lunes, 9 de junio de 2008

Mujeres frenteras

Parece que en Colombia, las mujeres son las únicas que tienen el valor de afirmar en público sus convicciones y lealtades. Piedad Córdoba, Rocío Arias, Eleonora Pineda y hasta la misma Yidis Medina son muestras fehacientes de que son ellas las que le ponen el pecho a la brisa y dicen lo que piensan y son sus faldas las que esconden a cobardes como los políticos relacionados con los paramilitares o con el terrorismo, o a opositores y directores de medios que elaboran truculentas estrategias para derrocar al Presidente.

En días pasados, Piedad Córdoba
afirmó que "Aquí en Colombia necesitamos muchos Gaitanes vivos, muchas Policarpas Salavarrieta, vivas; muchas Marías Cano, vivas; muchos Camilos Torres, vivos, y muchos hombres que sean capaces de resistir la lucha, así como lo hizo también Manuel Marulanda, luchando contra el establecimiento".

¿Se podía esperar una posición diferente de Piedad Córdoba? Ni el más iluso de los colombianos admitirá que la declaración lo tomó por sorpresa. Sin embargo, mientras algunos se rasgan las vestiduras por la osadía de convertir en héroe al fallecido (¿dado de baja?) cabecilla terrorista, otros intentan desviar la atención para indicar que SOLO al Gobierno le indignó el discurso de la senadora.

Ambas posiciones son hipócritas: Aquellos que le dicen a Piedad Córdoba que
así no se hace son solo cobardes que quieren dejar ocultas las simpatías y vínculos con el proyecto totalitario de las FARC y compañía, porque además de la mala imagen, no resulta conveniente en la actual coyuntura el mostrar cercanía y afinidad con el brazo armado del totalitarismo chavista.

No es, en todo caso, una reprimenda por el fondo del mensaje, sino por la forma y por lo inoportuno que resulta, pues los que han defendido a la senadora liberal se toparon con una mujer que dice lo que piensa y siente, sin guardar apariencias y sin importarle demasiado las consecuencias para aquellos que han salido como perritos falderos a apoyarla.

La lista de los que quedaron “colgados de la brocha” por las declaraciones de Piedad Córdoba es larguísima, comenzando por el Polo Democrático Alternativo, que ha recibido el apoyo entusiasta de Piedad al punto de permitirle que se ubicara en la tarima de los ganadores cuando salieron vencedores en las elecciones para la alcaldía de Bogotá.

Es evidente que Piedad Córdoba siente que sus ideas, simpatías y compromisos están mejor representados en el Polo que en el partido Liberal, incluyendo, por supuesto, la ambivalencia polista con respecto a las FARC… ¿Qué dirá el PDA sobre el llamado de la senadora a convertir en héroe al sobreviviente de Marquetalia? Una mujer dijo en público lo que ellos no son capaces de repetir ni de admitir ante el país: los dejó como a simples cobardes.

Otros que seguramente deben estar pensando cómo salir de semejante embrollo son algunos columnistas que se convirtieron en escuderos de la senadora, como
Ramiro Bejarano: el abogado del magistrado César Julio Valencia Copete es un defensor furibundo de la Senadora, de quien ha dicho que “es un baluarte de la democracia y de la dignidad, duélale a quien le duela”. Es evidente que Bejarano comparte una amplia porción del pensamiento cordobista cuando ella muestra como adalid de la democracia a un terrorista (cosa que desde hace mucho tiempo los colombianos tenemos clara) y él la declara como un baluarte de dicha democracia.

Todo el país conoce de tiempo atrás la simpatía que siente la Córdoba por las FARC y todo lo que representan para el proyecto totalitario de Hugo Chávez. Resulta entonces difícil que un columnista que se pasea en las altas cortes y en los cocteles de lagartos y manzanillos, no supiera la cercanía de la senadora con las FARC y en consecuencia, que su defensa no incluyera el compartir ideales y métodos políticos.

El partido Liberal, al que alguna vez la señora Córdoba llamó
un partido de traquetos, tampoco sale bien librado de las declaraciones, pues una cosa es la tolerancia de posiciones ideológicas y otra muy distinta es el discurso de quien fuera codirectora de ese partido.

