lunes, 31 de diciembre de 2007

Gracias

Un año termina y mi gratitud es para todos y cada uno de los lectores de Atrabilioso que nos acompañan ya sea desde el silencioso repaso de lo escrito o desde la arena de los foros.

Mil gracias a esos colombianos que viven en el exterior y que después de muchas horas de trabajo, casi en la madrugada, se toman unos minutos para leer este medio. También a los que viven en Colombia y buscan, por cualquier motivo, una visión diferente de lo que ocurre en el país.

Gracias a Miguel Yances, Jaime Ruiz, Wilfredo Moreno y Mariela Arango por escribir en Atrabilioso y mantenerlo con vida. También mil gracias a José Antonio Tavera, a William Calderón y a Gonzalo Concha por su colaboración y estímulo. Y no puedo olvidar ese ser que siempre contará con mi respeto y amistad: Oscar Betancur.

Muchos nombres se me escapan… es una falta de cortesía que ruego me disculpen, pero son tantas personas a las que tengo que agradecer, que esto se convertiría en una lista de nombres interminable.

Un abrazo a todos y mis mejores deseos para el año que comienza.
NOTA: Ante los previsibles eventos que se han presentado en el país el último día del año, hemos decidido aplazar el receso.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Chávez, ahora también secuestrador

En Colombia suenan las campanas por la posible liberación de tres secuestrados en poder de las FARC, situación que ahora todos al unísono intentarán adjudicar a la exclusiva labor de Chávez y de Piedad Córdoba, desconociendo de paso algunas contribuciones del Gobierno como la liberación de Rodrigo Granda, actor importante en la comedia chavista.

Tampoco reconocerán, como si lo hizo Piedad Córdoba en su momento, que la liberación unilateral de guerrilleros presos que hizo el gobierno Uribe (tan criticada por la izquierda y por Moncayo por ejemplo) fue una carta que ella jugó fuerte en sus conversaciones con las FARC. Sin esas dos situaciones, difícilmente las cosas hubiesen avanzado, con o sin el beneplácito de Colombia.

Mientras tanto, en medio de lo conmovidos que están, muchos no se detendrán en el Plan por la Transparencia diseñado por Chávez para lograr el “rescate” de los tres secuestrados.

Uno de los aspectos que llama la atención es que los aviones de Chávez están dispuestos a lo largo de la frontera con Colombia, como si buscara presionar en algún momento un despeje aéreo en medio país y permitir el tránsito de quién sabe qué gente o qué mercancía (armas, narcóticos, secuestrados políticos,etc.)

Es una afrenta contra la dignidad de los secuestrados y de los familiares, el recorrido que tendrán que hacer para recuperar su libertad. Mientras los aviones de Chávez llegarán a Villavicencio para luego proseguir la ruta que los llevará a algún lugar en las montañas de Colombia; las tres víctimas serán entregadas por sus secuestradores a algunos representantes del gobierno venezolano, luego abordarán los helicópteros y ahí se decidirá si hacen tránsito en Villavicencio o si viajan directamente a Venezuela.

Luis Eduardo Maldonado de Caracol Noticias hizo la única pregunta importante durante la larguísima rueda de prensa de Chávez: ¿Por qué no entregar a los secuestrados en Villavicencio? Chávez respondió, energúmeno porque no le gustó el cuestionamiento, que eso era decisión de las FARC y que el gobierno venezolano no se podía trasladar a Colombia… ¿Perdón? De hecho, desde el mismo momento en que Chávez nombró a sus representantes para el “rescate”, puso en cabeza de esos funcionarios la representación del gobierno de Venezuela en Colombia y en el mundo. Total: esa es una mentira flagrante que solo demuestra que Chávez cree a pie juntillas que él es el gobierno… y el Estado… y la reencarnación de Bolívar.

Además, si ya las FARC los han entregado a los representantes, ¿qué objeto tiene hacerlos padecer un largo recorrido, en semejante ansiedad, para que puedan reencontrarse con sus familias? ¿Una mujer de más de 80 años como la madre de Clara Rojas puede ser sometida por cuestiones de imagen política, a semejante tortura? ¿Acaso es la última cuota de sacrificio que tienen que hacer los secuestrados para satisfacer los fines políticos de las FARC y sus socios? ¿Trasladarlos de Colombia a Venezuela no es un SECUESTRO GUBERNAMENTAL por parte del tirano venezolano? Que yo sepa, NADIE les ha preguntado a los secuestrados si una vez en poder de Chávez quieren ser liberados en Colombia o en Venezuela o si les gustaría que les ahorraran las dos horas de vuelo y reencontrarse de una vez con sus familias en territorio colombiano. Entonces es una nueva privación de la libertad, una última estación en el calvario al que los ha sometido el brazo armado de la izquierda democrática y del socialismo del siglo XXI.

Hay que ser claros: Chávez está aprovechándose de la liberación de los secuestrados y está cobrando, con un nuevo secuestro, el “desagravio” que propusieron las FARC.

Es más: no tiene NADA de humanitario que el tirano venezolano se aproveche de la situación para sacar ventaja política y populista tanto en Colombia como en Venezuela. Por el contrario: resulta inhumano, por decir lo menos, que esos tres secuestrados que llevan por lo menos 6 años sin ver a sus familias, tengan que soportar el espectáculo populista y mediático programado por el paracaidista en aras de robustecer su vitrina internacional y plantear nuevas situaciones políticas contra Colombia en 2008.

Chávez es un monstruo que no tiene reparos en demorar el encuentro de los secuestrados con sus familias, pues lo importante para él es lograr la foto de héroe que consiguió negociar con sus socios la entrega de una mínima parte de la mercancía humana en que él y las FARC han convertido a los secuestrados.

¿Para qué tanto aspaviento? Porque el mundo se tenía que enterar de sus supuestos buenos oficios, cuando en realidad esta situación solo demostrará el apoyo y la connivencia entre las FARC y Hugo Chávez Frías.

Pero no importa, pues el circo lo pone Chávez y los colombianos solo aplauden el cinismo del tirano que secuestra por segunda vez a los secuestrados para profundizar su vitrina internacional…

Lo cierto es que Chávez demostró que los inamovibles de las FARC son una baladronada y que podían liberar a los secuestrados sin despejes, sin intercambios y sin ninguna exigencia, es decir, las FARC y Chávez le han dado la razón a Uribe sobre los inamovibles y ahora solo buscan las apariciones internacionales que pronto cansarán: ya llegará el conflicto pakistaní, o los bombardeos turcos a mayor escala, o quién sabe qué ocurrencia de algún petroloco, y el drama de los secuestrados pasará a un segundo plano.

Y ni hablar de lo que pasará después de la liberación de Ingrid: el silencio mundial será total y los secuestrados que todavía queden en cautiverio serán olvidados por la madre de la señora Betancourt, por el gobierno francés y por los demás acudientes “humanitarios” del momento: la estrella internacional será Ingrid y los demás, como ha sido habitual, desaparecerán de las pantallas, de las fachadas de alcaldías ineptas y de los reclamos “solidarios” del mundo.

Pura actualidad mediática y dramatismo lleno de oportunismo y engaño… nada más.

Escrito por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Una excelente idea

Por Jaime Ruíz. Columnista del Sistema Atrabilioso.

Hace unas semanas el coronel Alberto Villamarín publicó en su blog de El Tiempo una
carta abierta al presidente Uribe con algunas ideas que considera útiles para conseguir la liberación de los secuestrados. Entre los diversos puntos de esa carta está algo que muchos consideramos una necesidad y que probablemente servirá para que la parte de la sociedad que se opone al terrorismo retome la iniciativa en el año que ahora comienza.

Se trata de convocar un referendo en el que los ciudadanos deben contestar sí o no a estas preguntas:

1. ¿Deben las Farc liberar a todos los secuestrados sin ningún tipo de contraprestaciones?
2. ¿Deben las Farc entregar las armas y someterse al peso de la justicia, sin ningún tipo de contraprestaciones?



No debería sorprender a nadie que por parte de los medios no haya habido ninguna reacción. Mientras que la presión de la prensa por el “intercambio humanitario” de 11 guerrilleros presos por cada uno de los 45 rehenes escogidos es incesante, casi obsesivo, la propuesta supone una desautorización del secuestro.

Es muy difícil que Colombia deje de ser la patria del crimen mientras no haya tomas de posición claras de la ciudadanía sobre aspectos como ése. Mientras el silencio de las mayorías permita a los señores dirigentes del Polo Democrático felicitarse de que los rehenes permanezcan en manos de los terroristas porque eso demuestra el fracaso de la seguridad democrática sin que haya constancia de que la mayoría de los colombianos los desaprueba.

