jueves, 25 de enero de 2007

El costo de la vida

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena myances@msn.com
En diciembre 6 del 2004, El Universal publicó “Otro indicador”, una columna en la que pretendía mostrar lo poco ilustrativo que resulta publicar el índice de crecimiento de precios (IPC) y el salario mínimo, sin una referencia al valor real de la canasta de productos que se utiliza para calcularlos.

La magnitud de la variable (en este caso el valor de la canasta) es más comprensible por los afectados; mientras que el índice o porcentaje de variación (que cualquiera puede calcular teniendo la información anterior) sirve solo al Gobierno -y a los analistas económicos, que son actores pasivos- para evaluar el desempeño, compararlo con años anteriores y aplicar correctivos, o dar continuidad a la política trazada.

La pregunta que aún me hago, dos años después de “Otro indicador”, es: ¿por qué no se complementa la información del IPC, con el precio de la canasta, siendo que éste es el dato que permite calcular el primero?

Son tantos los beneficios que se podrían obtener del análisis de esa información, que parece que se ocultara adrede, para proteger determinados intereses.

Para empezar, se podría saber si el salario mínimo supera o no el valor de la canasta. Esa información sería invaluable a la hora de fijar el salario mínimo, y permitiría además conocer si es posible que uno de los padres se dedique a la educación de los hijos mientras el otro se encarga de las obligaciones económicas, y en caso que no, cuantos integrantes de la familia tendrían que salir a trabajar.

Y si la conclusión es que la economía nacional no puede pagar lo suficiente para que un solo integrante de la familia típica colombiana, la pueda sostener con su trabajo, crear guarderías estatales que aseguren que se le imparte la crianza y educación adecuada a los menores, con el fin de no tener que reprimir las conductas del adulto.

También serviría para que no sigamos cometiendo la estupidez de utilizar el IPC para comparar el costo de la vida en diferentes regiones del país.

Podría creerse que un incremento del 5% en dos regiones distintas indica que el costo de la vida es igual. Y mentira, el costo de la vida se mide y se compara por el valor de la canasta de productos básicos, no por su incremento. Para entenderlo, un 5% de incremento sobre 500 mil es 25 mil, pero sobre 100 mil, solo 5 mil.

Y si descubrimos la estupidez que nos hacen creer las entidades nacionales, y que reproducen los medios en sus titulares, podremos entender que las ciudades turísticas (Cartagena la más importante del país) son las más costosas, no porque el IPC sea más alto, sino porque la canasta básica lo es.

Y por último para los efectos de esta columna, porque beneficios hay muchos más, publicar el valor de la canasta y el IPC por regiones también permite tener un salario mínimo diferencial que haga justicia con los trabajadores de la las ciudades más caras.

Hacer un incremento del salario mínimo con base en el promedio nacional beneficia a unos y perjudica a otros, y mirado a través del tiempo, genera una situación realmente alarmante, que ni los gobiernos, ni los empresarios, ni las centrales obreras pueden analizar, por falta de información, aunque los trabajadores la padezcan.

Podría ser esa otra explicación a la forma de vida en la otra Cartagena -la que escandaliza a los turistas y a la prensa capitalina- provocada, ya no por la dura competencia, sino por Decretos expedidos desde el mismo gobierno central.

También se comete injusticia cuando las pensiones (ya de por si castigadas con el aporte a la salud) solo suben por ley el IPC, sin ninguna consideración por la región en que se vive, ni del aumento en el salario mínimo.

