lunes, 17 de noviembre de 2008

Dios mío, ¿qué han hecho?

Millares de familia han perdido sus ahorros en las pirámides por culpa del pánico económico que han creado los canales nacionales de televisión, y no se sabe hasta qué punto, también la policía y las más altas autoridades civiles, inducidos por éstos. ¿Qué burócrata se resiste?

Ni la ignorancia de periodistas y reporteros en temas financieros y economía popular, ni la buena fe que pudiera haber detrás de la alharaca nacional, mucho menos la lucha por el rating, justifican el daño causado; ni tranquilizará sus conciencias.

Pregunto hasta qué punto les está permitido a los periodistas emitir juicios públicamente de cuanto ven y cuanto oyen, sin estar preparados académicamente y faltando al principio de objetividad que debe regirlos. Es inaceptable que amparados en el principio de libertad de expresión, se dediquen a juzgar todo lo que se les venga en gana, sin ninguna responsabilidad sobre las consecuencias de hacerlo a través de los medios masivos de comunicación.

No más imaginen que se hiciera lo mismo que se ha hecho con las pirámides, con una acción en la bolsa o con un banco. O con un constructor, o con cualquiera que capte dinero del público. No es necesario imaginarlo: no dudo que en el “crash” de las bolsas más importantes del mundo, el papel de los medios masivos fue determinante.

La informalidad y/o la ilegalidad –que aún está por demostrarse- mucho menos la alta rentabilidad, justifican el pánico económico que arrasó con los ahorros de mucha gente humilde. Lo peor es que los negocios estaban funcionando; a la gente le estaban pagando sus intereses, por eso cada vez había mas clientes; los empresarios estaban cumpliendo con sus obligaciones, y no se sabe cuantos, ya habían salvado el capital y solo arriesgaban lo ganado: es lo racional en los negocios de alto riesgo, desde los casinos hasta las bolsas de valores, y nadie ingresa en ellos a la fuerza.

Partamos del hecho de que no hay negocio ciento por ciento seguro, ni perdurable, salvo los que cuentan con protección estatal. El riesgo está inherentemente ligado a toda actividad humana, y cada quien tiene un nivel tolerable de exposición al mismo. Los grandes empresarios se apalancan con dineros de los inversionistas, capital de riesgo le llaman –eso hacen entre muchos más, las empresas inscritas en las bolsas- y quienes los aportan saben que pueden perderlo todo o ganar más. El estimulo no es otro que la rentabilidad; por eso de los negocios muy riesgosos se exige una alta rentabilidad.

Eso en el sector formal de la economía. En el sector informal sucede igual, solo que la gente pobre tiene otra manera de hacer negocios y de exigir el cumplimiento: se prestan dinero a altas tasas y sin ningún documento de garantía; se venden bienes raíces con una minuta escrita por quien vende; la herencia que dejan al morir los padres es de quien este usufructuando el bien; la casa es de quien la construye sin importar quien es el dueño de la tierra; y se fían en las tiendas, entre muchas otras prácticas.

El que incumple paga con la vida. Para ellos el Estado no existe como no sea para ser objeto de los programas sociales. Esa es la realidad y no se cambia con cámaras de televisión ni escándalos públicos.

No creo en las exageraciones de los periodistas y los afectados. ¿Si creen que alguien va a vender o a hipotecar su casa (a menos que tenga mas de una) para entrar en negocios financieros? ¿Y no creen que ya muchos sacaron sus utilidades y solo arriesgan las ganancias obtenidas?

Lo normal es que los individuos sopesen entre riesgo y rentabilidad antes de invertir, y una industria de lo que sea, también los tiene. Por mucho que en ese caso quedan los activos fijos, nadie asegura que se pueda vender, ni que el valor de mercado sea igual que lo invertido en él. Y en caso de quiebra, a los tenedores de acciones es a los últimos que se les paga, si algo queda después de pagar acreedores.

Por ignorancia, no mas que por eso, agravaron el problema que querían evitar, y ahora le tocará al Gobierno, o a los medios, para ser justo, recompensar tanta tragedia.

Por Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.

1 comentarios:

D. dijo...

Esta columna me parece inaceptable. La única manera de que alguien no pierda su inversión en una pirámide es consiguiendo nuevas víctimas que financien el dinero con el que le primero se retiraría.

El escándalo de los medios no es el problema, ni el pánico, que no es más que un catalizador de lo que de todos modos iba a pasar algún día. Pero mientras antes pase, mucho mejor, menos personas estarán perdiendo su dinero.

¿O prefiere reproducir la historia de Albania donde más de la mitad de la gente llegó a estar metida en las pirámides y para cuando el sistema colapsó, hubo miles de muertos?