jueves, 4 de septiembre de 2008

Primeros síntomas de justicia ciudadana

Una sociedad que confía en su sistema judicial no recurre al castigo por mano propia. De hecho cuando un ciudadano sabe que si alguien comete un delito, las autoridades serán eficientes y eficaces para capturar al criminal y procesarlo, ese ciudadano no tomará la decisión de perseguir al victimario y vengarse.

Sin embargo, para que la ciudadanía llegue a la decisión de auto defenderse se necesita recorrer un largo camino de abusos, amedrentamiento, ineptitud y dolor que sirven de caldo de cultivo para que surja la decisión de castigar al victimario. También la ciudadanía llega al punto en que se siente abandonada por la justicia y decide dar lecciones, pero ejemplares, para que los delincuentes lo piensen dos veces antes de cometer sus fechorías.

Ese proceso tiene un punto de quiebre: cuando la sociedad sobrepasa el temor y enfrenta al criminal ante la certeza de que los beneficios judiciales evitarán el castigo justo por el delito cometido.

La semana pasada ocurrieron tres casos que evidencian el cansancio de la sociedad frente a la impunidad y al abandono. Un grupo de taxistas
linchó a dos ladrones que habían asaltado a uno de sus compañeros. Cuando la policía llegó al sitio, a unos pocos metros del Concejo de Bogotá, encontró muerto a uno de los delincuentes, mientras que el otro fue rescatado antes de morir como consecuencia de la paliza que le estaban propinando los enfurecidos ciudadanos.

Otro caso de sobrepasar el temor y defenderse se registró en Cúcuta. Dos hombres en moto asaltaron a una mujer y la despojaron de sus pertenencias. La señora decidió
perseguirlos en su vehículo y unos kilómetros más adelante los delincuentes se estrellaron contra una torre de luz: uno murió y el otro se recupera en algún hospital de la capital de Norte de Santander.

El tercer caso se registró en un municipio de Cundinamarca. Un hombre ingresó a un centro asistencial después de violar a su hija de cuatro meses de nacida. La niña falleció durante la violación y el depravado no pudo deshacerse del cuerpo. Cuando el individuo llegó al centro asistencial, el celador, al ver la indescriptible monstruosidad, desenfundó su arma y disparó contra el pederasta.

Son tres situaciones que tienen dos elementos en común: la convicción de la impunidad para los delincuentes, es decir, la certeza de que no se hará justicia y el hastío de los ciudadanos ante la delincuencia, lo que genera, después del sentimiento de impotencia, una respuesta rabiosa y contundente contra el criminal.

Puede resultar sencillo señalar a los culpables: algunos dirán que eso se debe a la ineficiencia de la Policía, pero esa sería una justificación facilista que no explica por qué, en la mayoría de ocasiones, los delincuentes son reincidentes que tienen un prontuario largo y tenebroso.

Un poco más allá se podría decir que la culpa es de los jueces que deciden dejar en libertad a los delincuentes, pero hay que considerar que los jueces disponen de unas herramientas y un marco jurídico específico del que no pueden salirse.

Entonces se podría señalar que la ley es laxa y que parece diseñada para favorecer a los criminales y dejar sin reparación a la víctima. Seguramente esa es una de las explicaciones para que el delito se convierta en una profesión en la que se toman algunos cursos intensivos en los centros penitenciarios colombianos.

¿Quién hace esas leyes? ¿Quiénes dictan la jurisprudencia? Es a esos sectores a los que hay que señalar, porque se han dedicado a otros asuntos y no a optimizar la legislación en materia penal. En el Congreso de la República ocurre que a su ilegitimidad se suma la inoperancia y ausencia de compromiso para combatir el crimen desde la posición encomendada. Tampoco el aparato judicial, específicamente los magistrados que dictan jurisprudencia, han aportado mayor cosa para evitar la impunidad de los delitos de poca monta pero de alto impacto. Las cortes se rasgan las vestiduras por los
derechos de los victimarios, pero pasan indolentes por encima de la justicia a la que tienen derecho las víctimas.

