lunes, 3 de noviembre de 2008

Indicadores con efectos atroces

Las investigaciones que precipitaron la destitución de 27 militares no pueden abordarse únicamente desde la explicación simplista de los falsos positivos. Tampoco es una situación novedosa que de repente estalló en este gobierno, sino que demuestra la incapacidad del Estado colombiano para adaptarse con versatilidad a los rápidos cambios que vienen ocurriendo en el país.

Es fácil hablar de falsos positivos y sobre todo, meter en esa misma categoría todas las bajas y atentados que se presentan en Colombia, algo que resulta muy conveniente para los propagandistas del totalitarismo que gracias a esa generalización, terminan por arrojar un manto de duda sobre cada acción terrorista de las Farc.

Más allá de la propaganda, es importante analizar los motivos para que se hayan dado los crímenes atroces de los jóvenes de Soacha, por solo mencionar los que más visibilidad han tenido en los medios de comunicación.

Para comenzar, la situación no puede verse como la decisión de seres perversos que de repente decidieron ordenar o cometer el asesinato de decenas de personas inocentes. Hay estructuras,
políticas o deficiencias que han llevado a estos criminales a buscar atajos para lograr sus propósitos.

Uno de los factores decisivos son los
indicadores de gestión que se manejan al interior de las Fuerzas Militares. Desde la década de los 80 se oficializó el indicador según el cual, a mayor número de bajas, mayor éxito operacional del oficial y por lo tanto, mayores logros consignados en las hojas de vida.

Ese indicador era válido en la medida en que las Fuerzas Militares contaban con pocos recursos y operaban con un rezago logístico de casi medio siglo en una guerra que crecía día a día. Entonces, cualquier operación ofensiva, o cualquier defensa exitosa, no era la norma sino la excepción y por lo tanto, las bajas en las filas enemigas se convertían en situaciones extraordinarias que en medio de la confrontación, merecían un reconocimiento.

Incluso, en los primeros años del siglo XXI, la correlación de fuerzas no era favorable a las Fuerzas Militares, y las posibilidades operativas eran mínimas frente a las amenazas que se enfrentaban: estamos hablando de un ejército con un poco más de 200 mil efectivos frente a más de 60 mil alzados en armas que contaban con serias ventajas como el conocimiento del terreno, la intimidación de la población y el control real de las zonas en las que operaban. Mientras tanto, el Ejército no disponía de una adecuada logística de transporte y hasta ese momento se comenzó a actualizar el armamento y la tecnología para las operaciones de campo… ni hablar de la inteligencia, que brillaba por su ausencia.

Esa precariedad abrió las puertas para una aberración: los enemigos de mis enemigos son mis amigos. En otras palabras, algunas unidades militares y policiales, ante la imposibilidad operativa y la indigencia en la que tenían que operar, tomaron el camino fácil de utilizar a los grupos de Autodefensa como auxiliares que podían cumplir con las tareas sucias que la Constitución y la ley prohíben.

Mientras tanto, el indicador de gestión por número de bajas permanecía como elemento fundamental en las evaluaciones de desempeño de militares y policías, pues un combate en fase ofensiva seguía siendo una excepción.

Sin embargo, durante el gobierno Pastrana, los altos mandos habían diseñado un plan de modernización de las Fuerzas Militares. Con la bendición del gobierno, y el apoyo decidido de los Estados Unidos, empezó esa modernización y con ello, comenzaron a verse resultados operacionales. No obstante, dos factores seguían latentes sin que se les prestara mayor atención: la alianza criminal de unos militares con ejércitos privados ilegales y el indicador de gestión por número de bajas.

El plan de modernización ha seguido durante el gobierno Uribe, lo que ha permitido golpear seriamente las estructuras militares de las Farc. Con estas inversiones, las Fuerzas Militares lograron pasar de fase defensiva a fase ofensiva, lo que obviamente disparó el número de bajas en los indicadores de gestión de las diferentes unidades del país.

Transcurrido un tiempo, la modernización y la inversión en el aparato militar rindieron frutos y las Farc comenzaron a mostrar un estancamiento en el reclutamiento y posteriormente una curva descendente de unidades de combate: disminución de unidades operativas, deserción e incremento de abatidos en combate. Así mismo, las Farc tuvieron que replegarse, suspender la toma de poblaciones, los secuestros y la ocupación de vías para las pescas tenebrosas.

