martes, 24 de marzo de 2009

Políticos al desnudo

En este maremágnum de revelaciones y acusaciones en que se debate el país, ya es imposible saber quienes sí y quienes no.

La estrategia está en capturar a uno, no importa cuál, acusarlo y ofrecerle beneficios, para que “vomite” todo lo que sabe y mucho más, con lo cual casi inevitablemente termina desnudando prestantes figuras de la política nacional. Ha sucedido con maleantes, mafiosos, narcotraficantes, autodefensas, guerrilleros y lavadores de dinero, entre otros.

La de quienes delinquen, es involucrar en sus actividades, por un lado a los políticos para obtener impunidad, y estos ávidos como están de poder y de dinero, creyendo que estas cosas se pueden ocultar como en la época de Pablo, continúan cayendo en la celada. Y por el otro, actuar de benefactores sociales, con el fin de obtener protección popular.

Pablo Escobar fue muerto mientras escapaba del acoso de la policía (había dicho que prefería una tumba en Colombia que una cárcel en los EUA) pero protegido por la población. Era otra época: a los delincuentes no se les creía. Aun así la urgencia de matarlo era alta, pues son los que más saben. Su muerte sirvió para expiar en él culpas ajenas.

Después de Pablo, el país pareció inmaculado, y muchos políticos descansaron tranquilos, aunque el negocio con sus tentaciones siguió prosperando y corrompiendo. La época de los Rodríguez Orejuela, con la política de los sapos y el proceso 8000, marcó la diferencia.

Siguieron los hermanos Castaño que también debieron llevarse muchos secretos a la tumba, luego Mancuso, y el resto de cabecillas, que con sus confesiones tienen a muchos políticos en la cárcel y a otros investigados. Y el caso más reciente, el de Murcia, a quien se le acusa de captación no autorizada de dinero, estafa y lavado de dólares.

A simple vista parece que se trata de una habilidosa forma de producir riqueza sin infringir la ley, y la gente no se siente estafada sino beneficiada; pero también podría ser -habrá que probarlo- una de socializar los dineros producto del narcotráfico.

No obstante, condenado a priori por los medios de comunicación, y pedido en extradición por los EUA, ahora han salido en busca de los políticos que se relacionaron con él. Entre ellos el Alcalde de Bogotá, que en entrevista con La W fundamentó la defensa –bastante descompuesto por cierto- en que no habían ingresado dineros a la campaña (como si ese fuera el delito) mas no en que no habían sido recibidos. Posiblemente cosas del aturdimiento -ya se sabrá- por el acoso periodístico.

Es que nuestros políticos están metidos en todo (si no son dineros públicos son del narcotráfico) y no se sabe si es que los daña el sistema, o si solamente los dañados logran destacarse. Pero sea lo que sea, sólo los gringos podrán ayudarnos a salir de esta.

Así las cosas, el Plan Colombia –explicación de este maremágnum- no es el que genera nuestra dependencia, si no lo inverso: fue nuestra dependencia (y nuestra incapacidad para gobernarnos) lo que permitió implantarlo. Por lo tanto se equivoca el vice, cuando habla de desmontarlo, porque perderíamos recursos que van en parte a la inversión social sin ganar autonomía. Pudo haber dicho “ganar autonomía aun a expensas del Plan Colombia” y habría generado debate. Como lo hizo sólo rechazo.

Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.
myances@msn.com

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