miércoles, 24 de enero de 2007

Nudo de Paramillo 2001

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso

Una realidad ineludible en Colombia es que políticos y centenares de aspirantes a corporaciones públicas se han reunido con todos los actores violentos del conflicto.
El tema de moda, y lo será durante todo el 2007, es el cuestionamiento a los políticos que sostuvieron encuentros con los paramilitares, aunque, por lo pronto, no se dice nada de aquellos que se reunieron con los guerrilleros.
Posiblemente la reunión más conocida es la que se realizó en Santa Fe de Ralito hace casi seis años. A esa reunión asistieron políticos locales y regionales que finalmente firmaron un pacto que la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía tendrán que decodificar para determinar si los firmantes cometieron o no algún delito.
Es que de esa reunión, según dice Luis Carlos Ordosgoitia, ex congresista que en esa época era el
enlace entre el Gobierno y las AUC; el Gobierno de Andrés Pastrana tenía pleno conocimiento y se sabe que algunos de los que participaron tenían, o pensaron que así era, el aval gubernamental.
Esto, de antemano, podría cambiar la perspectiva del asunto para algunos firmantes, pues el entonces Comisionado de Paz, Camilo Gómez, y Andrés Pastrana, deberán aclarar la situación para que la justicia pueda operar.
En este sentido, el país espera que ambos personajes informen si efectivamente conocían de la reunión y si autorizaron a algunos o a todos los asistentes a participar y a firmar un documento.
Sin embargo, Ordosgoitia ha entrado en contradicciones frente a la supuesta autorización y eso hace mucho más importante que el ex Presidente y el ex Comisionado aclaren la situación.
Por lo pronto, la información que se tiene de la reunión es contradictoria y el único hecho real es un documento firmado por algunos de los asistentes: que los hubiesen obligado a firmar un papel en blanco o un documento redactado es irrelevante, pues nadie puede pensar que al firmar un papel para los paramilitares, ellos lo van a utilizar para autenticar una oración o un villancico.
En torno al documento, unos han dicho que simplemente los citaron y cumplieron aterrados la cita. Además, han asegurado que fueron intimidados para firmar dicho documento. De igual forma sostienen que después de firmarlo, le encargaron a un político que intentara recuperar el documento: ¿No era más fácil denunciar la situación?
Supuestamente si, pero hay que tener en cuenta la época en la que se suscribió el pacto: junio 23 de 2001, cuando los periodistas eran asesinados por denunciar, cuando las AUC mostraban la máxima expansión en territorio y combatientes de su historia, cuando la Nación estaba todavía embelezada con el fraude del Caguán y el control territorial del Estado era una quimera: de hecho en ese tiempo, las Fuerzas Armadas hacían ingentes esfuerzos para que las FARC no se tomaran a Bogotá, pues los terroristas tenían una fuerte presencia en el Páramo de Sumapaz, en los alrededores de La Calera, en Silvania, en el Alto del Vino, en un amplio sector de la provincia del Gualivá (Sasaima y Villeta).
Entonces, hacer alguna denuncia se constituía prácticamente en una sentencia capital y cada quién decide cómo protege su vida y la de su familia.
De otro lado, ese breve resumen de la caótica situación que vivía el país es una alternativa para explicar algunos de los apartes del documento.
Es bueno recordar que en ese momento, muchos pensaban que Colombia estaba a punto de la crisis total y podía en cualquier momento ser un Estado fallido.
Políticamente Colombia no tenía un horizonte distinto a hacerles más y más concesiones a los terroristas de las FARC, quienes a su antojo, tenían la potestad de congelar las negociaciones en el Caguán.
De igual forma, los colombianos tenían que pagar un impuesto a las FARC, ir a la zona de distensión a pedir permiso para cualquier negocio y también para adelantar actividades políticas en la mayoría de regiones del país… Colombia estaba siendo gobernada desde el Caguán y, de vez en cuando, desde la Casa de Nariño, cuando Andrés Pastrana decidía “amablemente” visitar el país.
Una situación tan compleja hacía pensar a muchos en la necesidad de refundar la patria y de firmar un nuevo contrato social, pues el que existía prácticamente era uno de sumisión a los intereses y manejos de las FARC.
Uno de los
apartes del documento explica la intención de estos propósitos: “Todos los aquí presentes hoy, asumiremos el compromiso de garantizar los fines del Estado: defender la Independencia Nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo".
Pero el camino elegido fue peor y muchos decidieron pactar con violentos para huir de otros violentos, cuando lo que se debió y se debe hacer es rechazar a cualquier sector alzado en armas, despreciarlos y aquellos que tengan el coraje, desconocerlos y emprender el camino de la civilidad y de la palabra.