A favor de la idea del referendo militan datos como que una propuesta semejante, aunque menos precisa, firmada por el
ex rector de la Universidad Nacional Fernando Sánchez Torres obtuvo un notorio respaldo de los comentaristas al artículo en El Tiempo.

La verdad es que no se puede albergar mucho optimismo respecto a esa propuesta, pues por parte del gobierno y de los políticos que lo apoyan hay muy poca disposición a embarcarse en tareas semejantes, mientras que los grupos de oposición harán todo lo posible por evitar que salga adelante. Pero al mismo tiempo un aspirante a ocupar la presidencia en 2010 podría lanzar esa propuesta para perfilar su protagonismo político.

No faltará quien diga que exigir el sometimiento completo a la justicia es irreal: la verdad es que hasta ahora la impunidad garantizada con que obran las FARC y el ELN han servido de muy poco para disuadir a sus miembros de matar y secuestrar colombianos. Tal vez, para evitar que se diga que el gobierno o los promotores de ese referendo son más benévolos con las bandas de asesinos paramilitares, sería mejor cambiar el texto y en lugar de “someterse al peso de la justicia” dejar “acogerse a la ley de justicia y paz”.

Pero no es lo importante: lo que debe resolver cada colombiano es si está dispuesto a premiar los crímenes de las guerrillas, tal como proponen los
pastranistas, el “partido” “liberal” con su abanderada Piedad Córdoba, el PDA y los dueños de los medios, y al parecer hasta personajes como Eduardo Posada Carbó o si aspira a vivir en un país democrático.

Sería ingenuo pensar que la poderosa hidra de los medios, los intelectuales, los demagogos, los sindicalistas, los guerrilleros y demás conjurados va a quedarse cruzada o va a dejar de apelar al “realismo”. Es ese “realismo” el que mantiene viva la ilusión en muchos miembros de las guerrillas, que todavía esperan que sus “hermanos” (los valedores de Daniel Ortega y Chávez en Colombia) aprovechen el terror para llegar al poder en las elecciones y les entreguen el poder.

En mi opinión, una resuelta actitud de los promotores del referendo podría sortear el sabotaje de las diversas bandas de hampones que hacen de las suyas en el Congreso, en el Senado y en las Cortes. Al final la desaprobación manifiesta de los terroristas por parte de una masa ciudadana mayoritaria resplandecería. Y aunque fracasara, sin duda se pondría en evidencia el juego de los socios del terrorismo, juego que consiste lisa y llanamente en cobrar las masacres y secuestros con las más humanitarias y pacíficas intenciones, naturalmente.

Feliz Año Nuevo a todos.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Navidad desde adentro

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso.

Hoy los cristianos celebramos el nacimiento de Jesucristo, posiblemente el hecho más importante en nuestras vidas, aún por encima de la llegada de un hijo o de contar con una compañera formidable y amorosa como la que Dios me regaló.

Y justamente por la alegría que sentimos en familia, hoy a la media noche celebraremos con júbilo un año más de aquel suceso que cambió y cambiará la vida de muchos en el planeta.

Pero mientras hacemos todos los preparativos, no dejo de pensar en los miles de niños que en Colombia no tendrán un juguete en sus manos, ni una mudita de ropa para estrenar, ni una cena más allá de un pocillo de aguadepanela y un pan.

Entonces muchos asegurarán que esa situación es la demostración de la inexistencia de Dios y, en ese orden de ideas, de la inutilidad de celebrar el nacimiento de alguien que no es real.

Pero no. Mi familia y yo hemos visto y sentido la presencia de Dios en nuestras vidas, no como un fantasma con nombres escritos en banderas de guerra, o como una cuenta corriente, o como una inmobiliaria que adjudica casas, o como un concesionario que dispone la entrega de vehículos. Para nosotros es real, existe e inunda nuestras vidas con amor, paciencia y algunas dosis de sabiduría.

¿Cómo explicarle a un niño con hambre, o a un padre angustiado, que Dios existe? Esa es una tarea difícil, más aún si se tiene en cuenta que han sido los más radicales promotores de Cristo los que han patrocinado en buena medida la pobreza, la miseria y el abandono de miles de niños en Colombia y en el mundo.

Duele pensar en los niños no deseados, hijos de la pobreza y de la ignorancia, que solo tienen los signos vitales para enfrentarse a la cruda y casi irreversible realidad de su miseria. ¿Qué futuro les espera a esas criaturas? ¿Qué porvenir les pueden ofrecer sus impúberes padres? Ninguno. Simplemente están condenados a repetir el ciclo de pobreza y a profundizar la brecha que separa a los ricos de los pobres.

Y no es una cuestión de economía, ni de capitalismo, ni de socialismo sino de la ignorancia y de las restricciones culturales frente a la planificación familiar: Frente al crecimiento demográfico las iglesias cristianas ven aumentar el número de feligreses, muchos de ellos pobres y sin una esperanza distinta a que ocurra un milagro de Dios en sus vidas. A algunos efectivamente la fe les funciona y logran, por lo menos, ofrecerles una vida con las necesidades básicas satisfechas… pero esa no es la mayoría y por el contrario, con el hambre, las necesidades y los inmensos afanes del día, esas familias se sumergen cada día más en la miseria.

¿Y cuál es la respuesta cristiana para esas familias? Hay que tener más hijos pues cada uno trae el pan bajo el brazo, una farsa grosera que desconoce las realidades de la sociedad y promueve la miserable condena contra los desposeídos.

Agregan a esa condena física (hambre, privaciones, ignorancia, trabajos mal pagados en el mejor de los casos, harapos para vestir y un juguete viejo que algún caritativo quiso darles) la condena del pecado si osan aplicar un método de planificación para evitar justamente traer niños cuyos padres no tienen las posibilidades de ofrecerles oportunidades para la vida.

No creo que esa haya sido la respuesta que Jesús hubiese querido que le dieran a una madre joven, desesperada porque su marido borracho llega todas las noches a “montarla” para llenarle la barriga de huesos, sin que ella pueda utilizar una pastilla o bien porque ignora su existencia o porque es pecado y se condena a un infierno peor que el que vive aquí… como si eso fuera posible.

Duele pensar en los niños abandonados, o en aquellos que siendo inteligentes y con un enorme potencial, se desperdician por la ausencia de oportunidades y terminan, unos años después, repitiendo la historia de la familia, heredando la pobreza y condenando a otros niños a un destino oscuro y miserable.

Si la sociedad colombiana tuviera alguna coherencia hoy regalaría a todas las mujeres y hombres jóvenes, por lo menos alguna pieza creativa que les informe sobre la planificación familiar y si los congresistas hubiesen sido responsables, una ley mucho más amplia en cuanto a los derechos sexuales y reproductivos que incluyera un decidido apoyo del Estado para brindarles a los ciudadanos de cualquier estrato, la oportunidad de planificar.

No es pecado ser responsables: la misión que nos dejó Jesús fue amar al prójimo como a si mismos y eso incluye el evitar traer niños al mundo para que padezcan las condiciones de vulnerabilidad y la falta de oportunidades: eso es todo un acto de amor al prójimo.

En cualquier caso, este o no de acuerdo conmigo, le deseo una Navidad de verdad en su corazón… Y si no cree en Dios, no sabe de lo que se pierde.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Socializar concesiones

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena.
myances@msn.com

Se dice que la gente es más o menos inteligente por la calidad de las decisiones que toma, o -por extensión del concepto- por las opiniones que emite, que en últimas, si se es honesto, es la decisión de quien no tiene el poder para tomarla.

Pero no es así. Las personas toman decisiones acertadas o equivocadas en respuesta a muchas consideraciones; una de ellas la información; otras, la habilidad para analizar, la experiencia vivida, los intereses (mezquinos o altruistas) y los sentimientos, entre muchas más que la ciencia no ha logrado descifrar. El proceso se optimiza en la medida en que haya honestidad intelectual, información abundante, concisa y objetiva, y se reduzcan al mínimo los intereses individuales, en parte responsables de la corrupción.

Tomar decisiones, es en todos los casos decidir el futuro (decisiones sobre el pasado, que se sepa solo las sancionatorias), y el futuro siempre tendrá un altísimo grado de incertidumbre. Mientras mas largo el horizonte, mas inciertos los resultados y sus consecuencias, y por lo tanto mas difícil la decisión (no todas se pueden reversar). No obstante, con todo y eso, la calidad de las decisiones muestra, en la mayoría de los casos personales, la inteligencia de las personas.

Socializar los proyectos que afectan a un conglomerado, no es solo una forma de democratizar la toma de decisiones (ese tipo de democracia aun no funciona en la administración pública), también es un mecanismo que permite ampliar la información, medir el impacto de la obra, y escuchar opiniones que enriquezcan la toma de decisión.