Sin embargo, el indicador de gestión por número de bajas no solo permaneció inmodificable, sino que la curva de buenos resultados había ascendido de manera tal, que en la nueva realidad (menos combatientes ilegales y menos enfrentamientos) era imposible mantener las cifras.

Desde hace varios años se viene insistiendo en el cambio de los indicadores de gestión, eliminando la similitud entre éxito operativo y número de bajas en combate. Incluso Martha Lucía Ramírez, en su paso por el ministerio de Defensa, dejó las bases para ese cambio. De igual forma, expertos como Alfredo Rangel han pedido insistentemente que los indicadores aborden temas como resultados en seguridad (disminución de delitos en la zona de influencia), desmovilización de combatientes, control de inteligencia para evitar secuestros y extorsiones y en general, privilegiar como único mecanismo de medición la seguridad real de los ciudadanos y no el número de cadáveres para mostrar ante los medios de comunicación.

Sin embargo los hechos demuestran que las modificaciones de la señora Ramírez y la voz de Rangel no han sido atendidas y hoy tenemos que presenciar la vergüenza de los falsos positivos que han costado la vida de decenas de colombianos inocentes, todo para alcanzar un buen indicador de gestión.

Además, esa alianza con los enemigos de mis enemigos creó un atajo criminal en el que la tercera generación de paramilitares facilitaba la cacería (¡qué horror!) de seres humanos para darlos de baja y presentarlos como caídos en combate.

Algunos piensan que todo esto se dio por la política de recompensas. Puede que algunas estructuras criminales se hayan beneficiado de ella al entregar las coordenadas en donde estaban los inocentes para hacerlos pasar como guerrilleros o miembros de las águilas negras. Pero para un grupo de narcotraficantes, 500 o mil millones de pesos no es una suma atractiva en medio de la danza de dólares que viven gracias a sus negocios ilícitos.

Esto parece corresponder a una mezcla de intereses que beneficia criminalmente a todos los implicados: a los militares por sus indicadores de gestión y a los narcoparamilitares porque esos resultados les permiten seguir operando sin presión.

De cualquier forma, es urgente la modificación de los indicadores de gestión, pues así por lo menos se desestimula la muerte como trofeo de guerra.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

1 comentarios:

Atrabilioso dijo...

8 Comments:



At <$Comentarios$>, Gaviota

Estoy de acuerdo con lo expuesto en este ingreso. La medición de eficacia por número de bajas, es degradante e inmoral. Un aspecto me sigue preocupando y es que, hasta ahora, uno es lo que el Estado dice que es. Si el muerto era presentado como guerrillero, entonces siempre fue guerrillero. Si el occiso era presentado como héroe, entonces héroe era.

Un problema muy complejo es esa posibilidad de etiquetar sin poder contar con derecho de pataleo. Creo que a pesar de que este caso devela un interés por eliminar esta aberración, no considero que cambiar personas sin cambiar la metodología, solucione el problema.

Saludos.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

GAVIOTA:
El body-count es un mecanismo universalmente aceptado en las guerras, pero no en la situación que enfrenta el país en los últimos 5 años.

Su primera preocupación tiene una explicación: en el enfrentamiento que se da en nuestro país, solo existe una voz para etiquetar las bajas, pues las contrapartes no tienen voceros y mucho menos la posibilidad de anunciar si los muertos eran o no de su bando.

En cuanto a la metodología, en el papel ya fue modificada, pero hay todavía unidades que privilegian el número de bajas sobre otros indicadores realmente importantes. Así las cosas, parece fundamental el cambio de personas que son las que siguen premiando el body-count sobre acciones de seguridad positivas.

Gracias por sus comentarios.


At <$Comentarios$>, Anónimo

Hola.

Interesante el tema y los comentarios. Yo prefiero 'acciones de seguridad positiva', lo que conviene mas a la mayoria, claro que asumiendo no hay manipulacion sobre esta.

Y prefiero el resultado final de seguridad, real, porque tanto # como 'etiqueta' parece que son susceptibles de 'maquillaje'.