En un intento vano por salvar las apariencias, César Gaviria salió a “
regañar” a la señora Córdoba: "Piedad tiene que reflexionar sobre eso y empezar a mirar que con esa actitud le hace daño a nuestra democracia y al propio liberalismo.”

A Gaviria le molesta la actitud, en otras palabras la posición sincera y coherente de Piedad Córdoba, pues eso le hace daño, dice Gaviria, a la democracia y al liberalismo. Es, hasta aquí, solo un llamado de atención por la forma y no por el contenido del discurso cordobista.

Pero al referirse al fondo del mensaje, Gaviria hace unas
declaraciones que intentan deslindar al liberalismo de las formas estilo Piedad, mostrando que la senadora se está quedando aislada en sus pronunciamientos: "Ella no tiene nada que decir de los actos barbáricos de las FARC de las torturas a los secuestrados. Piedad tiene todo el derecho a creer que la única política válida es la política de hablar con a guerrilla, pero ella no puede convertirnos esto en esas voces de elogios sin límites para las FARC porque francamente le está haciendo daño a la democracia (…) No puede ser que no haya nada que decir contra las Farc por parte de Piedad y que eso es una maravilla y que no merezca ni siquiera un reproche. Estoy esperando a que Piedad reflexione, el partido no quiere estar en eso. Ella se está expresando de una manera delirante".

¿Es que el liberalismo no tiene un tribunal de ética? ¿Será que solo se necesita una descalificación de micrófonos contra quien dice lo que piensa y no una actitud cerrada y valiente contra el terrorismo y todas sus formas de lucha? Lo de Gaviria es un saludo a la bandera y nada más.

Mientras unos tratan de limpiar las salpicaduras de Piedad, otros intentan minimizar el discurso a un simple pleito entre ella y el gobierno Uribe. El título de
El Tiempo es elocuente:”Exaltación de 'Marulanda' hecha por Piedad Córdoba genera malestar en el Gobierno”.

Las reacciones de miles de colombianos frente a la Senadora, no por sus
supuestas labores humanitarias sino por sus actitudes, palabras y compromisos CONTRA el país, no pueden desconocerse. Tampoco se debe olvidar la posición de muchos ciudadanos en la abrumadora protesta contra las FARC del pasado 4 de febrero, que incluyó cuestionamientos, críticas e insultos contra Piedad Córdoba.

Es facilista la posición de El Tiempo, pues reducir el tema a un enfrentamiento entre Piedad Córdoba y el Presidente, ignorando las manifestaciones (algunas iracundas) de los ciudadanos frente a la amiga de Chávez, es un sesgo que busca establecer un cuestionamiento timorato sobre las incidencias del discurso cordobista en el país político, sacando de la ecuación a los ciudadanos que rechazamos enfáticamente a las FARC y a todo el mundillo subterráneo y formal que las impulsa.

Que la Senadora pida prácticamente que erijan monumentos conmemorativos de ‘Tirofijo’ no es un asunto de poca monta, ni una pelea exclusiva del Gobierno con la política chavista. Por el contrario, esa exaltación es la representación del ideario sombrío de muchos colombianos, empezando por decenas de columnistas, periodistas y comentaristas de El Tiempo.

Es que hasta Chávez ha guardado silencio, aunque no será por mucho tiempo, pues tendrá que explicar los motivos que tuvo para publicar, en los
panfletos de adoctrinamiento contra el gobierno colombiano, fotos y alabanzas para Piedad Córdoba, la misma que hoy pide canonizar en los altares del totalitarismo a ‘Manuel Marulanda Vélez’, un simple y mediocre terrorista que solo derramó la sangre de otros para satisfacer sus ambiciones y resentimientos. No obstante, así como Chávez concedió la beligerancia, Piedad le dio el estatus de héroe a uno de los peones del brazo armado… están en la misma frecuencia.

Sin embargo, como la Córdoba fue descarnada, entonces sus áulicos le comienzan a dar la espalda para demostrar que rechazan la violencia (cuestiones de forma) pero dejan intacto y respaldan a rabiar el fondo que es el proyecto totalitario de Chávez y compañía.

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso.

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