Pero no siempre los proyectos y las ideas nacen del gobierno. Muy a menudo son propuestas de los particulares, completas y cerradas financieramente, o sea ofrecimientos, o solicitudes. ¿Cómo proceder en estos casos? No se pueden aceptar ignorando al ciudadano, pero tampoco desestimular este tipo de iniciativas -que podrían ser muchas y geniales- abriéndolas al debate público con el riesgo de despertar envidias, o que otro con más influencias la tome para si.

Por ese temor, las iniciativas de los particulares son tan poco común: provienen usualmente de gobiernos extranjeros, que logran mayor respeto. A los proponentes debería protegerlos algún tipo de “propiedad intelectual” sobre los proyectos que proponen, o los gobiernos deberían descubrirlos mediante concursos serios y objetos que estimulen la participación, sin desprotejer el trabajo intelectual.

Por otro lado, hay obras públicas fáciles de financiar mediante impuestos directos, cargos por uso (peajes), y/o por valorización. A otras, hasta se les puede lograr rentabilidad en forma de mayores ingresos fiscales, como las de infraestructura que posibilita el crecimiento de la actividad económica, pero a casi ninguna de las obras que tienen que ver con la mejora de las condiciones de vida de los más pobres, se les puede sacar beneficios económicos directos y deben ser construidas a perdida.

Una formula sería entregar en concesión a los particulares lo que es rentable. La otra, realizar las obras (y son muchas las que se requieren) con cargo al uso y a la valorización del sector favorecido, lo cual quiérase o no, compromete recursos y capacidad financiera futura de los municipios, y deja en ascuas a los sectores mas pobres de la población.

De manera que no existe ninguna duda que las obras públicas a las que se les pueda lograr rentabilidad (la genialidad esta en idear cómo) es mejor entregarlas al sector privado, y no es apropiado invocar una norma (estas se vuelven obsoletas con demasiada frecuencia) para frenarlos, se debería recurrir a principios, ideas y conceptos que son mas perdurables.

Las otras, las que no, deben ser realizadas con recursos públicos.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

El llanto por Íngrid y el síndrome de “Colmobia”

Por Jaime Ruíz. Columnista del Sistema Atrabilioso

No son pocos los balances de fin de año y los comentarios de expertos que aceptan como algo cierto el declive de las FARC, pese a que la ayuda venezolana les permite mantener su principal negocio de narcotráfico. Pero de ese declive el principal síntoma es la deserción de los comentaristas que habitualmente están de su parte, según la ocasión y la disposición de cada uno.

Por eso ya es más bien raro encontrar alusiones a los “actores del conflicto” y a la necesidad de la negociación política para resolverlo. Incluso la explotación del chantaje “humanitario” es más sutil, suele ir acompañada de insultos a las FARC, como dejándole el descaro a personajes que no tienen que vérselas con las víctimas ni con conocedores de la tragedia colombiana, como Daniel Ortega.

El recurso más utilizado es la condena a la insensibilidad de la sociedad, como denuncia Alejandro Gaviria, si bien en sus conclusiones rehúye la muy probable relación entre esas quejas y el interés de salvar a las FARC o derrotar al gobierno que las ha hecho retroceder y lo reduce todo a “exhibicionismo moral”. Desgraciadamente hay que recordar que durante el gobierno de Pastrana casi todos los artículos de opinión de la prensa bogotana eran no sólo favorables a la negociación, sino a las pretensiones que las FARC presentaban como pretexto. El editorial que publicó El Tiempo la primera vez que Pastrana amagó con suspender el despeje lo resume todo: si las FARC fueran derrotadas pronto habría quien las reemplazara, pues su origen es la injusticia de la sociedad colombiana y su misión es corregirla.

Así, la deserción de los pensadores de corazón justiciero es más bien una máscara con la que pretenden llevar a cabo más eficazmente esa tarea de cobrar al gobierno el 5 % de los secuestros, al tiempo que hacen desaparecer por completo los demás. De paso se lavan las manos ante el probable fracaso de la tropa que iba a implantar el socialismo. Bobos no son.

Ejemplo más bien obsceno de eso es la entrevista que le hizo Roberto Pombo a Luis Eduardo Garzón, en la que la meta de la negociación política se disfraza rebajando su contenido: ¿cómo que ir a matarse por la elección del procurador? La cuestión de si una sociedad se deja imponer las leyes de una banda de asesinos desaparece, no es un tema por el que valga la pena sufrir. Aquello por lo que se da la guerra, la agresión de una facción minoritaria se resuelve así: se premian los crímenes porque peor es ir a matarse por eso. ¿Qué importa que los votantes de Garzón pretendan lo mismo que las FARC, el socialismo y la supresión de la democracia? Ellos no van a matarse por eso, es a los demás a quienes matan.

Es el arte del eufemismo, pero hay alguien que lo ejerce mucho mejor que Garzón, con tanta habilidad que hasta escribe en medios liberales como Letras Libres y recibe elogios de Fernando Savater. Se trata de Héctor Abad Faciolince. Su columna de la semana anterior es una joya de ese arte: tras todas las protestas y aclaraciones sale una determinación clara: salvar la vida de Íngrid a toda costa, es decir, despejar y favorecer el juego de las FARC. Muchos lectores poco recelosos habrán caído, y no es tanto por la habilidad del autor, sino que refleja la moral de la sociedad.

Cuando se escriba la verdadera historia universal de la infamia, entre los documentos que den testimonio cabal de la maldad y la injusticia humanas tendrá que estar esta carta dolorosa y bellísima de Íngrid Betancourt, este testamento, este grito desesperado, esta certera acusación a nuestra indiferencia y esta despedida de la vida de una mujer valerosa e inteligente que declara su derrota y se dispone a morir con dignidad. [...]


Lo “doloroso y bellísimo” de la carta es lo que conmueve al escritor, pues ¿qué escribirían esos cientos o miles de desgraciados finqueros, ganaderos, patanes, políticos y empresarios de provincia que fueron secuestrados en los setenta y permitieron a las FARC expandirse y dar lugar a la carrera política del padre de Abad Faciolince y a raíz de su asesinato al prestigio de este escritor? Es un dolor de estrato más bajo, como que no valía la pena indignarse por “nuestra” indiferencia respecto a todo eso. ¿Y qué va a importar que Abad sea amigo personal y promotor de Carlos Gaviria, el prócer que proclama que no es lo mismo matar para enriquecerse que matar para que la gente viva mejor? En esta ocasión lo “nuestro” de Abad lo comparte con los que enriquecieron pagando rescates a quienes lo promovieron a él. Él es uno más de “nosotros”, no faltaría más. Pero para ser sincero es mejor que nosotros, más sensible. Más delicado:

La semana pasada algunos escritores que estábamos representando a Colombia en la Feria del Libro de Guadalajara, con vergüenza por nuestro país, con vergüenza por nosotros mismos y con un hondo pesar por Íngrid, llorábamos en el desayuno mientras leíamos esta carta. Era un dolor silencioso, por ella, y por la inutilidad de las palabras. Después hablamos, a pesar de todo, y escribimos un comunicado y dimos declaraciones, que quizá no sirvan de nada, condenando la barbarie criminal de las Farc que la tienen secuestrada a ella, a Clara Rojas, a su niño Emmanuel y a todos los demás, desde hace ya tantos años.


¿Alguien se imagina a estos representantes de Colombia desayunando en un hotel de lujo y avergonzados del país que les paga varios viajes al año, prestos a llorar en honor de la buena prosa de Íngrid (pues los secuestrados son varias decenas de miles y hasta ahora sólo han presionado para premiar a los secuestradores)? ¡Y cómo no iban a condenar la barbarie de las FARC si son promotores del partido que quiere que se negocien las leyes con las FARC y aprovecha cada atrocidad para denunciar el fracaso de la seguridad democrática! El odio a las FARC resulta algo asqueroso cuando se comparte con esta clase de personajes y no se extiende a ellos.

[...] El secuestro es un infierno y no hay representante más diabólico del Mal que el secuestrador. [...] Estamos conmovidos, sí, pero no nos movemos. Y nos tenemos que mover, antes de que Íngrid y los demás se nos mueran.

Pero si el secuestrador es el representante más diabólico del mal, ¿por qué Abad promueve a un partido formado por secuestradores pensionados? Comparada con esa labor canallesca de cobrar los secuestros (que es el sentido de la segunda frase: llamar a presionar al gobierno para que ceda a la presión de las FARC, tal como hacen casi todos los columnistas amigos de la guerrilla), la tarea de cometerlos sólo corresponde a una división técnica del trabajo. Quienes se llevan a las víctimas son torpes peones, quienes las cuidan, pobres niños: quienes se lucran del crimen son los amigos de Abad y de otros delfines que heredaron poder y prestigio del poder tradicional del PCC.

