuales) y que al finalizar el 2009, la fuga podría llegar a los US$23.100 millones.

¿A qué se debe semejante fuga de capitales? Según la revista América Económica, la situación se explica en la renovada desconfianza en la economía argentina. Desde luego, es de Perogrullo, desconfianza es lo opuesto a la confianza inversionista.

Aunque ya la desconfianza inversionista ha comenzado a hacer estragos en Argentina, un estudio de International Business Report 2009 revela que para el 89% de los empresarios radicados en Argentina, y para el 80% de los brasileños, la
inseguridad jurídica es una de las principales preocupaciones, lo que evidentemente ha contribuido a la fuga de capitales en Argentina y es una alerta sobre lo que podría ocurrir con las inversiones en Brasil.

En este sentido, Javier Martínez, director de marketing de Grant Thornton, asegura que “la inseguridad jurídica desalienta la inversión extranjera y local. Si se siente que las leyes serán cambiadas a mitad de camino, esto genera preocupación y problemas internos en las empresas y delimita su crecimiento”.

El caso de Venezuela es alarmante: la
oleada de nacionalizaciones, la mora en los pagos a proveedores internacionales, un alto déficit en la balanza comercial, el desplome de más del 55% en las exportaciones, la corrupción y el caprichoso manejo cambiario del gobierno Chávez, generan una escalofriante desconfianza inversionista, y los pocos que quedan, parece que no estan por gusto o iniciativa, sino por la tranca que ha puesto el gobierno para retenerlos de cualquier manera: “la inversión directa en Venezuela registró un superávit de 826 millones de dólares, producto del aumento de los pasivos del sector privado frente a los inversionistas extranjeros.”

Lo anterior, además de
espantar a los que aún se atreven a mantener su capital en el inestable país, origina rechazos muy fuertes por parte de los socios comerciales cercanos.

Refiriéndose al sueño de Hugo Chávez de entrar a Mercosur, el ex ministro de Industria y Comercio de Brasil, José Botafogo Gonçalves, asegura que “el proyecto político, comercial y económico de Chávez – dicho por él, no por nosotros – es incompatible.

Botafogo va más allá e indica que Venezuela no es incompatible con el Mercosur, pero Chávez lo es. Lo que quiere hacer no va de la mano con los objetivos del mercado. Un mercado común supone un mercado libre y la política bolivariana es lo opuesto a eso.”

Este es el panorama en tres países alineados con la difusa propuesta de
socialismo latinoamericano, liderados por personajes de izquierda que a su vez forman parte del Foro de Sao Paulo. Lo que evidencian estos datos es que esos gobiernos están atacando directamente la confianza inversionista y eso lleva a la fuga de capitales en búsqueda de territorios más seguros.

En contraste, la facultad de Wharton School, en la Universidad de Pensilvania, y algunas firmas de capital privado predicen que el 2009 será
uno de los mejores años para invertir en la región. De acuerdo con Latin American Venture Capital Association (LAVCA por sus siglas en inglés) hay varios factores que contribuyen a la expansión de capital privado y capital de riesgo en la región, entre otros, la fuerte demanda de la creciente clase media en mercados claves como México, Colombia, Chile y Perú.

Todo lo anterior puede ser simplemente una colección de datos sueltos e interpretaciones amañadas y especulativas. Sin embargo, resulta por lo menos llamativo que las tendencias políticas que surcan el firmamento latinoamericano se compaginen tan bien con las situaciones económicas que se viven en los distintos países de la región y que los mejores augurios no sean precisamente para aquellos que están intentando imponer un modelo socio-político que destruye la economía, la estabilidad y la libertad.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

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