También el Gobierno tiene una cuota de responsabilidad al no impulsar proyectos de ley que sean realmente ejemplarizantes para los criminales, aunque es necesario admitir que hay un trabajo significativo para mejorar el pie de fuerza de la Policía, lo que disuade a los delincuentes y permite algún grado de prevención en cuanto a la seguridad ciudadana. Y es un gran esfuerzo fiscal que por supuesto
enardece a los que protegen a los delincuentes.

Pero tener un pie de fuerza enorme sin una justicia pronta y eficaz es un contrasentido: de nada sirve que un policía atrape a un delincuente, si a las pocas horas un juez, basado en la legislación existente, lo deja en libertad o peor aún, pese al grado de crimen, le otorga la casa por cárcel: ¿cómo es posible que un violador en Valle haya recibido la detención domiciliaria porque el juez consideró que el depravado no era un peligro para la sociedad? ¿Cómo va a aceptar la sociedad que
una persona acusada de secuestro y de tener vínculos con una organización terrorista “altruista”, sea considerada por la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio Público como alguien que no representa ningún peligro para la sociedad?

Todo suma en el caso de la percepción de seguridad y lo cierto es que la ciudadanía se siente cada vez más desprotegida, con sus derechos cada vez más vulnerables frente a la delincuencia y sin un Estado que le garantice un mínimo de seguridad y de justicia. Cuando eso ocurre, ya lo hemos visto en Colombia muchas veces y a un costo muy alto, la gente opta por la defensa propia y por cobrar los crímenes de manera sumaria, pues existe la convicción generalizada de que al delincuente no le pasará nada y que después de unas pocas semanas en la cárcel, estará nuevamente en las calles.

Las decisiones ciudadanas no se pueden tomar como casos aislados: son alarmas que muestran una realidad más allá de las encuestas, del sesgo judicial y de las arengas de “no más plata para la guerra”… los ciudadanos nos sentimos vulnerables y sin confianza en las instituciones que deben garantizarnos el acceso a la justicia y eso conduce, inevitablemente, a la defensa propia y a la venganza desbordada que desprestigia aún más a la justicia colombiana.

Por Jaime Restrepo. Director de Atrabilioso.

1 comentarios:

Atrabilioso dijo...

11 Comments:



At <$Comentarios$>, DieGoth

Jaime, es cierto que el punto más delgado de la cuerda está en las leyes no tanto en los jueces y menos en la policía.

Pero aún así no tiene sentido que un tipo viole a su propia hija hasta matarla (supongo que era muy pequeña) sólo porque cree que la policía no lo va a capturar o que el juez no lo va a condenar.

El problema en realidad es alimentado principalmente por un nivel de ignorancia profundísimo combinado con un coeficiente intelectual bastante bajo.

El que comete el crimen en la mayoría de los casos no tiene formación moral alguna. Nunca creció aprendiendo a diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Aprendió a vivir por su cuenta sin importarle los demás. Además no tiene la inteligencia suficiente para saber que tener un antecedente judicial grave sólo le cierra puertas en su vida, y ni siquiera para entender que si comete un crimen realmente lo más probable es que en algún momento de su vida termine preso por ese o por algún otro crimen que haya cometido.

Para mí la principal causa de tanto crimen no es ni la impunidad ni la ineficiencia de ningún funcionario sino una combinación de pobreza que genera una enorme cantidad de individuos con el cerebro atrofiado y un nivel de educación realmente primitivo.

Por eso ni después de que algunos criminales llegan a tener mucho dinero se detienen. Simplemente siguen porque su comportamiento es instintivo, restringido al hipotálamo y se rigen por un instinto que es parecido al de los animales, aunque no condicionado a la supervivencia sino simplemente a la destrucción ajena y la propia.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

DIEGOTH:
Estoy completamente de acuerdo con lo que usted afirma. Sin embargo, mi intención no es señalar a los delincuentes, ni explicar su conducta, sino motivar alguna reflexión sobre un problema que está surgiendo con mucha fuerza en Colombia: los ciudadanos que están respondiendo con justicia por mano propia ante los delitos.