Ahora, si a pesar de tener excelentes y reales resultados con acciones de seguridad positivas, todavia vemos violencia y sus consecuencias siguen dañando lo construido, pues solo resta asignar zonas para esta donde se den duro las partes sin consecuencias para otros.

Eso crea que terminaria siendo eventualmente el compromiso entre libertad y orden. Espero que una solucion bien lejana a los problemas sociales que aparecen consistentemente en el panorama, estan en la mitad del escenario siempre, y no nos dejan progresar y realmente superarnos como deberiamos acorde con el potencial que se percibe en los humanos.

Alguien deberia anlizar los derechos humanos, de nuevo.

Tunombre (nombre de otro perro)


At <$Comentarios$>, jaime ruiz

Un aspecto que no se tiene en cuenta es la situación de guerra: si somos víctimas de atropellos intolerables por unos criminales nos volvemos violentos y despiadados, si una comunidad tiene que hacer frente mediante la violencia a una amenaza, es normal que tenga que contar con los más desaprensivos y brutos. Esos crímenes los hay siempre que hay guerras, y quienes crean que la liberación de Rusia o de Francia e Italia del dominio nazi la hicieron unos angelitos idealistas sólo muestran una ignorancia y una vulgaridad que asustan.

Pero aun habiendo guerra esos crímenes son especialmente repugnantes, como todo el sicariato y todas las formas de tortura y degradación a que someten a la gente las bandas criminales (castración pedagógica, fútbol craneal, canibalismo, secuestro, etc.). ¿Será muy complicado entender que hay unos que no quieren que cese la guerra, que son los mismos que la empezaron y que para colmo son los mismos que promueven esa conciencia de agravio y enemistad inconciliable que es lo que permite a alguien cometer todas esas atrocidades? Cuando se piensa por qué ocurre todo eso siempre salen explicaciones diversas, sobre las que no puedo extenderme. Pero en medio de ellas, como requisito para que el primitivismo produzca monstruosidades semejantes, siempre está ese agente: la ambición de unos vividores que se sienten con derecho a escalar posiciones en la nomenclatura estatal a punta de asesinatos.

Los que han hecho eso no son personas del bando de los demócratas sino defraudadores y aprovechados con la misma disposición moral que Javier Giraldo y todos los angelitos de la izquierda democrática: en últimas ejercen de aliados suyos, y en lugar de estar trabajando por la liberación de los secuestrados o por la desmovilización de los guerrilleros, tarea por la que se les paga y que puede dar resultados muy gratificantes como la liberación del señor Lizcano, están contribuyendo a la misión de Giraldo y Gloria Cuartas: matar inocentes, ya que ahora las FARC están demasiado débiles para hacerlo.

Pero ¿alguien leyó la prensa del domingo? La larga lista de promotores del secuestro y el asesinato en masa que forman la nómina de El Espectador y en buena medida de El Tiempo y Semana ejercían de agraviados y víctimas y aprovechaban esa traición a la Seguridad Democrática para ¡condenar la seguridad democrática! Se nota que el posible desprestigio de las fuerzas militares les abre la tarasca y sienten como el vapor de la esperanza de volver a cobrar la Ley 002.

Y nadie debe engañarse: por la propia barbarie colombiana y por la guerra se cometen esas atrocidades, las cuales nos deben llevar a odiar más que nunca el odio y hacerle más que nunca la guerra a la guerra, a unirnos todos los que queremos que se respeten las urnas y la voluntad libre de los ciudadanos y deje de haber imposiciones de ningún asesino. A unirnos los que salimos en febrero con la consigna NO MÁS FARC para rechazar al bando del MÁS FARC, de los diversos canallas que firmaron la carta de reconocimiento a la banda asesina que promovió Piedad Córdoba.

No más mentiras, no más muertes, no más secuestros. Es el único horizonte razonable. Si de ese horrendo episodio los psicópatas vividores de la industria de la muerte de la llamada izquierda democrática sacan provecho, lo único que se asegura es que seguirán pasando cosas semejantes.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

ANÓNIMO:
Efectivamente lo utópico sería un enfrentamiento final en el que se supiera, de una vez por todas, quién controla qué. Pero eso se da en las guerras regulares e incluso lo hacen pueblos valientes.