[...] Hay que dar la batalla por la libertad de Íngrid y de todos los secuestrados, hablando y movilizándonos, pidiéndole al gobierno que sea flexible, y exigiendo a la guerrilla que abandone su resentimiento criminal, sus métodos salvajes de lucha.
Respecto a las exigencias a la guerrilla, ya se sabe qué utilidad tienen: es como cuando la víctima de una violación le pide cariño a su agresor. Pero lo otro sí es útil, nadie debe olvidar que las movilizaciones que ocasionó la masacre de los diputados del Valle sirvió para que el PDA clamara por el “intercambio humanitario”, y que la bomba de El Nogal sirvió para que los mismos exigieran “Ni un peso más para la guerra”, objetivo que ahora comparte José Fernando Isaza. Ellos llaman a movilizarse para convertir las movilizaciones en recursos a favor de su industria de secuestros. A muchos esto les parecerá excesivo, pero ¡qué curioso!, ¿alguien se imagina por qué los demás secuestrados no interesan a nadie? ¿Y por qué desaparecen de la prensa las noticias sobre víctimas del terrorismo, cientos de miles en las últimas décadas? Los rehenes del “intercambio humanitario” sólo son importantes porque convienen a las FARC y a sus promotores.

Pero el lenguaje eufemístico de este canalla es sólo un formato, una “presentación” dirigida a un público más necesitado de pretextos. Uno de esos “representantes diabólicos del mal”, en uso de buen retiro y copiosamente recompensado por su amigo Enrique Santos Calderón y la parte de la sociedad a la que defendió (aunque lo más seguro es que al final paga el Estado, es decir, los demás colombianos), León Valencia, es un poco más sincero en sus mentiras, menos aprensivo en su tarea. Complementa a Abad, tal vez está previsto que lo lean después:

[...] En cambio, la posición clara y única de las víctimas ha sido el "acuerdo humanitario". Lo han pedido desde lo profundo de las montañas donde están los cautivos en las condiciones más infamantes. Lo han repetido en todos los foros nacionales e internacionales. Se lo han implorado al Presidente y se lo han exigido a las Farc.


¡Las víctimas van a todos los foros a pedir el intercambio humanitario y hasta escogieron a este asesino de portavoz! Y yo que creía que lo era el nunca bien ponderado Cepeda II. ¿Alguien se imagina lo que le ocurriría a un “retenido” si su familia contrariara a las ONG que organizan la presión sobre el gobierno para que premie a las FARC. Ni siquiera el lobby descarado a favor de los terroristas de personas como Yolanda Pulecio deja a su hija a salvo de los atropellos de los “hermanos” de Daniel Ortega y León Valencia, no hay ni que imaginarse lo que sería una familia hostil. Al lado de esa mentira de ese canalla empleado de Santos Calderón el secuestro es algo de poca monta. El secuestro es sólo una parte de la misma industria de la que forman parte esos escritos.


Se le estremece a uno el corazón cada que aparecen pruebas de supervivencia y ve la huella trágica que deja este delito atroz, o cada que se encuentra con familiares y recibe el recuento exacto de las mil plegarias y acciones que han realizado en estos años. De los desvelos y sacrificios que han vivido. De la angustia infinita que llevan a cuestas.

Para que vean que Abad no es el único sensible, también a este secuestrador retirado se le estremece el corazón. Lástima que no tenga testigos de que también llora.

Pero los secuestrados y sus familiares nunca han podido ganar entre los factores de poder y en la opinión colombiana el apoyo para obligar al Estado y a las Farc a negociar el intercambio. Pese a la justeza de su posición y al dolor inmensurable que transmiten, solo han logrado el respaldo de algunos líderes políticos, de un sector de la Iglesia, de algunos medios y columnistas de prensa. Pare de contar.

Hay corazones... colombianos, ésa es la palabra, que se estremecen oportunamente cuando el elemento de interés asoma. No importa si se es un angelito de buen corazón y hasta víctima o si se es representante del MAL, puestos a cobrar el secuestro todos pueden mostrarse muy sensibles.

No ha ocurrido así en la opinión internacional; de allí ha venido la presión para negociar. Han sido la insistencia del gobierno francés, o los llamados de Chávez, o las voces de Washington el factor que ha movido un poco, en algunas coyunturas, al Gobierno y a las Farc. Ahora mismo han obligado al presidente Uribe a ofrecer una zona de encuentro, que esperamos sea acogida por las Farc.

Se le olvidó mencionar a Nicaragua. Respecto a los franceses, ¿nadie los recuerda tratando de salvar a toda costa el despeje del Caguán? La mayoría de los gobiernos europeos que han tenido alguna injerencia en Colombia han intentado promover a las guerrillas, pues a fin de cuentas los contratos de explotación de recursos mineros irían a manos europeas si aquéllas triunfaran. No es por sensibilidad con las víctimas, ningún gobierno europeo ha intercambiado terroristas por rehenes.

En el reportaje con Yamid, [Francisco] Santos se lanza a criticar a los partidos y a la sociedad. Señala que cuando la Eta asesinó a Miguel Ángel Blanco, toda España se volcó a las calles y se queja de acá: ni las fuerzas políticas, ni la ciudadanía han sido capaces de manifestar la indignación frente a la barbarie de las Farc. Pero olvida que en España, cuando miembros de la Fuerza Pública, en una operación encubierta, torturaron a miembros del grupo terrorista 'Grapo', se gestó una crisis política, cayó un ministro y Felipe González sufrió un severo desgaste. También allí, ahora mismo, nadie se atreve a atentar contra la vida de los dirigentes de Herri Batasuna, un partido que no esconde sus nexos con la Eta. Persiguen en derecho a quienes delinquen.En contraste, en Colombia, se hizo la más brutal ronda de la muerte contra la Unión Patriótica y recientemente se puso en marcha una campaña de desapariciones, que llevó a la oscuridad de las fosas comunes a más de diez mil personas. Todo mediante la alianza entre políticos, militares, paramilitares y narcotraficantes.Francisco Santos debería recordar el movimiento de paz de los años 90 y saber que solo es posible desatar una gran fuerza ciudadana hablando desde el lugar de las víctimas y criticando por igual a todos los actores ilegales y a todas las violencias. Solo desde un alto pedestal moral se puede hacer justicia.



La alusión al GAL es parte del cinismo de este asesino: ¿qué miembros del gobierno colombiano tienen que ver con actividades delictivas? En tal caso, podría denunciarlos. En el caso del PSOE y el GAL, esta banda había sido organizada por altos cargos públicos de ese partido. ¡Ahora las complicidades de políticos y militares con los narcotraficantes legitiman a las FARC, ¿o qué es lo que se infiere de esas afirmaciones? Claro que en Colombia debe haber un rechazo enérgico de todos los crímenes y de todos los criminales, pero ¿a qué viene todo el cuento de los crímenes de la competencia de León Valencia contra los agentes desarmados del PCC?

Ahí la sociedad colombiana, víctima también de los narcotraficantes y paramilitares, resulta en deuda con los terroristas por los crímenes cometidos por otros, y la forma de resolver el sufrimiento de las víctimas y de hacer justicia es favorecer miles de secuestros y asesinatos más.

Se suele hablar de “síndrome de Estocolmo” a la identificación de las víctimas de secuestros con sus verdugos, debido a la ansiedad que la situación provoca. Basta con ver episodios semejantes en la televisión para comprender a esas víctimas, de tal modo que uno puede preguntarse, ¿esto colmo? El colmo es Colombia, o mejor dicho “Colmobia”, el único lugar en el que un asesino desvergonzado sale a hacer presión para promover nuevos asesinatos y nuevos secuestros y no vacila en hacerlo desde un alto pedestal moral, el único lugar en el que una señora que declaraba que el encuentro con Tirofijo le había cambiado la vida y después se fotografiaba con los jefes del secuestro es nombrada Personaje del Año y la gente no dice nada, tal vez porque comparte el premio con un miserable que aprovecha su cargo de magistrado para promover falsas denuncias que permitan prosperar a los terroristas.

Muy triste es el destino de una sociedad que no es capaz de rechazar enérgicamente a esa clase de miserables que disfrutan de toda clase de lujos gracias a su proximidad a los secuestradores y no vacilan en dar lecciones de moral y en sacar provecho de un llanto que probablemente sólo procede del hecho de comprobar que la tropa de niños que los iba a convertir en ministros vitalicios retrocede y decae.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Conjeturas

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso.

Recordar a don Guillermo Cano es revivir algunos de esos consejos profesionales que deberían permanecer para siempre. Y también es traer a la memoria ese 16 de diciembre de 1986, cuando salió presuroso para abordar su camioneta Subaru vinotinto. Unos segundos más tarde sonaron los disparos y luego el suave choque del vehículo contra un poste.

