jueves, 5 de febrero de 2009

Mentiras sobre la paz

¿Qué tiene que ver la paz con la liberación unilateral de algunos secuestrados? Resulta extraña, y conveniente desde las perspectivas política y propagandística, que cuando se habla del intercambio “humanitario” atraviesen sin pudor el tema de la paz.

Nadie ha querido explicar cómo un tema lleva al otro: si bien es cierto que las liberaciones unilaterales llevan tranquilidad a un grupo de familias, eso no se puede confundir con la paz para Colombia.

Más o menos el concepto que pretenden vender es el siguiente: si el Gobierno cede a las pretensiones de las Farc, despeje incluido e inamovible, entonces se darán las liberaciones de todos los secuestrados y eso hará que la paz sea un hecho.

Pero esa premisa rebosa de patrañas: si se despeja una zona del territorio nacional, nadie garantiza que las Farc devuelvan a los secuestrados. Por el contrario: los terroristas siempre han dicho que quieren el despeje para sentarse a dialogar y jamás han garantizado que, como consecuencia del despeje, se den las liberaciones.

La segunda mentira es que liberarán a todos los secuestrados. Las Farc no admiten que secuestran por dinero y en tal sentido, todos aquellos colombianos, cerca de mil, que están padeciendo el secuestro con fines extorsivos, seguirán en manos de los criminales mientras las familias no paguen el rescate.

Entonces, de los secuestrados que se habla es de aquellos que los terroristas han denominado canjeables y que hoy por hoy son militares y policías con algún rango en sus respectivas instituciones. A ellos las Farc los pretende canjear por una cantidad de terroristas encarcelados, incluyendo a ‘Simón Trinidad’ y a ‘Sonia’, quienes disfrutan de la bien merecida “hospitalidad” de las cárceles estadounidenses.

En la liberación de terroristas hay dos obstáculos que parecen insuperables: que aquellos que salgan de las cárceles no vuelvan a las Farc y el problema de los dos condenados en EE.UU. sobre los cuales el gobierno colombiano no tiene ninguna capacidad de decisión.

La tercera mentira es que la paz será inevitable si se dan las condiciones anteriores. Al contrario: el escenario que haría estallar a Colombia como un polvorín sería un nuevo despeje para diálogos infructuosos que le dieran un nuevo aire al terrorismo.

Un escenario de fortalecimiento de las Farc, y de sus abusos y crímenes, haría resurgir grupos de autodefensa y las bandas emergentes retomarían la abominable senda del terrorismo de las AUC. Incluso, con las Farc revitalizadas, el paramilitarismo sería inevitable y las consecuencias mucho más graves de las que hemos ido descubriendo a lo largo de estos años.

Además, las familias de los cientos de secuestrados con fines extorsivos que tienen las Farc en su poder, tendrían serios motivos para obstaculizar las supuestas negociaciones y esa discriminación, esa exclusión promovida por la guerrilla y secundada por los áulicos del terrorismo, abriría inmensas heridas en buena parte de la sociedad colombiana.

El país no puede sucumbir conmovido ante el espectáculo politiquero de las liberaciones de los secuestrados y caer en la trampa de abrirle espacios y suministrarle un tanque de oxígeno a las Farc y a los que desde la civilidad, promueven el proyecto político totalitario.

En la práctica, solo hay tres opciones para los secuestrados: el rescate, las liberaciones unilaterales o la fuga. La otra opción, la del mayor Julián Ernesto Guevara, es la que utilizan los favorecedores de las Farc como una amenaza contra el país: o claudican o se mueren.

De igual forma, tampoco se puede admitir que los totalitarios difundan falacias como la paz como consecuencia del intercambio “humanitario”. ¿Es que acaso un canje abre siquiera las puertas de una negociación para la rendición de las Farc? ¿Acaso el país y el mundo van a admitir la impunidad por los miles de crímenes de lesa humanidad que han cometido los integrantes del terrorismo?

Si las Farc, y sus áulicos, quisieran de verdad la paz, se someterían a la ley de Justicia y paz, entregarían a los secuestrados (A TODOS) y en el proceso negociarían su participación en política.

Ciertamente en los meses venideros, las Farc y sus esbirros acelerarán a fondo para tratar de avanzar en una caótica búsqueda de condiciones convenientes que les permitan huir de la Corte Penal Internacional, y para eso se valdrán de la debilidad y del temor tanto de la ciudadanía como de los secuestrados que decidan poner en libertad.

Aterra ver la capacidad de intimidación de las Farc contra los secuestrados. Alan Jara, por ejemplo, se llamó a sí mismo prisionero de guerra y no ahorró elogios para los terroristas. Daba lástima ver a ese pobre hombre repitiendo el libreto que le dieron las Farc (¿o la Colombiana por la paz del turbante?) para hacernos creer que son poderosos, que a él lo cuidaron los guerrilleros en los bombardeos y ataques del Ejército, y que las Farc no están debilitadas.

Curiosamente es el mismo libreto que los uniformados liberados dijeron que tenían que repetir ante los “honorables” miembros de la prensa colombiana… Alan Jara no lo sabía, pero el país ya conocía las líneas del libreto y también que esas palabras eran producto de la coacción y del miedo.

Ojalá se recupere Alan Jara… ojalá y en unas semanas sea capaz de decir la verdad y se cure del síndrome de Estocolmo.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

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