Gracias por sus comentarios.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

JAIME RUIZ:

Coincido plenamente con usted y son aspectos que todavía no han llegado a la conciencia de la mayoría de colombianos. Leía la carta de los “intelectuales” y me llamó la atención la presencia masiva de ex magistrados y periodistas como Santos Molano. Esa carta, que está publicada en el foro del jueves, legitima a las Farc y pareciera un esfuerzo desesperado por darles nuevo aire. Incluso al leer las declaraciones del incompetente 'rey del despeje' se piensa de inmediato en los intereses que han rondado las supuestas intenciones humanitarias que han sido un rotundo fracaso y una enorme masacre para el país.

Su análisis resulta fundamental para entender la situación y para emprender nuevas acciones tendientes a la construcción del país.

Un abrazo.


At <$Comentarios$>, Anónimo

Como es habitual, el escrito de Atrabilioso no va al fondo del problema sino que se desvía en hechos acomodados para que, al final de todo, la tragedia de la cacería humana (que sólo le merece un qué horror entre paréntesis y en minúscula) quede en un debate técnico sobre unos indicadores. Gracioso...

Veamos: "Tampoco es una situación novedosa que de repente estalló en este gobierno,"

No por supuesto, este Gobierno, (sí señor con mayúscula), le tocó recoger los destrozos de todo lo anterior y después de este Gobierno nadie tendrá que recoger sus destrozos pues todo quedará limpio gracias a él. (siempre la idea es dejar ese tufillo que los problemas vienen de atrás y que este Gobierno llega a solucionarlos todos sin crear ni uno más... técnica ya conocida como todos los debates con retro visor).

Continuemos:

"incapacidad del Estado colombiano para adaptarse con versatilidad a los rápidos cambios que vienen ocurriendo en el país."

Mi Señor, la incapacidad NO ES del Estado sino del Gobierno o de los Gobiernos. Aquellas clases universitarias que Ud. tanto vilipendia le vendrían bien para recordar que el Estado no es capaz o incapaz de alguna cosa, pues son los Gobiernos quienes controlan al Estado y los Gobiernos son quienes se adaptan o no a las nuevas situaciones modificando instituciones, políticas etc. En nuestro caso la política de seguridad democrática es inmune al tiempo como usted lo señala. Ni el "experto" Alfredo Rangel (quemado al senado por cambio radical, dirigente de una fundación financiada por el Gobierno) ni la Ex Ministra de Defensa (con mayúscula también) Martha Lucía Ramírez, (dueña de una empresa que negocia con la política exterior colombiana y cuyo pasó por el Ministerio de Defensa (con mayúscula también) no se recuerda especialmente por su brillantez, han logrado convencer al Gobierno de variar los "indicadores".

Aquí su frase magistral:
"es importante analizar los motivos para que se hayan dado los crímenes atroces de los jóvenes de Soacha,"

Por supuesto que sí!!
Y no son los indicadores, o el gobierno Pastrana (este Gobierno, va con minúscula pues se acompaña de su inmediata descripción, cuando está sola la palabra Gobierno va con mayúscula mi letrado amigo), o la sordera del gobierno Uribe ante la sabiduría de Rangel o de Ramírez los culpables de estos crímenes atroces.
O sí mi señor? O SI??

Cierro mi lectura de su curioso escrito con su frase:
"Hay estructuras, políticas o deficiencias que han llevado a estos criminales a buscar atajos para lograr sus propósitos."

Al tratarse de estructuras políticas, seguramente nada tienen que ver con la manera de hacer política propuesta por este Gobierno,(la política que compra los medios masivos de comunicación, del voto de opinión pública manipulada y de la recompensa incluso por una mano humana cortada, pero ante todo un Gobierno T R A N S P A R E N T E)

Por supuesto que las deficiencias no pueden estar allí..

se trata simplemente de unos indicadores

¿Sabe qué le hubiera quedado mejor y más sincero?

Un simple : Estas cosas pasan cuando se está en la guerra... estos crímenes atroces pasan cuando se combate...

Ah! pero no! olvidaba que no se trata de una guerra y que a pesar de que Usted habla de "estructuras militares" esto no es una guerra sino una lucha contra el terrorismo... y combates, por supuesto que combates no hay.. lo que hay son actos de terrorismo!!!

