miércoles, 19 de diciembre de 2007

El llanto por Íngrid y el síndrome de “Colmobia”

Por Jaime Ruíz. Columnista del Sistema Atrabilioso

No son pocos los balances de fin de año y los comentarios de expertos que aceptan como algo cierto el declive de las FARC, pese a que la ayuda venezolana les permite mantener su principal negocio de narcotráfico. Pero de ese declive el principal síntoma es la deserción de los comentaristas que habitualmente están de su parte, según la ocasión y la disposición de cada uno.

Por eso ya es más bien raro encontrar alusiones a los “actores del conflicto” y a la necesidad de la negociación política para resolverlo. Incluso la explotación del chantaje “humanitario” es más sutil, suele ir acompañada de insultos a las FARC, como dejándole el descaro a personajes que no tienen que vérselas con las víctimas ni con conocedores de la tragedia colombiana, como Daniel Ortega.

El recurso más utilizado es la condena a la insensibilidad de la sociedad, como denuncia Alejandro Gaviria, si bien en sus conclusiones rehúye la muy probable relación entre esas quejas y el interés de salvar a las FARC o derrotar al gobierno que las ha hecho retroceder y lo reduce todo a “exhibicionismo moral”. Desgraciadamente hay que recordar que durante el gobierno de Pastrana casi todos los artículos de opinión de la prensa bogotana eran no sólo favorables a la negociación, sino a las pretensiones que las FARC presentaban como pretexto. El editorial que publicó El Tiempo la primera vez que Pastrana amagó con suspender el despeje lo resume todo: si las FARC fueran derrotadas pronto habría quien las reemplazara, pues su origen es la injusticia de la sociedad colombiana y su misión es corregirla.

Así, la deserción de los pensadores de corazón justiciero es más bien una máscara con la que pretenden llevar a cabo más eficazmente esa tarea de cobrar al gobierno el 5 % de los secuestros, al tiempo que hacen desaparecer por completo los demás. De paso se lavan las manos ante el probable fracaso de la tropa que iba a implantar el socialismo. Bobos no son.

Ejemplo más bien obsceno de eso es la entrevista que le hizo Roberto Pombo a Luis Eduardo Garzón, en la que la meta de la negociación política se disfraza rebajando su contenido: ¿cómo que ir a matarse por la elección del procurador? La cuestión de si una sociedad se deja imponer las leyes de una banda de asesinos desaparece, no es un tema por el que valga la pena sufrir. Aquello por lo que se da la guerra, la agresión de una facción minoritaria se resuelve así: se premian los crímenes porque peor es ir a matarse por eso. ¿Qué importa que los votantes de Garzón pretendan lo mismo que las FARC, el socialismo y la supresión de la democracia? Ellos no van a matarse por eso, es a los demás a quienes matan.

Es el arte del eufemismo, pero hay alguien que lo ejerce mucho mejor que Garzón, con tanta habilidad que hasta escribe en medios liberales como Letras Libres y recibe elogios de Fernando Savater. Se trata de Héctor Abad Faciolince. Su columna de la semana anterior es una joya de ese arte: tras todas las protestas y aclaraciones sale una determinación clara: salvar la vida de Íngrid a toda costa, es decir, despejar y favorecer el juego de las FARC. Muchos lectores poco recelosos habrán caído, y no es tanto por la habilidad del autor, sino que refleja la moral de la sociedad.

Cuando se escriba la verdadera historia universal de la infamia, entre los documentos que den testimonio cabal de la maldad y la injusticia humanas tendrá que estar esta carta dolorosa y bellísima de Íngrid Betancourt, este testamento, este grito desesperado, esta certera acusación a nuestra indiferencia y esta despedida de la vida de una mujer valerosa e inteligente que declara su derrota y se dispone a morir con dignidad. [...]


Lo “doloroso y bellísimo” de la carta es lo que conmueve al escritor, pues ¿qué escribirían esos cientos o miles de desgraciados finqueros, ganaderos, patanes, políticos y empresarios de provincia que fueron secuestrados en los setenta y permitieron a las FARC expandirse y dar lugar a la carrera política del padre de Abad Faciolince y a raíz de su asesinato al prestigio de este escritor? Es un dolor de estrato más bajo, como que no valía la pena indignarse por “nuestra” indiferencia respecto a todo eso. ¿Y qué va a importar que Abad sea amigo personal y promotor de Carlos Gaviria, el prócer que proclama que no es lo mismo matar para enriquecerse que matar para que la gente viva mejor? En esta ocasión lo “nuestro” de Abad lo comparte con los que enriquecieron pagando rescates a quienes lo promovieron a él. Él es uno más de “nosotros”, no faltaría más. Pero para ser sincero es mejor que nosotros, más sensible. Más delicado:

La semana pasada algunos escritores que estábamos representando a Colombia en la Feria del Libro de Guadalajara, con vergüenza por nuestro país, con vergüenza por nosotros mismos y con un hondo pesar por Íngrid, llorábamos en el desayuno mientras leíamos esta carta. Era un dolor silencioso, por ella, y por la inutilidad de las palabras. Después hablamos, a pesar de todo, y escribimos un comunicado y dimos declaraciones, que quizá no sirvan de nada, condenando la barbarie criminal de las Farc que la tienen secuestrada a ella, a Clara Rojas, a su niño Emmanuel y a todos los demás, desde hace ya tantos años.