martes, 23 de enero de 2007

Señalamientos contra Uribe

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso

Las cartas están sobre la mesa: dos reconocidos narcotraficantes pertenecientes a las AUC informaron que aportaron dinero para la campaña de reelección de Álvaro Uribe Vélez.
En una entrevista publicada por la revista
Cambio, los narcoparamilitares Miguel Ángel y Víctor Manuel Mejía Múnera aseguraron que “veinte días antes de la reelección el Ministro (del Interior Sabas Pretelt) nos visitó y nos dijo que ese no era el momento para debatir el proceso sino que era necesario enfilar baterías para garantizar la reelección de Uribe. Es más, nos dijo que existía la posibilidad de una segunda reelección presidencial, y agregó que él esperaba lanzarse a la Presidencia en 2010.”
Sobre la financiación concreta, los fugitivos pidieron que se les preguntara a los comandantes paramilitares cuánto aportaron para la campaña de Uribe, porque, según los entrevistados, “la mayoría contribuyó con algo”.
La denuncia es sumamente delicada. Sin embargo, ocurre lo mismo que con las declaraciones de Rafael García (ese que habló del DAS y encendió un supuesto ventilador para conseguir beneficios y luego se declaró miembro del Bloque Norte de las AUC para reducir su condena), con un agravante: la entrevista se realizó a través de terceros, concretamente de un abogado, y los periodistas NUNCA tuvieron acceso a los entrevistados.
De hecho, el propio medio lo reconoce: “respondieron, desde la clandestinidad, un cuestionario que la Revista les hizo llegar con un abogado. Este lo llevó, días después regresó con las respuestas y luego se estableció un mecanismo para hacer contra-preguntas”.
Asumamos que efectivamente la entrevista fue respondida por los dos narcotraficantes: Ante los medios se pueden decir muchas cosas que obviamente deben ser investigadas, pero lo cierto es que una declaración de prensa no es válida sin la ratificación en un estrado judicial.
Ubicándonos en el plano netamente legal, un testimonio juramentado y entregado a un juez requiere de la corroboración de los implicados, en este caso de los jefes paramilitares recluidos actualmente en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí.
Pero ocurrió todo lo contrario: Esa corroboración no solo no se dio sino que los voceros de los narcoparamilitares han salido a contradecir las acusaciones.
‘Ernesto Baez’ negó que esa organización haya negociado con el gobierno Uribe que sus jefes no sean extraditados a cambio del sometimiento a la justicia y un aporte económico para la reelección del jefe de Estado. El cabecilla aseguró que "esas afirmaciones no corresponden de ninguna manera a la verdad. Decir que aquí se trató el tema de la reelección y que a cambio de ello se ofreció la no extradición es absolutamente falso”. En otro orden de ideas, la entrevista muestra evidentes contradicciones entre lo que dicen y los hechos.
Aseguran que se acogen a la Ley de Justicia y paz y que no han salido del proceso, pero están en la clandestinidad y no han mostrado ningún interés en someterse a la justicia. Luego señalan como causa de su clandestinidad el incumplimiento de los acuerdos y preacuerdos con el Gobierno, específicamente en lo relacionado con las condiciones de reclusión, las garantías como negociadores y la situación de los desmovilizados.
Sin embargo, la conducción de los jefes paramilitares se hizo primero a estaciones de policía y posteriormente a la sede de Prosocial en La Ceja y tanto Vicente Castaño como los Mejía Múnera NO SE ENTREGARON ante las autoridades aunque La Ceja era un sitio con proyectos agrícolas y mediana seguridad, si es que la había realmente, lo que demuestra que ese compromiso si fue cumplido por el Gobierno.
Una de dos: o los entrevistados predicen el futuro o NUNCA han tenido la intención de someterse a la Ley de Justicia y paz.
¿Cuánto tiempo estuvieron los jefes paramilitares en La Ceja? La orden presidencial de conducción se expidió el 14 de agosto de 2006, es decir, casi cuatro meses en los que el Gobierno cumplió con las condiciones de reclusión. Si efectivamente esa parte de los acuerdos estaba vigente, ¿porqué no se entregaron?
Pues resulta que ahora, según los entrevistados, no se entregaron por el traslado a Itagüí, que se produjo a principios de diciembre… ¿predicen el futuro?
Otro punto que alegan los entrevistados es la garantía para los negociadores, es decir el tema de
la no extradición, pero en las resoluciones 233 de 2004 y 300 del 14 de diciembre de 2004, el Gobierno Nacional reconoció a los negociadores de las Autodefensas Unidas de Colombia y, de paso, legalizó el compromiso de no extraditar a los jefes paramilitares, situación que fue ratificada en diciembre de 2005 en la suspensión de la extradición de Salvatore Mancuso. ¿Cuál fue el incumplimiento en este punto?
En síntesis, la entrevista resulta interesante para armar alboroto, pero son más las dudas, inconsistencias y refutaciones que los hechos reales que ahí se denuncian.
Una situación que podría arrojar luces sobre el tema es que se acojan a la Ley de Justicia y paz y rindan las respectivas indagatorias ante la Fiscalía, pues así se podría investigar esta gravísima situación que, de ser cierta, necesariamente tendría que llevar a la renuncia del Presidente y a lo que muchos sueñan: la posesión de otro Santos como Presidente de Colombia.

