martes, 10 de febrero de 2009

Las liberaciones

En el proceso cognitivo es un grave error pretender analizar los hechos desligados del contexto, y de su conexión histórica

En ese error caen, voluntaria o involuntariamente, perversa o ingenuamente, quienes entienden la liberación de secuestrados por las FARC, como un acto humanitario que las enaltece, y no como un “bien depurado” mecanismo político para llamar la atención de los medios y del público, y hacer que los liberados, con poca información sobre las acciones del gobierno en procura de su libertad, o adoctrinados, lo cuestionen; y de paso crear el escenario propicio para que los mismos columnistas, oportunista u opositores de siempre, la arrematan nuevamente contra las políticas del Estado.

El gobierno está cometiendo un crimen por omisión al negarse a un intercambio humanitario, (…) volvería a poner más trancas a la eventualidad de uno, dice un columnista en El TIEMPO; ¡qué información mas irresponsable e injusta!

La memoria me traicionaría si pretendiera enumerar todas las acciones del gobierno en procura de la libertad de los secuestrados (algunas con resultados, otras aún no) pero en términos generales, las mas recientes liberaciones hay que entenderlas –ni siquiera como una acción de los facilitadores- si no como el resultado de una política de Estado coherente, que combina la presión militar; el seguimiento al flujo de dinero que los financia; el aislamiento físico y político; la presión ciudadana y de gobiernos extranjeros; la inversión en el campo; el gasto social; el ofrecimiento de recompensas; los programas de reinserción; y la reparación de las victimas; entre muchas otras, que ni el mas perverso de los opositores honestamente puede negar.

Como tampoco podrán negar que es el gobierno quien ha asumido la posición mas flexible, y el que mas alternativas ha ideado y ofrecido; y las FARC, las que mas oportunidades ha despreciado, o utilizado para fortalecerse.

Que el gobierno no ha hecho “nada” (“suficiente” corrigió después uno de los liberados) porque no ha logrado la libertad de todos los secuestrados; sin comprender la génesis de su propia liberación, y sin reconocer que los logros alcanzados indican que se está en la ruta correcta y que en lugar de corregir, hay que enfatizar.

Y finalmente, el otro, la manida frase: hay que negociar el intercambio humanitario; desconociendo, primero, que no se puede negociar irresponsablemente, y segundo, que para negociar se requiere la voluntad de dos.

Realmente hay que ser muy ingenuo para creer que la guerrilla va a preferir la opción de tomarse el Estado y lograr cambios impopulares por la vía democrática (es una contradicción). Lo primero que se acabaría si lo logran, es la democracia y las libertades de las que hace uso la oposición, porque las reformas socialistas, por antinaturales, hay que sostenerlas con dictaduras. La consecuencia es predecible: no la paz, sino otro movimiento armado pero de derecha.

La verdad es que la liberación, ese acto en apariencia desinteresado, humanitario, altruista, es un arma para desprestigiar al gobierno, y ganar imagen nacional e intencional: la misma infiltración de periodistas, y el escándalo que armaron por sobrevuelos mas allá de la distancia critica acordada, lo demuestra. Por eso los hechos no se pueden analizar aislados, sino en su contexto y en su relación histórica, y las decisiones no se pueden tomar sin comprender sus implicaciones futuras.


Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.

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