¿Alguien se imagina a estos representantes de Colombia desayunando en un hotel de lujo y avergonzados del país que les paga varios viajes al año, prestos a llorar en honor de la buena prosa de Íngrid (pues los secuestrados son varias decenas de miles y hasta ahora sólo han presionado para premiar a los secuestradores)? ¡Y cómo no iban a condenar la barbarie de las FARC si son promotores del partido que quiere que se negocien las leyes con las FARC y aprovecha cada atrocidad para denunciar el fracaso de la seguridad democrática! El odio a las FARC resulta algo asqueroso cuando se comparte con esta clase de personajes y no se extiende a ellos.

[...] El secuestro es un infierno y no hay representante más diabólico del Mal que el secuestrador. [...] Estamos conmovidos, sí, pero no nos movemos. Y nos tenemos que mover, antes de que Íngrid y los demás se nos mueran.

Pero si el secuestrador es el representante más diabólico del mal, ¿por qué Abad promueve a un partido formado por secuestradores pensionados? Comparada con esa labor canallesca de cobrar los secuestros (que es el sentido de la segunda frase: llamar a presionar al gobierno para que ceda a la presión de las FARC, tal como hacen casi todos los columnistas amigos de la guerrilla), la tarea de cometerlos sólo corresponde a una división técnica del trabajo. Quienes se llevan a las víctimas son torpes peones, quienes las cuidan, pobres niños: quienes se lucran del crimen son los amigos de Abad y de otros delfines que heredaron poder y prestigio del poder tradicional del PCC.

[...] Hay que dar la batalla por la libertad de Íngrid y de todos los secuestrados, hablando y movilizándonos, pidiéndole al gobierno que sea flexible, y exigiendo a la guerrilla que abandone su resentimiento criminal, sus métodos salvajes de lucha.
Respecto a las exigencias a la guerrilla, ya se sabe qué utilidad tienen: es como cuando la víctima de una violación le pide cariño a su agresor. Pero lo otro sí es útil, nadie debe olvidar que las movilizaciones que ocasionó la masacre de los diputados del Valle sirvió para que el PDA clamara por el “intercambio humanitario”, y que la bomba de El Nogal sirvió para que los mismos exigieran “Ni un peso más para la guerra”, objetivo que ahora comparte José Fernando Isaza. Ellos llaman a movilizarse para convertir las movilizaciones en recursos a favor de su industria de secuestros. A muchos esto les parecerá excesivo, pero ¡qué curioso!, ¿alguien se imagina por qué los demás secuestrados no interesan a nadie? ¿Y por qué desaparecen de la prensa las noticias sobre víctimas del terrorismo, cientos de miles en las últimas décadas? Los rehenes del “intercambio humanitario” sólo son importantes porque convienen a las FARC y a sus promotores.

Pero el lenguaje eufemístico de este canalla es sólo un formato, una “presentación” dirigida a un público más necesitado de pretextos. Uno de esos “representantes diabólicos del mal”, en uso de buen retiro y copiosamente recompensado por su amigo Enrique Santos Calderón y la parte de la sociedad a la que defendió (aunque lo más seguro es que al final paga el Estado, es decir, los demás colombianos), León Valencia, es un poco más sincero en sus mentiras, menos aprensivo en su tarea. Complementa a Abad, tal vez está previsto que lo lean después:

[...] En cambio, la posición clara y única de las víctimas ha sido el "acuerdo humanitario". Lo han pedido desde lo profundo de las montañas donde están los cautivos en las condiciones más infamantes. Lo han repetido en todos los foros nacionales e internacionales. Se lo han implorado al Presidente y se lo han exigido a las Farc.


¡Las víctimas van a todos los foros a pedir el intercambio humanitario y hasta escogieron a este asesino de portavoz! Y yo que creía que lo era el nunca bien ponderado Cepeda II. ¿Alguien se imagina lo que le ocurriría a un “retenido” si su familia contrariara a las ONG que organizan la presión sobre el gobierno para que premie a las FARC. Ni siquiera el lobby descarado a favor de los terroristas de personas como Yolanda Pulecio deja a su hija a salvo de los atropellos de los “hermanos” de Daniel Ortega y León Valencia, no hay ni que imaginarse lo que sería una familia hostil. Al lado de esa mentira de ese canalla empleado de Santos Calderón el secuestro es algo de poca monta. El secuestro es sólo una parte de la misma industria de la que forman parte esos escritos.