Ahora, 21 años después surge la relación del hermano mayor de José Obdulio Gaviria con el hombre que hizo el pago de los sicarios encargados de asesinar al periodista.

Poco importa que el hermano del asesor presidencial haya tenido una cuenta conjunta con uno de los autores intelectuales del asesinato del periodista, en algún negocio que seguramente era turbio, pero que no está relacionado con el magnicidio. Lo importante, lo fundamental diría, es revisar a fondo el inmenso calado que tenía el narcotráfico en aquellos tiempos y la maldición familiar que atrapó a muchos en las redes de la codicia.

Centenares de familias sucumbieron ante la tentación de adentrarse en el mundo criminal del narcotráfico. Como es obvio, la familia del propio Escobar no escapó a esa maldición y lo demuestran no solo los hermanos del actual consejero, sino también los hermanos del propio Escobar.

En las familias se esparcía la maldición por ambición. Basta ver los ejemplos del clan Ochoa, con un padre que era un respetado patriarca hasta que, por cuenta de la maldición, todos sus hijos terminaron involucrados en el negocio del narcotráfico. Sin embargo la sociedad no solo aceptó esa situación, sino que muchos de los que hoy hacen señalamientos, eran clientes habituales, en la década de los 90, de la Margarita del Ocho… ¿O no señor Coronell? Qué dice Félix, ¿se apunta a desmentirme?

Los Rodríguez Orejuela son otra referencia de esa maldición. Y ni hablar de Rodríguez Gacha, que murió junto a su hijo mayor, Freddy, en una operación conjunta de la DEA y de la Policía Nacional.

Ciertamente la gente no debería pagar por lo que hacen sus hermanos. De alguna manera, María Consuelo Araujo no debió cargar con el lastre de un hermano procesado, pero más allá de las conductas penales individuales, hay una situación moral que la obligó a separarse de la Cancillería. Evidentemente había un impedimento complejo, pues directamente su hermano estaba involucrado en una investigación por paramilitarismo. Sencillamente fue conveniente que ella dimitiera.

Pero aquellos que señalan, olvidan que en sus propias casas tienen situaciones iguales o peores: Roberto Sáenz, hermano del terrorista alias ‘Alfonso Cano’ es Concejal de Bogotá por el PDA. Pero nadie le ha pedido que no se posesione, pues es mucho más inmoral su permanencia en el Concejo capitalino que la estadía de María Consuelo Araujo en la Cancillería: ‘Alfonso Cano’ es uno de los grandes promotores del terrorismo, con centenares de crímenes en sus manos teñidas de sangre y sin embargo, parece que la estatura moral de los del Polo solo alcanza para señalar situaciones cuestionables pero menos graves que las que admiten en sus toldas.

¿Y José Obdulio? La historia es diferente: su hermano Carlos Alberto Gaviria Vélez tuvo una cuenta conjunta con Luis Carlos Molina Yepes quien pagó a los sicarios de don Guillermo Cano. En ningún lado se han atrevido a señalar que Gaviria Vélez haya tenido una implicación directa en el magnicidio, pues el cheque con el que se pagó a los asesinos salió de otra cuenta de las muchas que manejaba Molina Yepes. Mucho menos han logrado conectar a José Obdulio Gaviria con los hechos. Pero eso no importa: lo fundamental es elaborar conjeturas para venderlas como realidades.

En este sentido, el propósito es señalar que José Obdulio Gaviria tuvo participación en el asesinato de don Guillermo, pues es el hermano de Carlos Alberto, quien tuvo una cuenta conjunta con el hombre que pagó a los sicarios: los detalles como la cuenta diferente y ninguna referencia en el proceso sobre la vinculación directa o indirecta de Carlos o José Obdulio Gaviria en el asesinato de don Guillermo son irrelevantes para el propósito de los conjurados en contra del Gobierno.

Entonces lo cierto y constatado es que el hermano de José Obdulio Gaviria tuvo negocios con el pagador de asesinos Luis Carlos Molina Yepes. Se supone, por pura malicia, que esos negocios eran sucios (lavado de activos, movimientos financieros de la cascada de dinero proveniente del narcotráfico, etc.). Pero eso no es lo sustantivo, pues el objetivo es lanzar baldados de excremento sobre el actual Gobierno, eso sí, con historias que en lo fundamental son situaciones que algunos malintencionados quieren hacer coincidir a la fuerza.

Sin embargo, hasta la fecha lo único que han obtenido es una supuesta visita de José Obdulio a Pablo Escobar en la Catedral, para pedirle dinero prestado y eso, lejos de ser un delito, demuestra a las claras que José Obdulio no estuvo relacionado con el negocio “familiar”, pues difícilmente alguien puede decir que vio a un capo o a un miembro del cartel de Medellín pidiendo plata prestada: eso sería un absurdo.

Pero los baldes de excremento no paran en José Obdulio. El viejo tema del helicóptero de Tranquilandia aparece nuevamente en escena. En esto sí hay que ser claros: no he visto la primera prueba que me indique que el aparato no pertenecía a la familia Uribe Vélez, ni al padre del presidente.

La supuesta prueba aportada por el Gobierno es un aviso en Cromos en el que informan sobre la venta del aparato, pero la información que lo contradice, es decir un supuesto documento presentado por Noticias Uno de la Aerocivil, tiene los números de registro superpuestos y eso me genera dudas.

Varias veces lo he dicho: el tema de la Aerocivil y del helicóptero de Alberto Uribe Sierra debe ser aclarado con documentos frente a la opinión pública. Tengo claro que ese aparato terminó como pago a algunos acreedores en el proceso de sucesión del padre del presidente. Pero los registros, por lo menos los que se conocen, no tienen la radicación de esa transacción. Eso genera muchas dudas que Uribe debe aclarar, no porque afecte nada en cuanto al Gobierno, sino para callar las voces de aquellos furibundos enemigos del Presidente.

Modas, derechos y otros demonios

Pasó la moda de hablar solo del acuerdo humanitario. Ahora los defensores de esa figura han considerado una nueva perspectiva para presionar los beneficios para las FARC: hablan de la “superioridad ética del Estado cuando de defender la vida de las personas se trata”.

Efectivamente la superioridad ética del Estado implica la defensa de la vida (y de la seguridad, y de la libertad, y del trabajo, y de la salud, y del bienestar, etc.) de los ciudadanos de dicho Estado. Pero justamente esa defensa hay que medirla desde una perspectiva general, es decir, si la defensa de los derechos de un puñado de personas está por encima o pone en peligro los derechos de millones de colombianos.

¡Claro que el Estado debe defender la vida de los secuestrados! Ni más faltaba que alguien osara considerar que el propio Estado no debe enmendar sus errores. Pero esa defensa no puede ser a costa de la inminente violación de los derechos de millones, pues la ética del Estado sería maniquea y solo respondería a las conveniencias de unos pocos.

Vida, seguridad, libertad, trabajo, salud y bienestar entre otros, son derechos de todos los colombianos y por lo tanto el Estado debe poner siempre en una balanza lo que implica para sus asociados, el privilegiar a toda costa los derechos ciertos e incuestionables que tienen unos ciudadanos que padecen la atrocidad del secuestro, frente al riesgo y perjuicio que sufriría la sociedad en general.

La disyuntiva parece clara: el administrador del Estado se debate entre los derechos de unos cuantos y los de varios millones, excluyentes por la acción terrorista de las FARC y de su brazo político. El asunto fundamental es que al negociar con el grupo terrorista, la vida de otros colombianos queda en juego, pues el intercambio hará exitosa la estrategia del chantaje y, como lo descubrió Pavlov, mecanismo que funciona se vuelve a repetir.

En ese orden de ideas, la seguridad y la libertad de millones quedarían en riesgo, pues si el secuestro con fines políticos les funcionó sin tocar ni a uno solo de los secuestrados con propósitos económicos, la arremetida sería bárbara frente a los millones de colombianos indefensos. Uno de los factores que ha incidido en la reducción de las cifras del secuestro tiene que ver con que el mecanismo no les dio resultado a las FARC y toda la alharaca que hacen sus socios tiene que ver con hacer control de daños y obtener por lo menos una mínima compensación.

Y también se arriesgaría el trabajo de millones: En una arremetida de secuestros por parte de las FARC, ¿quién se atrevería a volver a laborar en el campo? ¿Cuántos, de los que tienen posibilidades, no huirían de Colombia con su dinero? ¿Cuántos inversionistas permanecerían en el país? ¿Acaso se está pidiendo que volvamos al año 2002 cuando las ciudades eran enormes jaulas de secuestrados desempleados por el temor a los terroristas?