Se que el asunto no es nuevo, pero en los últimos meses se multiplicaron los casos y eso, a mi juicio, se explica en que el ciudadano siente una creciente desconfianza por la justicia y la ley.

Gracias por sus comentarios.


At <$Comentarios$>, Electrocutado

Como no desconfiar de la ley cuando un violador sale libre o le dan casa por carcel disque porque no es un peligro para la sociedad.
Como no desconfiar de la ley si dos asesinos son liberados porque la policia no hizo bien su trabajo.
Como no desconfiar si los jueces pasan por encima de la ley, investigan a quien no tienen jurisdiccion para hacerlo, la trasgreden, se sienten dueños de la moral y no explican sus actos inmorales.
y como tener una ley fuerte, si medidas como el endurecimiento de los requisitos para el porte de armas, presentado por sectores de izquierda, ni siquiera tuvo debate ni fue impulsado por alguno de los miembros de la coalición opositora.
Mi colombia se esta enfrentando al reto de tomar decisiones drasticas para terminar de pasar el charco.


At <$Comentarios$>, Anónimo

Un analisis bastante acertado, pero profundizando un poco mas,
creo que un agravante en la legislacion es el hecho que se dictan leyes copiadas de constituciones de paises "civilizados" donde los ciudadanos tienen un nivel de respeto por las leyes y los derechos ajenos mas desarrollado. Con nuestra tan mal famosa "malicia indigena", estoy seguro que los criminales se orinan de la risa cuando son condenados a cumplir su sentencia con la casa como carcel. Y que tal el chiste de dejarlos en "libertad condicional" para que se presenten a juicio en una fecha futura.
El castigo para que sea efectivo debe de ser inmediato y severo. Hay muchos buenos ejemplos de paises donde el crimen era un problema grave y como lo resolvieron por medio de la aplicacion de castigos ejemplares. En la decada de los 20s en el Japon ejecutaban a los asesinos decapitandolos, le cortaban las manos a los rateros y luego colgaban estas en tablones que eran puestos en exhibicion en la plaza del pueblo. Aunque para estos tiempos es tal vez "un poquito exagerado" ese proceso creo que no caeria mal en nuestro pais. Claro que tendriamos un problema mas, pues como harian los lagartos politiquero, perdonen la redundancia, para firmar contratos.


At <$Comentarios$>, ERAGON

Congreso legislando para mejorar el bienestar del pueblo? Carajo que sinsentido. Eso no es lo que se ve.
La Corte y los jueces administrando justicia? Carajo que sinsentido. Eso no es lo que se ve.
El gobierno administrando los bienes de la nación para mejorar el bienestar del ciudadano común?Carajo que sinsentido. Eso no es lo que se ve.
Entonces que queda? La justicia de hecho y el rebusque a más no dar, así de sencillo.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

ELECTROCUTADO:
Usted enumera algunos de los componentes de la desconfianza que lleva a algunos a tomar la justicia por su cuenta. Sin embargo creo que ese es el camino fácil, el atajo como diría Mockus, para solucionar los problemas.

Y no estoy diciendo que usted sea atajista, pues está sintiendo un abandono que lleva a los seres humanos a buscar alternativas y cobrar las cuentas pasando por encima de un aparente orden que en realidad no los protege. Si la justicia no otorga una dosis de satisfacción, de venganza dosificada para una ofensa recibida, la tendencia normal (no por eso justificada) es a buscar la vindicación por fuera del marco legal.

Su última afirmación me parece preocupante: tomar decisiones drásticas tiene implicaciones muy complejas que prefiero dejar en el tintero.

Gracias por sus comentarios.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

ANÓNIMO:
Desde mi perspectiva el asunto es que la legislación y su aplicación nunca han sido prioridad en Colombia. Quienes tienen la obligación de crear las leyes asumen una actitud facilista de copiar y hacer algunos cambios formales, pero dejan de lado la realidad de las implicaciones de la aplicación de esas leyes en nuestro medio. De igual forma es bueno recordar una frase que durante décadas hizo carrera en nuestro país: “la justicia es para los de ruana”: solo se intentaba aplicar la norma para aquellos que no tenían dinero para defenderse.