Ahora entiendo el sentido de su escrito!

Si variamos los indicadores seguramente resolvemos el problema!!

Profundo!


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

ANÓNIMO:
Resulta curioso que usted afirme que la tragedia de la cacería humana solo queda en un debate técnico sobre unos indicadores, cuando se está afirmando que es uno de los aspectos a evaluar y reformar para evitar semejante situación. Le podrá parecer gracioso el asunto de señalar el body-count como un elemento nocivo, pero ese tema ha sido discutido con seriedad y profundidad desde los tiempos de la guerra de Vietnam y en varios ejércitos del mundo en permanente confrontación, se ha eliminado ese elemento.

A usted le molesta que se consigne la realidad de que los problemas vienen de atrás… lástima, así le moleste, muchos de los problemas son estructurales y ciertamente los ha tenido que asumir el Gobierno. Pero la “técnica” del retrovisor que a usted tanto le fastidia es fundamental para entender algunos de los elementos históricos que han permitido que se llegue a las situaciones denunciadas: ojalá el país utilizara más el retrovisor y menos la disección de las coyunturas… pero hacen falta historiadores serios que sean capaces de hacerlo.

Usted sostiene que la incapacidad no es del Estado sino de los gobiernos. Sin embargo, los gobiernos y sus programas son elegidos por los asociados del Estado, y ha sido ese mismo conglomerado que integra el Estado el que ha sido incapaz de avanzar al ritmo de los cambios: ¿El aparato judicial no es poder del Estado? ¿El poder legislativo no es una rama del Estado? ¿Las Fuerzas Militares son del Gobierno o del Estado?

Aquellas clases universitarias que usted tanto vilipendia… ¿Me podría mostrar en qué parte vilipendio las clases universitarias? Esas clases que me hicieron falta… Su afirmación encaja perfectamente en una hermosa frase de Benjamin Franklin: “El que se enorgullece de sus conocimientos es como si estuviera ciego en plena luz." Para la muestra el botón en el que usted asegura que el Estado no es el actor.

Sartori, por ejemplo, dice que el Estado es la síntesis de todas las contradicciones que existen en la sociedad. A su turno, Bluntschli lo define como la personificación de un pueblo. Jellinek señala que el Estado es la agrupación humana sedentaria con un poder de mando originario y más adelante, Duguit dice que el Estado existe y existió allí donde hubo una relación entre gobernantes y gobernados en orden a la solidaridad social.

Uno de los aspectos más importantes son los elementos del Estado: el territorio, la población, el gobierno y la soberanía. Así las cosas, su afirmación según la cual el Estado no es capaz o incapaz de alguna cosa es por lo menos una visión miope de lo que significa un Estado y de los elementos que lo constituyen.

En el caso particular de los indicadores, insisto, fue el Estado en su conjunto vivo, el que fue incapaz de adaptarse a las nuevas realidades. Otra cosa es que la mayor responsabilidad se les atribuya a los gobiernos por regir los destinos del Estado. Pero aquí se presentó una crisis del Estado como tal, en su conjunto de fuerzas vivas.

Que Alfredo Rangel se haya quemado en unas elecciones no significa que no sea experto en un campo del conocimiento y la Fundación existe mucho antes del actual Gobierno. La ex ministra de Defensa dejó las bases, consignó las normas y éstas no fueron atendidas por algunas unidades militares.

Usted busca solo culpables, mientras que yo busco las causas de los hechos, pues su posición solo sirve para castigar y no para corregir el rumbo.

Finalmente, su resumen de lo que me hubiera quedado mejor y más sincero es irrelevante y desafortunado: los indicadores son importantes, pues son los que motivan ascensos, vacaciones y días de permiso, es decir, buena parte de lo que ha generado la abominable situación de los desaparecidos.

En lo único que coincido con usted es que si se varían los indicadores y se asumen de acuerdo al panorama actual de la confrontación, el problema se reducirá, aunque no se acabará, pues siempre se darán situaciones de criminalidad al interior de un Estado acosado por factores como el narcotráfico y la irrelevancia que se les otorga a temas fundamentales como la vida y el respeto.

Un abrazo y gracias por sus comentarios.