Son muchos los derechos que se afectan por cuenta de lo conmovidos –pero NUNCA MOVIDOS- que estamos los colombianos frente a la tragedia de los secuestrados. Pero no podemos olvidar que son 46 frente a 44 millones y que la obligación de los que estamos en libertad es exigirles a las FARC la liberación inmediata y sin condiciones de TODOS los 750 (según el Gobierno) seres humanos secuestrados por los terroristas.

Lo demás es una abierta ayuda mediática que solo le sirve a las FARC y perjudica al país.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Otro paso

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena. myances@msn.com

El pasado viernes el presidente sorprendió al país, y al mundo, al autorizar la creación de una "zona de encuentro" para pactar con la guerrilla de las FARC un canje de 49 secuestrados entre los que están Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y decenas de políticos, militares y policías colombianos, por 500 guerrilleros presos.

La condición es que se haga en una zona rural (no poblada ni controlada por la fuerzas armadas) a convenir con la guerrilla; que ninguna de los presentes estén armados; y que el encuentro se realice con presencia de observadores internacionales.

Sorpresivo, porque horas antes, el gobierno había reiterado su mensaje firme de no mover los inamovibles, y exigir la liberación sin condiciones de los secuestrados; la televisión estrenaba campañas en favor de esa tesis; el mundo empezaba a comprarle el discurso después de las imágenes y la carta de Ingrid, y hasta la extrema izquierda colombiana había digerido y replicado el mensaje. Uribe llegó a comparar al grupo armado con Hitler, y enfrentó a la comunidad internacional diciendo que darle un respiro a la guerrilla era fortalecer al monstruo.

¿Que pasó? ¡Que quien más quiere, termina cediendo!

Al menos para eso, para mostrar que el gobierno si quiere a los secuestrados libres, servirá el sorpresivo cambio de Uribe. Tiene además el propósito de desnudar ante el mundo, las verdaderas intenciones de los secuestradores: si las FARC no aceptan, el gobierno le habrá probado al mundo lo que el país ya conoce; y si aceptan, todo indica que surgirán nuevas exigencias en la mesa de negociaciones.

En cualquiera de los dos casos, si no se regresa al escenario anterior (liberación incondicional) le tocará al gobierno seguir cediendo hasta satisfacer las peticiones de los captores. Por lo tanto no tiene sentido virar, luego de que hasta el Polo estaba pidiendo liberación sin condiciones, lo cual fortalecía la posición gubernamental,

No quiero ser pesimista, pero todo indica que las FARC no van a aceptar esta nueva oferta del gobierno, porque ellos –eso está claro- no tienen ninguna consideración humanitaria con los secuestrados, ni ningún interés en los guerrilleros presos. Mucho menos si como dice el gobierno, no permitirá que regresen a la guerrilla: no seria humanitario el canje, si una vez excarcelados se les entrega fusil, camuflado y transporte, para que regresen al monte.

Por lo visto la posición -esa si- firme e intransigente de las FARC, unida a la presión de los familiares de los secuestrados, y a la del gobierno de Francia, están fortaleciendo a los delincuentes y debilitando al gobierno, y de eso nada bueno puede salir.

Lo correcto debería ser lo inverso: que la presión del ejército, unida a la de todos los colombianos sin distinción política, económica, ni ideológica; con el apoyo de los organismos multilaterales y con todos los países del mundo, lograran debilitar a los insurgentes, y así obtener la libertad de los secuestrados.

Esa, y la nueva estrategia de ofrecer millonarias recompensas en dólares a quienes entreguen secuestrados y se desmovilicen, están en la dirección correcta: ambas apuntan a dividir y a debilitar a los secuestradores. En “Ransom” (Rescate) una película protagonizada por Mel Gibson, en la que un padre negocia la liberación de su hijo, se ejemplifica esta realidad.

Negociar, por el contrario, da pena y dolor decirlo, es aceptar la condición de mercancía humana de los secuestrados, y validar el secuestro como un arma de chantaje político y militar. Es eternizar el problema, porque no esta asociado a un proceso de desmovilización (el enemigo sigue vivo).

Por el contrario, rescatarlos, o presionar su liberación, lo extermina.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

2008: aviso para navegantes

Por Jaime Ruíz. Columnista del Sistema Atrabilioso.

El año que pronto comenzará tiene un significado especial en la política colombiana, pues se pondrá en claro qué aspectos tendrá la confrontación presidencial de 2010: por una parte, si Uribe intentará efectivamente otra reelección, por la otra, si los ex alcaldes de Bogotá y Medellín se lanzarán a la carrera presidencial.

La reelección de Uribe es una pésima idea que sólo puede favorecer las posibilidades de los chavistas, pues resultarían legitimados por el aspecto cuasi dictatorial, fujimorista, del actual presidente. Ya se ha señalado que al acceder al control de partes crecientes de la organización estatal, la tentación de robar se multiplica para los administradores que han ascendido junto a Uribe, habría que añadir que aparte se agravaría el apoltronamiento de funcionarios que no necesariamente son los mejores y la caída en rutinas e inercias que terminan frenando el avance de la sociedad.

El rumbo del uribismo resultó claramente determinado por el resultado del referendo de 2003: mientras que el conjunto de la oposición esperaba propinarle una derrota al presidente al considerar que se trataba de un plebiscito sobre él, lo que consiguieron fue legitimarlo, pues para quienes votaron con sentido cívico lo que hubo fue fraude y manipulación en favor de las peores prácticas de la política. El contenido del referendo quedó como una ilusión perdida, como un territorio irredento del reformismo democrático, pero al mismo tiempo el gobierno se decantó por la alianza con las maquinarias políticas tradicionales y con los empleados estatales y renunció sin costos a promover ese contenido. Prueba de ellos es el aumento de salarios estatales en 2005, medida que iba en sentido contrario a la propuesta del referendo.

La oposición se quedó con el pecado y sin el género, como mucho obteniendo una leve justificación para su tropa al hacer asociable al gobierno con las malas costumbres políticas y las mafias de paramilitares (pues aquél necesitó esos apoyos para gobernar). Magro resultado: el rechazo a las FARC y el ELN en Colombia es lo suficientemente sólido para que las justificaciones de los columnistas y profesores lo pudieran cambiar. La alianza entre “politiqueros” y opositores (comprobable por la bajísima participación en la Costa Atlántica en el referendo, y en el alivio que expresó Germán Vargas Lleras tras el fraude) sólo condujo al triunfo de los segundos. Por lo demás, a la hora de presentarse como renovadores con ética, los dirigentes de la izquierda mostraron precisamente su inclinación a las peores prácticas leguleyas, cosa que en términos de opinión masiva puede haber importado poco, mas no para la militancia, ansiosamente necesitada de algún adorno ético.

Si se descontara la reelección, el ascenso de alguno de los actuales socios políticos de Uribe es en extremo complicado: ninguno tiene una imagen avasalladora ni un ideario sólido que le permita hacerse ilusiones de heredar la votación del presidente. El “partido” creado para organizar las adhesiones interesadas de políticos profesionales a Uribe resultó tan pobre de ideas que su gran justificación terminó siendo una letra, la inicial del apellido del presidente (algo parecido está ocurriendo con el PSOE español, dedicado a la magia de la Z que les da “seguridaz”). Los adjetivos del nombre de ese partido sólo evidencian esa carencia absoluta de ideas, no les faltó mucho para llamarse directamente “nacional-socialistas”. ¿Qué pinta la “unidad nacional” en el nombre de un partido político en la Colombia de hoy? ¿Qué sentido tiene el adjetivo “social” añadido a “partido”? Ningún partido puede ser “asocial”.

Eso y el desgaste de una política poco clara y tendiente a la conciliación perpetua con cuanto sector reluzca son hechos que permiten que, en mi opinión, una opción renovadora, crítica con el presidente, tenga buenas posibilidades de triunfar en 2010. No obstante, esa opción no está al alcance de dirigentes del llamado “Partido Liberal”, pues sus críticas no convencen a nadie y sus propuestas no son más que
obscena demagogia que recuerda la propuesta de Serpa de doblar el salario mínimo, cuando no se ve la clara asociación con el chavismo.

Luis Eduardo Garzón parece la opción más probable del PDA y los aires de “moderación” que exhiba le son en extremo convenientes para posicionarse en esa carrera: nada necesita más el PDA que una imagen popular de alguien ajeno a la guerrilla y supuestamente enemistado con ella. Acerca de eso no estaría de más recordar que siendo alcalde Garzón propuso un camino de paz que pasaba por la obvia Asamblea Constituyente negociada con las FARC: en el período anterior sus actitudes fueron bastante más pintorescas, cuando Mockus convocó una manifestación contra las FARC por el intento de volar Chingaza, Garzón le preguntó por qué la manifestación no era también contra el ejército y los paramilitares, también actores de violencia. En la campaña electoral de 2002 salió con que se sentía como el sheriff razonable que tiene que hacer frente a dos pistoleros dispuestos a destruirlo todo en su confrontación: Uribe y Jojoy.

