viernes, 15 de agosto de 2008

Para leer

Buscando en Internet la versión española de “The age of the turbulence”, el libro de Alan Greenspan que no había logrado encontrar en Colombia (ya llegó), hallé también el último de Barak Obama, “La audacia de la esperanza”, así que me compré los dos.

El de Greenspan, republicano, defensor de la economía de mercado, es un análisis de la economía mundial –y americana- vista por quien estuvo al frente de la Reserva Federal durante mas de un cuarto de siglo, y capoteó la crisis del 11-S, el derrumbe de las punto com, y el escándalo de Enron, Worldcom y Global Crossing, entre otras; y el segundo, el de Obama, demócrata -y para mi sorpresa, también defensor de la economía de mercado- igual análisis, pero desde el punto de vista del político.

Excelente parangón. Se pueden y se deben leer simultáneamente. Dos visiones, iguales en el fondo, aunque distintas en el enfoque.

Ambos están escritos de manera anecdótica, pero el de Greenspan es un libro de texto (didáctico) que hay que leer con algunas bases previas de economía, y mucha concentración; mientras que el de Obama -populista y sin tecnicismos- se lee como una novela.

“… lo que me sorprendió –escribe Obama- es lo modestas que eran las esperanzas de la gente y lo mucho que tenían en común independientemente de su raza, procedencia, religión y clase social. La mayoría creía que cualquiera que estuviera dispuesto a trabajar debería poder encontrar un trabajo con el cual ganarse la vida. Pensaba que la gente no debería tener que declararse en bancarrota por el solo hecho de enfermarse. Pensaba que todos los niños tenían el derecho a recibir una buena educación –que eso no debería quedarse solo en palabras vanas- y que esos mismos niños deberían poder ir a la universidad aunque sus padres no fueran ricos. Querían sentirse seguros, a salvo tanto de delincuentes como de terroristas, querían aire limpio, agua limpia, y poder pasar tiempo con sus hijos. Cuando fueran adultos querían poder jubilarse con dignidad y respeto. Y básicamente eso era todo. No era demasiado”.

Y en otro aparte, “No hace falta ninguna encuesta para saber que la inmensa mayoría de los americanos –sea republicano, demócrata o independiente- están hartos de la zona muerta en que sea ha convertido la política, en la que los intereses que representan a muy pocos tratan de conseguir ventajas, y las minorías ideológica intentan imponer su particular versión de la verdad. Seamos del estado rojo o azul, sentimos en nuestras entrañas la falta de honestidad, rigor y sentido común del debate político y nos disgusta lo que parece una retahíla continua de alternativas falsas o idénticas.”

Especial interés despertará en el lector el prólogo; el capitulo cuatro, en el que analiza el efecto nocivo sobre la política de las fuerzas institucionales -dinero, medios, grupos de interés, y el proceso legislativo- que asfixian hasta al mejor intencionado de los políticos; el capitulo cinco, el capitalismo de mercado y los efectos de la globalización; el ocho, la política exterior norteamericana, y el nueve, la familia vista desde su experiencia personal.

También aproveché y compré, "Mi vida” de Bill Clìnton, un libro de más mil paginas (12 USD), y “Chiquita”, del cubano Antonio Rodríguez, premio Alfaguara 2008 a la mejor novela (13 USD). Multiplique y compare.

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena. Especial para Atrabilioso.
myances@msn.com

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