lunes, 9 de febrero de 2009

La fase mediática de las liberaciones

No había que esperar mucho tiempo para comenzar a encontrarse con elogiosas columnas sobre las declaraciones de Alan Jara. Esto no era difícil de predecir, pues el plan contempla el sacarle el mayor kilometraje posible a las palabras del recién liberado, puestas en su boca durante un largo vuelo que lo llevó de la selva a la libertad.

El primero que se lanzó al agua fue Oscar Collazos. En su columna asegura que ”el Gobierno está cometiendo un "crimen por omisión" al negarse a un intercambio humanitario.” 

¿Será cierto que el Gobierno se niega a un intercambio humanitario? Veamos: durante los 6 años de Uribe se han producido dos liberaciones unilaterales de guerrilleros condenados, incluyendo al terrorista alias ‘Rodrigo Granda’, quien goza de la libertad y de la impunidad que le consiguió, entre otros, el gobierno francés. 

¿Cuándo ha dicho el Gobierno que no está dispuesto a un intercambio humanitario? Lo que el Presidente ha repetido hasta el cansancio es que condiciona las NEGOCIACIONES (que navegarían en la incertidumbre) a que los guerrilleros no vuelvan a sus andanzas y que la zona de despeje que piden las Farc, esté alejada de cascos urbanos y tengan poca densidad demográfica. 

Lo que condena Collazos no es la falta de voluntad del gobierno Uribe: es la fortaleza para no claudicar a los caprichos del terrorismo y someter a miles de colombianos a las arbitrariedades de las Farc, por cuenta de una presunta liberación de algunos secuestrados.

Dice el columnista que “el gobierno Uribe, por su parte, volvería a poner más trancas a la eventualidad de un intercambio humanitario.” Uno se pregunta: ¿Quién está poniendo trancas a dicha eventualidad? ¿Acaso no son las Farc las que exigen la liberación de ‘Sonia’ y ‘Simón Trinidad’? Pero esto carece de importancia para el propagandista de la izquierda “democrática”: lo que hacen los suyos está repleto de buenas intenciones y por lo tanto no hay otro camino, según él, que hacer las concesiones sin musitar palabra. A los suyos hay que hacerles caso y cumplirles las órdenes, y el que se oponga sufrirá la persecución mediática y política, será señalado con calumnias y en general ocupará el deshonroso puesto de enemigo de la paz. 

Otro aspecto importante es que Collazos persevera en la mezcla de intercambio “humanitario” con el tema de la paz. Dice que “la paz sólo es concebida por Uribe como la última estación de un viaje, posterior a la derrota del adversario.” 

Evidentemente para Collazos la paz sólo es posible si Colombia claudica a favor de los intereses mezquinos del grupo al que él representa. Para el columnista, la última estación del viaje está por los lados de la llegada al poder de las Farc (la única intención del movimiento terrorista) y no se conformarán con nada menos… al fin y al cabo, para eso tienen su aparato mediático muy bien aceitado, que da alaridos cada vez que ven más lejana la posibilidad de acceder al poder.

Claro que siempre se puede dar una dosis mayor de cinismo: Collazos advierte de “la pretensión uribista de acabar con la guerrilla a plomo y gastos de guerra exorbitantes, salpimentado todo con las mentiras de la propaganda.” 

¿Mentiras de la propaganda? ¿Acaso se referirá a la cacareada paz como consecuencia del intercambio “humanitario”? ¿O de repente hablará de las trabas del Gobierno al tal intercambio? ¿Estaría pensando Collazos en el despeje de Pradera y Florida como sinónimo de la liberación de “todos” los secuestrados?

De golpe, Collazos Oscar está refiriéndose a la madre de las mentiras de la propaganda que él y los suyos no se cansan de difundir: que “el intercambio humanitario no disminuye la legitimidad del Estado”. Lo que olvidan los propagandistas acogidos a la doctrina Münzenberg es que el Estado puede perder la legitimidad al abrir las puertas a un tenebroso círculo vicioso en el que la guerrilla secuestra sin parar para lograr, posteriormente, intercambios “humanitarios” de colombianos inocentes por peligrosos terroristas capturados y procesados judicialmente por el Estado. ¿Acaso la legitimidad no se pierde al desestimar la penalización de los crímenes? 

Ni más ni menos, con las mentiras de Collazos y su combo, Colombia entraría al desgastante proceso en el que ingresó Israel: sacar de la cárcel, de vez en cuando, a asesinos depravados a cambio de la libertad de soldados secuestrados (en el mejor de los casos) o de cadáveres de israelíes plagiados por las huestes terroristas del fundamentalismo pro-palestino. 

Así las cosas, una de las mentiras propagandísticas de la izquierda “democrática” es que el intercambio traerá la paz… si acaso la paz de la que disfrutan el mayor Guevara o el subintendente Peña, pero esa sería la señal para el inicio de una oleada de secuestros sin precedentes en la que todos, usted y yo incluidos, quedaríamos condenados a la amenaza constante de ser secuestrados y, si bien nos va, ser incluidos en una lista de canjeables. 

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

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