Lo que suena a chiste y definitivamente no podrá cuajar es una candidatura “centrista” de Garzón: no podría ponerse en contra de la guerrilla, por ejemplo exigiendo su desmovilización, porque perdería el apoyo de su partido y se quedaría sin militantes ni recursos para hacer campaña. Esa opción le está vedada, por mucho que intriguen los expertos en relaciones públicas. Todos los candidatos están expuestos a los resultados de la segunda vuelta: una especie de bipartidismo forzoso, pues algún candidato habrá de tener los votos chavistas o de amigos de las FARC y otro los opuestos. Mal papel haría Garzón como enemigo de su partido.

En esa misma disyuntiva está el actual alcalde de Medellín: sus posibilidades dependen de que siendo crítico con Uribe consiga atraerse los votos uribistas, tanto en el noroccidente como en el resto del país. Eso no es imposible porque la causa de la popularidad de Uribe es el alivio respecto a la violencia, producto de la política de seguridad democrática. Si Fajardo apoya resueltamente esa política y plantea desde el principio una distancia crítica con Uribe y al mismo tiempo una confrontación resuelta con los legitimadores del terrorismo en los medios y en la política, podrá atraerse votos “de opinión” que en otras condiciones estarían más bien a favor que en contra de Uribe en una segunda vuelta. Desgraciadamente sus antecedentes lo muestran con
otra actitud .

Lo que no puede hacer es soslayar la cuestión de la negociación política o tratar de venderla bien aderezada. Ya la experiencia de Antanas Mockus demuestra adónde conducen esas actitudes. En las listas del ex alcalde de Bogotá figuraban en cabeza Salomón Kalmanovitz, profesor que recomendaba votar por Samuel Moreno (sin ocultar sus particulares condiciones) para contener el uribismo, y Hernando Gómez Buendía, un resuelto
partidario de la solución negociada . Un candidato con un planteamiento tan vago difícilmente obtendría votos en las regiones amenazadas por los terroristas.

Para cualquiera que haya observado la política colombiana en las últimas décadas es evidente que los políticos sin ideas no pueden liderar a un país que afronta una situación tan complicada. Los gobiernos de Samper y Pastrana mostraron los resultados de esa actitud dilatoria y distraída de andar transando con todo el mundo para conservar el control. Si Fajardo, o cualquier otro, quiere ser gobernante, tiene que empezar a responder si quiere encarrilar al país en la senda de la democracia liberal de Occidente o en la del socialismo del siglo XXI, y en consecuencia si está dispuesto a aliarse con los actuales socios de Uribe, a negarse a negociar el poder o la política o las leyes con los terroristas, a mantener la política antidrogas (tal vez buscando otras actuaciones más efectivas), a buscar la reforma de la tutela y de la financiación de las universidades, así como el control estatal de éstas (que por ejemplo evite la promoción del terrorismo con recursos públicos, como ha venido ocurriendo durante las últimas décadas)...No creo que tenga futuro una candidatura que pretenda soslayar esas cuestiones, pero si llegara a equivocarme, mucho me temo que los problemas del país se agravarían. El remedio para un país bizarro no es tapar los espejos, sino emprender las reformas que permitirían su inclusión en la comunidad de naciones civilizadas. Ésa es una tarea titánica que no puede llevar a cabo ningún pusilánime, ni nadie que siga pensando en darle a los narcoterroristas ni a sus socios una “segunda oportunidad”.

lunes, 10 de diciembre de 2007

El vértigo de las presiones

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso

Después de la salida de Hugo Chávez como mediador entre el gobierno colombiano y las FARC, algunos sectores mostraban su preocupación por el cierre de la vitrina que les permitía ampliar el cuarto de hora mediático.

Por eso cuando el Presidente decidió retomar el tema de una zona de encuentro, esos sectores respiraron aliviados: Algunos anunciaron que no serían palos en la rueda de la propuesta y otros manifestaron entusiasmados el apoyo a la decisión de Uribe.

No me venden la idea de una preocupación legítima por los secuestrados, pues si fuera cierta hace rato habrían siquiera mencionado a TODOS los rehenes torturados y no al puñado que capta la atención de los medios de comunicación. Los mueve la avaricia política que hoy los ha llevado al calculado control de daños: la ven como la última oportunidad para oxigenarse y no perder todo lo que habían ganado.

Es más: si fuera cierto su interés en los secuestrados, hace dos años hubiesen brincado de alegría con la propuesta de Francia, España y Suiza, ejerciendo toda su presión para que la Nación y las FARC aceptaran esa salida. Pero en ese tiempo guardaron silencio y se mostraron críticos, esperanzados en mayores utilidades políticas que estuvieron cerca de alcanzar con la participación del tirano venezolano.

El viernes, Uribe anunció la decisión de autorizar a la Iglesia para gestionar con las FARC una zona de encuentro de 150 km2 en un lugar en donde no haya presencia de las Fuerzas Armadas y esté despoblada o poco habitada.

En realidad Uribe no se mueve de la propuesta que presentaron Francia, España y Suiza hace casi dos años, pues el anuncio, en cuanto al despeje de un territorio en Colombia, es casi
lo mismo que el Presidente aceptó en su momento. Es más: La propuesta del año 2005 hablaba de cerca de 180 Km2 y ahora Uribe la reduce a 150 Km2, espacio más que suficiente para la puesta en escena de la farsa de los terroristas.

De igual forma, la disputa fundamental sigue viva: Florida, Valle, tiene una extensión de 395 Km2 y Pradera, de 407 Km2.; es decir, las FARC han pedido la desmilitarización de 802 Km2 y han declarado que ese es un inamovible en el chantaje humanitario. Confrontando las exigencias, hay una diferencia de más de 650 kilómetros cuadrados entre el Gobierno y los terroristas, discrepancia que parece enorme a la hora de evaluar los alcances de lo anunciado por el Presidente.

¿Qué extraño elixir condujo a los enemigos de siempre a aplaudir rabiosamente que Uribe haya retomado la iniciativa de 2005? Es que en la decisión no hay nada nuevo o siquiera una distancia mínima con la propuesta de hace dos años, entonces ¿Por qué el cambio de Piedad, Petro, Lucho y los demás? Ciertamente el entorno es diferente (tiranos derrotados, opinión internacional con los ojos puestos en los secuestrados, evidencias cada vez mayores de la sociedad FARC-izquierda “democrática”, secuestrados fusilados por los secuestradores, etc.), pero eso no cambia dos años más de sufrimiento para las víctimas, en buena parte por una oposición necia y torpe que a todo dice no.

Sin embargo, al otro lado del espectro si hay una situación que vale la pena mencionar: Uribe retomó la propuesta y abrió nuevamente la puerta de ceder una zona para negociar los temas que permitirían buscar acuerdos para la liberación de unos pocos secuestrados. Es bueno recordar que esa puerta fue cerrada a las patadas por las FARC con una de sus tantas acciones de terror.

Lo importante es que no puede permitirse la distracción mediática según la cual la zona de encuentro –sean 150 u 800 Km2- serviría para liberar a los secuestrados, pues las FARC han repetido hasta el cansancio que la apertura de esa zona no significa que liberen a los torturados rehenes, es decir, la zona sería para explorar posibilidades y acuerdos, lo que NO GARANTIZA la libertad de los 46 secuestrados políticos y podría llevar (como muchos creemos) a una nueva frustración para el país.

Tampoco se puede permitir que se intente vender la idea de que las FARC solo tienen 46 secuestrados, cuando lo cierto es que en su poder hay entre 750 y 900 seres humanos sometidos a la tortura y a la muerte en vida del secuestro. Entonces, es fundamental no caer en la falacia de que los 46 secuestrados son todos los que tienen las FARC en cautiverio, pues esa sería una gran ganancia para el grupo terrorista que busca afanosamente quitarse el estatus de secuestradores mediante la hipotética liberación de solo un puñado del total de plagiados que mantienen en las condiciones infrahumanas que todo el planeta ha podido constatar.

Lo cierto es que Uribe se retractó de la decisión de romper los acercamientos con el grupo terrorista y volvió a abrir la puerta para que se pueda establecer una zona de encuentro entre el Gobierno y las FARC. Esto tampoco es novedoso si se tiene en cuenta que Uribe ha flexibilizado algunas de sus posiciones frente a la problemática del terrorismo y por eso no resulta extraño que deje de lado los desaires de las FARC al Gobierno, para retomar el asunto.