Pero en la mayoría de ocasiones, para nadie había justicia: el porcentaje de impunidad en delitos como el homicidio, por allá a finales del siglo pasado, era del 95%, cifra que ha mejorado levemente pero no de manera significativa para que la sociedad sienta que tiene acceso y equilibrio en la justicia.

Si a lo anterior sumamos una legislación garantista para el delincuente, y sesgos políticos que llevan a los creadores de las leyes a decir que los investigados “tienen que demostrar su inocencia”-lo escuché del senador Cristo hace unos pocos días- pues el asunto se relaciona más con la incapacidad y la conveniencia de los que redactan las leyes y las ejecutan, que con quienes se tienen que plegar a ellas.

Con todo lo anterior no estoy descalificando en ningún momento su comentario, pues siento que tiene razón en cuanto a la disposición de los ciudadanos de acatar las leyes.

Gracias por sus comentarios.


At <$Comentarios$>, Atrabilioso

ERAGÓN:
Usted habla del Congreso y yo solo pido que legislen para que se eviten que los ciudadanos tomen la justicia por su cuenta. No creo que el bienestar del pueblo se logre por las leyes, sino que éstas deben disponerse para conformar un marco que fije los límites para la convivencia, el respeto de los derechos y el cumplimiento de los deberes.

Sin embargo lo preocupante es que su conclusión, ”¿entonces que queda? La justicia de hecho” fue a la que llegaron muchos colombianos a lo largo de la historia y fue la que llevó a la creación de las Autodefensas, del monstruo del paramilitarismo, de la atrocidad de lo que se conoció como guerrilla y de los poderes que se han consolidado a partir del narcotráfico.

Por eso es necesario buscar soluciones desde la perspectiva individual, respetando la ley, siendo portadores de valores y principios y sobre todo, asumiendo como un modelo de vida el respeto por los derechos ajenos. Fíjese que yo no creo que la primera solución provenga de más leyes, o del Estado mismo, sino de que cada persona asuma un compromiso como ciudadano. Pero es solo una quimera…

Gracias por sus comentarios.


At <$Comentarios$>, ERAGON

Tu lo has dicho don atrra.Es una quimera.Lo unico que queda es enseñarles e inculcarles a nuestros hijos y nietos valores para una convivencia digna y en paz, sin atropellos de ninguna clase.


At <$Comentarios$>, Anónimo

Diegoth, en desacuerdo con que es ignorancia y bajo IQ. Porque ocurre tambien con gente que es lo contrario, al menos que tienen la capacidad para superarlo, para cometer su crimen.

Yo creo que se trata de la perdida de valores humanos, asi sea temporal: todo se convierte en un objeto, de ahi la insistencia en ese tema, en que esa tradicion es nefasta y contra el desarrollo del potencial que suprime. En ambas direcciones.

Diario hay mensajes subliminales hacia eso, y finalmente lo vemos 'aplicado'.

Ponte en los zapatos de los familiares.

Pero bueno ocupa a trabajadores del area... confiemos en su buena voluntad, o no?

MTR


At <$Comentarios$>, DieGoth

MTR, ayer el tío de un niño mordido por un perro callejero que apenas era alimentado por una vecina buscó una escopeta, encontró a la señora en un salón de belleza y la mató de un disparo. Eso pasó en Pereira.

Eso sólo pasa en los lugares donde la gente crece despreciando la vida humana pero al mismo tiempo llevando una vida totalmente hueca. ¿A quién se le ocurre que un mordisco en la oreja de un sobrino merece la pena de muerte hacia alguien que ni siquiera era la dueña del animal agresor sino sólo alguien que lo alimentaba?

El tío del niño en ningún momento se puso a pensar si valía la pena convertirse en prófugo de la justicia con una condena larguísima a cuestas sólo por quedar "bien" con el niño. Y dudo mucho que ese niño esté "agradecido" con su tío.

Lo que pasa es que la gente no está pensando. Realmente no les importa nada, ni ellos mismos