jueves, 29 de enero de 2009

La samuelada

Se acuñó un nuevo colombianismo: la samuelada como sinónimo de alcaldada. Esto, porque después de un año de completa ineficiencia, el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, decidió “estrenar” mandato con una serie de medidas restrictivas para el tránsito en la capital.

Las medidas tomadas por el alcalde Moreno buscan mejorar la movilidad de los bogotanos, ampliando el pico y placa, para que la gente no utilice sus vehículos dos días a la semana, pues resultaría insoportable salir a eso de las 5 de la mañana de la casa, para llegar antes de las 6 a la oficina y quedarse allí hasta las 8 de la noche.

Con la decisión, dicen los funcionarios, salen de circulación cerca de 530 mil vehículos por día. Es decir, son por lo menos, 530 mil ciudadanos que se ven afectados en su movilidad y que dependerán del “eficiente” transporte público para trasladarse de un lugar a otro.

Uno se pregunta: ¿Qué estudios soportan la decisión de Samuel Moreno? Lo dicho por el Secretario de Movilidad es alarmante: “hicieron unas encuestas en las que el 71% de los consultados estaban de acuerdo con la medida”. Si al anterior “alcalde” se le ocurrió nombrar a una comunicadora como encargada de la movilidad capitalina, no sorprende que ahora Moreno tome decisiones basado en encuestas, sobre todo en un campo que requiere un alto nivel de especialización y profesionalismo para tomar decisiones.

¿Qué impacto van a tener las medidas en las finanzas distritales y en los ingresos de los ciudadanos? Ahora mismo pienso en los miles de padres de familia que, por comodidad o cuestiones económicas, llevan y traen a sus hijos del colegio. Pues bien: por orden del Alcalde, esos padres tendrán que contratar el servicio de ruta escolar, cuyas tarifas son altísimas y además sirven para que los colegios se roben, literalmente, un mes de servicio que no prestan.

¿Acaso la medida midió el impacto en la gente que tiene que trabajar visitando clientes, repartiendo sus productos o recorriendo puntos de venta? Es de suponer que a ellos les recetarán Transmilenio o taxi, elevando el tiempo de desplazamiento y, por supuesto, incrementando los costos destinados al transporte.

Algunos ciudadanos, los que tienen con qué, pensarán en comprar otro vehículo para suplir la necesidad de transporte. Sin embargo, eso solo beneficiará el mercado del usado o de repente, los concesionarios de vehículos podrán incrementar sus ventas en aquellos nichos de mercado que tienen el dinero para comprar otro carro nuevo. Es más: el Secretario de Movilidad dijo que a ellos no querían perjudicarlos, por lo que descartó una rotación especial en los números de pico y placa… ¿cómo va a agraviar el Polo a los más pudientes? ¡Ni de vainas!

La decisión del Alcalde muestra que busca beneficiar al transporte público y no a la ciudadanía en general. Los buses y busetas tendrán una restricción, pero no en horas pico, pues las latas de sardinas (carrocerías acomodadas en chasises de camión) tendrán que servir para el desplazamiento de los ciudadanos. Y, como no, los taxistas harán su agosto, todo por cuenta del enorme servicio que le prestaron a Samuel, difundiendo rumores contra Peñalosa en la campaña pasada.

Tomar una decisión de semejante calibre, y en medio de la incertidumbre económica que plantea este año, huele a improvisación. Posiblemente lo único que no fue improvisado fue la rueda de prensa de Samuel Moreno, anunciando las medidas… aunque el Alcalde demostró que también tiene dificultades para leer en público, pues hubiera leído mejor un niño de preescolar que el flamante mandatario capitalino.

En general, las medidas sobre movilidad que tomó la administración de Bogotá son facilistas y no enfrentan el problema real: el transporte público. Si a los bogotanos se les ofreciera un transporte público óptimo, puntual y eficiente, seguramente dejarían sus vehículos en la casa (con o sin restricción) e incluso el gobierno distrital podría promover la cultura de no usar el carro con temas ambientales como contribuir a evitar la contaminación por dejar el vehículo en casa.

Además, Moreno Rojas no podrá exhibir nunca más el asunto de la polución como un problema para la ciudad, pues con la decisión no solo reactiva la compra y uso de carros viejos, sino que impulsa la movilización de buses, busetas y colectivos que son verdaderas chimeneas ambulantes.

Del metro anunciado como el paraíso futuro del transporte capitalino, Samuel Moreno pasó a la restricción del vehículo particular, todo por su
ineptitud y falta de seriedad para gobernar a Bogotá.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

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