Con el anuncio de Uribe muchos se apresuraron a celebrar –y ciertamente hay una actitud positiva del Presidente de retomar las concesiones que había aceptado en el pasado- pero no existe, por parte de Uribe, una posición más flexible ni mucho menos: sigue siendo prioridad la política de Seguridad Democrática y el cálculo detallado de la balanza en la que se mide lo que ganarían las FARC y lo que perdería el país.

Así las cosas, la única posición válida, que debería ser un acuerdo nacional liderado por el Presidente y respaldado por los diferentes sectores políticos, sociales y económicos del país, es exigir la libertad de TODOS los secuestrados sin contraprestación alguna.

Es más: si finalmente las FARC, en un rarísimo acto de sensatez, deciden aceptar la propuesta de Uribe, el país debe exigirles que la zona de encuentro se utilice exclusivamente para acordar los términos del intercambio y no para buscar acercamientos que los aproximen a la posibilidad de encontrar caminos de negociación, pues eso es palabrería barata y sin sentido que obviamente terminaría mal: a la zona de encuentro deben llegar con lista en mano y opciones para el día, la hora y el sitio de entrega del pequeño grupo de secuestrados. Lo demás, como dijo el ídolo de las FARC Hugo Chávez, es pura m…

miércoles, 5 de diciembre de 2007

La ausencia como medio

Por Jaime Ruíz. Columnista del Sistema Informativo Atrabilioso
Leí en un blog una cita del comunicado que emitió el PDA con ocasión de la publicación de las pruebas de supervivencia de los rehenes de las FARC. Al leer el texto en la página del PDA me encontré con una joya del cinismo, de la mentira y de la bajeza que de por sí demuestra que estos canallas son mucho peores que los de las FARC:

Es muy importante prestar atención a los elementos externos al comunicado propiamente dicho, porque la contradicción es evidente, como si el control de la página en cierto momento lo tuviera un miembro de un sector interesado en una política y el comunicado lo hubieran redactado los defensores de otra. Al final siempre manda el sector que cuenta con los recursos, los militantes y la capacidad de intimidar, es decir, los más alineados con Chávez y el PCC.

Éste es el título:

Sin ninguna condición
El Polo exhorta a las FARC a que liberen de inmediato a todos los secuestrados


Primera mentira: “sin ninguna condición”. No hay tal cosa en el comunicado.
Segunda mentira: “liberen”. Tampoco hay tal cosa.
Tercera mentira: “de inmediato”. Un invento de quien puso el título.
Cuarta mentira: “todos”. Ídem.

En cambio, es muy llamativo el uso de “exhortar”: no “exige” como quien reclama un derecho ni “solicita” como quien busca un favor, sino “exhorta”, como hace quien tiene autoridad.

Las pruebas de supervivencia conocidas hoy son, a juicio del Polo, "confesión irrecusable de crueldad e inhumanidad" que genera el secuestro y que "ningún propósito real o supuesto puede justificar."


Mentira de este párrafo: “que genera el secuestro”. Esto es aporte de quien redacta la entradilla. No hay más mentiras porque es texto citado. Ya se verá como no es que el secuestro genere... ¿crueldad e inhumanidad? ¿O “confesión irrecusable de crueldad e inhumanidad?... No, leyendo con atención sólo hay protestas por el sufrimiento evidente de las víctimas, no por el secuestro.

El Polo demandó del gobierno nacional "dejar de lado obsesiones y prejuicios" en relación con los llamados "inamovibles".


Esto demuestra que hasta el que puso los títulos es consciente de su mentira: ¿cómo pueden estar reclamando a las FARC que liberen a los rehenes sin condiciones y al gobierno que cumpla las condiciones? El título y las entradillas son recursos propagandísticos que en últimas contribuyen a engañar a incautos y a hacer eficiente la labor de cobrar los secuestros, que es la tarea del PDA cuando se gasta el dinero de los bogotanos en promover el “intercambio humanitario” o cuando mueve sus fichas en medio mundo en defensa de tan noble fin.

Éste es el texto del comunicado:

Ante las pruebas de supervivencia de algunos de los secuestrados en poder de las FARC conocidas por la opinión pública, el PDA declara y exige:

1. No son sólo pruebas de supervivencia, que algún alivio llevarán a las familias de los secuestrados, sino confesión irrecusable de crueldad e inhumanidad que ningún propósito real o supuesto puede justificar.



Ya se verá en los párrafos siguientes que el reclamo no tiene relación con el secuestro sino con la falta de trato amable a los rehenes. El que mencionó eso en la entradilla miente.

2. Aunque se piense que es arar en el desierto exigir el cumplimiento de obligaciones humanitarias a una organización armada, por principio, desligada de toda normatividad vigente, exhorta a las FARC a que pongan término inmediato, sin condición alguna, al sufrimiento y la tortura de seres humanos cuya dignidad es incompatible con semejante oprobio,



Lo anterior no quiere decir que exhortan a las FARC a que suelten a todos los secuestrados, en tal caso, ¿qué significa el párrafo siguiente? ¿Alguien se ha olvidado de que el PDA exige el intercambio humanitario? Es como cuando en la tienda le ofrecen a uno algo regalado y después se lo cobran. "El sufrimiento y la tortura" los entenderán los ingenuos como el secuestro, pero sólo es el maltrato.

3. Demandar del gobierno con la misma energía, en función de obligaciones jurídicas internas e internacionales que ineluctablemente lo vinculan, dejar de lado obsesiones y prejuicios estratégicamente llamados “inamovibles” que, así se juzguen de valor eminente, son infinitamente menos trascendentales que la vida, la integridad y la dignidad de las personas puestas bajo su protección por inequívocos mandatos constitucionales.



Es muy importante ver el uso del lenguaje jurídico como elemento de autoridad y al mismo tiempo para deslumbrar y confundir a los lectores recelosos: facilitar el asesinato de miles de personas y el secuestro de otras tantas es forzoso para el gobierno “en función de obligaciones jurídicas internas e internacionales que ineluctablemente lo vinculan”.

Esas obligaciones son otra mentira. ¿Qué gobierno de este mundo estaría dispuesto a intercambiar 11 terroristas por cada rehén que prometen los captores liberar? ¿Qué es lo que significan los “inamovibles” sino precisamente impedir miles de asesinatos y secuestros que convienen al PDA como parte de su aspiración de imponer en Colombia el proyecto fracasado en la elección del domingo 2 de diciembre en Venezuela? ¿Cómo pueden decir que “exhortan” a liberar a los secuestrados si al mismo tiempo claman porque se premien los secuestros más allá de lo que ya se ofrece el gobierno a premiarlos?

De no ser porque en Colombia no hay un rechazo enérgico al cinismo ni a la mentira ni al secuestro, estos canallas no se atreverían a mentir de forma tan desvergonzada. Pero lo que se ha demostrado es que cuanta más perversidad exhiben más votos obtienen.

4. Que juzguen las colombianas y los colombianos cuan frágil será una política de “seguridad democrática” que para ser preservada (fin invocado como irrenunciable) debe apelar como medio, a la ausencia de una política de liberación de las víctimas compatible con la protección de sus bienes jurídicos más valiosos.



Las señoras estarán agradecidas de la mención al principio de la frase: ¿alguien entiende lo que dicen? La política de seguridad democrática es frágil porque "debe" (el hediondo Carlos Gaviria ni de español tiene idea) ¡apelar como medio a la ausencia de políticas de liberación de las víctimas compatible con la protección de sus bienes jurídicos más valiosos! ¿Alguien entiende cómo puede una ausencia ser un medio? Claro, a los rehenes los matan si hay un intento de liberación por la fuerza, pero los valiosos bienes jurídicos exigen que se apele a otros medios que salvaguarden esos bienes jurídicos, es decir, que se ceda a todo lo que pretenden las FARC porque la liberación de 11 asesinos por cada rehén no es suficiente para el PDA.

El sentido del punto 4 es transparente: ¡quieren aprovechar las pruebas de supervivencia para arrimar el ascua a su sardina! No es que haya varios miles de personas en manos de organizaciones con las que el PDA comparte fines sino que el gobierno ha fracasado por no premiar suficientemente los secuestros. Por no facilitar la multiplicación del terror y en fin por no favorecer el avance del PDA y su proyecto.

En ese contexto el optimismo de Eduardo Pizarro ante las posibilidades de alternancia sólo es una muestra de un cinismo que a fin de cuentas es la característica de las clases altas colombianas, trátese de Antonio Caballero, el columnista que aprovecha el escándalo para legitimar la lucha armada, de Guillermo León Sanz, cuyos crímenes le permiten poner en el Concejo de Bogotá a su hermano, o de cualquier tinterillo venal como César Gaviria y los de su séquito.

El día que se juzgue a las FARC por toda su trayectoria, la relación con el PDA será uno de los hechos más vergonzosos. El cinismo de estos repugnantes malhechores es la mayor ofensa a las víctimas.