lunes, 22 de enero de 2007

Los brujos “adivinaron” los sucesos del año

Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso

Cada fin de año se puede presenciar una de las más antiguas costumbres de los noticieros de televisión: rellenar los espacios con entrevistas a los más importantes astrólogos, adivinos y brujos, quienes hacen su mejor esfuerzo (eso dicen) para pronosticar lo que ocurrirá durante el año que comienza.
Debe ser una enorme dosis de ignorancia, o una gran curiosidad, o una ociosidad enorme, o todas las anteriores; las que nos llevan a muchos a escuchar con atención lo que esos personajes tienen que decir.
Sin embargo, después de tomar atenta nota de las predicciones para el 2007, se llega a la conclusión de que un gran número de colombianos poseemos el “don” de la adivinación, pues como veremos, lo que dijeron los adivinos y brujos ya lo sabíamos con semanas de anticipación.
En política, los adivinos pronosticaron que la para-política será protagonista en la escena nacional y que generará algunos cambios en el escenario político del país… ¿será posible que algún colombiano medianamente informado no tuviera clara esa situación?
Así mismo, los brujos y brujas predijeron que los grandes personajes de la política colombiana serán Álvaro Uribe Vélez y Carlos Gaviria Díaz. Pero eso, más que una predicción, es una situación que obedece a la lógica de lo que ocurre y ocurrirá en Colombia durante el 2007: evidentemente Uribe será protagonista por múltiples razones, entre otras, por el escándalo de la para-política, por el procesamiento judicial de varios congresistas miembros de la bancada oficialista y por la presión de algunos medios que reciclarán convenientemente los hechos para distorsionar un solo suceso principal y hacerlo parecer como el surgimiento de múltiples situaciones bochornosas.
Además, el debate del TLC, las personalizadas relaciones exteriores (con Ecuador y Venezuela), el estilo de gobierno y el manejo mediático del Presidente, lo tendrán siempre en el punto protagónico en los medios de comunicación.
Entonces, si Uribe sigue siendo protagonista, pues Carlos Gaviria Díaz, como única voz autorizada de la oposición (César Gaviria ni fu ni fa), tendrá su puesto como antagonista y cada actuación del Gobierno será replicada o analizada por el máximo dirigente del Polo.
Pero ¿será que los colombianos necesitábamos de brujos y adivinos para saber que eso ocurrirá no solo en 2007 sino también en lo que resta del segundo y ÚLTIMO periodo de Uribe?
En otro orden de ideas, los brujos pronosticaron una embestida de las FARC, ataques y atentados terroristas… pero vuelve y juega, el terrorismo de las FARC no es algo que necesite de adivinación sino de simple lógica y de un conocimiento mínimo de la dinámica terrorista de ese grupo en su persistencia por conquistar el poder.
Además, los brujos hablaron de crisis en el proceso con los paramilitares, pero lo cierto es que ese, como cualquier proceso de paz, ha tenido y tendrá decenas de momentos difíciles que no requieren del Tarot ni de la lectura de una taza de chocolate, sino de decisiones y de apoyo nacional para alcanzar, por lo menos con las AUC, una dosis razonable de paz, justicia y reparación.
A muchos nos hubiera gustado que los adivinos que rellenan los espacios faranduleros y amarillistas de los noticieros de los canales privados nos dijeran, por ejemplo, el nombre del futuro Alcalde de Bogotá, o si los medellinenses van a ser tan obtusos de reelegir a Luis Pérez Gutiérrez, ese Alcalde que compraba vajillitas de varios millones de pesos, ese burgomaestre que logró desestabilizar a EPM (una de las empresas públicas más sólidas del país y de Latinoamérica), el mismo que compró una costosa motocicleta, con cargo al erario público, para pasear los fines de semana y que dejó a Medellín en un estado de postración y violencia tan grandes, que se recordaban los aciagos días del terrorismo de Escobar.
Ojalá se la hubieran jugado por adivinar los nombres de los jefes paramilitares que terminarán en una celda en los Estados Unidos, o si el Gobierno finalmente podrá capturar a uno de los cabecillas de las FARC… nos hubiéramos contentado con saber qué corriente política en Cali hizo los avisos contra los negros y los pobres a nombre de Francisco Lloreda.
Lo cierto es que o los colombianos somos adivinos innatos o esos charlatanes solo quieren descrestar ingenuos con supuestas predicciones que solo obedecen a un mínimo sentido común, que aunque es el menos común de los sentidos, no está ausente por completo de la esencia de los colombianos.