Se le estremece a uno el corazón cada que aparecen pruebas de supervivencia y ve la huella trágica que deja este delito atroz, o cada que se encuentra con familiares y recibe el recuento exacto de las mil plegarias y acciones que han realizado en estos años. De los desvelos y sacrificios que han vivido. De la angustia infinita que llevan a cuestas.

Para que vean que Abad no es el único sensible, también a este secuestrador retirado se le estremece el corazón. Lástima que no tenga testigos de que también llora.

Pero los secuestrados y sus familiares nunca han podido ganar entre los factores de poder y en la opinión colombiana el apoyo para obligar al Estado y a las Farc a negociar el intercambio. Pese a la justeza de su posición y al dolor inmensurable que transmiten, solo han logrado el respaldo de algunos líderes políticos, de un sector de la Iglesia, de algunos medios y columnistas de prensa. Pare de contar.

Hay corazones... colombianos, ésa es la palabra, que se estremecen oportunamente cuando el elemento de interés asoma. No importa si se es un angelito de buen corazón y hasta víctima o si se es representante del MAL, puestos a cobrar el secuestro todos pueden mostrarse muy sensibles.

No ha ocurrido así en la opinión internacional; de allí ha venido la presión para negociar. Han sido la insistencia del gobierno francés, o los llamados de Chávez, o las voces de Washington el factor que ha movido un poco, en algunas coyunturas, al Gobierno y a las Farc. Ahora mismo han obligado al presidente Uribe a ofrecer una zona de encuentro, que esperamos sea acogida por las Farc.

Se le olvidó mencionar a Nicaragua. Respecto a los franceses, ¿nadie los recuerda tratando de salvar a toda costa el despeje del Caguán? La mayoría de los gobiernos europeos que han tenido alguna injerencia en Colombia han intentado promover a las guerrillas, pues a fin de cuentas los contratos de explotación de recursos mineros irían a manos europeas si aquéllas triunfaran. No es por sensibilidad con las víctimas, ningún gobierno europeo ha intercambiado terroristas por rehenes.

En el reportaje con Yamid, [Francisco] Santos se lanza a criticar a los partidos y a la sociedad. Señala que cuando la Eta asesinó a Miguel Ángel Blanco, toda España se volcó a las calles y se queja de acá: ni las fuerzas políticas, ni la ciudadanía han sido capaces de manifestar la indignación frente a la barbarie de las Farc. Pero olvida que en España, cuando miembros de la Fuerza Pública, en una operación encubierta, torturaron a miembros del grupo terrorista 'Grapo', se gestó una crisis política, cayó un ministro y Felipe González sufrió un severo desgaste. También allí, ahora mismo, nadie se atreve a atentar contra la vida de los dirigentes de Herri Batasuna, un partido que no esconde sus nexos con la Eta. Persiguen en derecho a quienes delinquen.En contraste, en Colombia, se hizo la más brutal ronda de la muerte contra la Unión Patriótica y recientemente se puso en marcha una campaña de desapariciones, que llevó a la oscuridad de las fosas comunes a más de diez mil personas. Todo mediante la alianza entre políticos, militares, paramilitares y narcotraficantes.Francisco Santos debería recordar el movimiento de paz de los años 90 y saber que solo es posible desatar una gran fuerza ciudadana hablando desde el lugar de las víctimas y criticando por igual a todos los actores ilegales y a todas las violencias. Solo desde un alto pedestal moral se puede hacer justicia.



La alusión al GAL es parte del cinismo de este asesino: ¿qué miembros del gobierno colombiano tienen que ver con actividades delictivas? En tal caso, podría denunciarlos. En el caso del PSOE y el GAL, esta banda había sido organizada por altos cargos públicos de ese partido. ¡Ahora las complicidades de políticos y militares con los narcotraficantes legitiman a las FARC, ¿o qué es lo que se infiere de esas afirmaciones? Claro que en Colombia debe haber un rechazo enérgico de todos los crímenes y de todos los criminales, pero ¿a qué viene todo el cuento de los crímenes de la competencia de León Valencia contra los agentes desarmados del PCC?

Ahí la sociedad colombiana, víctima también de los narcotraficantes y paramilitares, resulta en deuda con los terroristas por los crímenes cometidos por otros, y la forma de resolver el sufrimiento de las víctimas y de hacer justicia es favorecer miles de secuestros y asesinatos más.

Se suele hablar de “síndrome de Estocolmo” a la identificación de las víctimas de secuestros con sus verdugos, debido a la ansiedad que la situación provoca. Basta con ver episodios semejantes en la televisión para comprender a esas víctimas, de tal modo que uno puede preguntarse, ¿esto colmo? El colmo es Colombia, o mejor dicho “Colmobia”, el único lugar en el que un asesino desvergonzado sale a hacer presión para promover nuevos asesinatos y nuevos secuestros y no vacila en hacerlo desde un alto pedestal moral, el único lugar en el que una señora que declaraba que el encuentro con Tirofijo le había cambiado la vida y después se fotografiaba con los jefes del secuestro es nombrada Personaje del Año y la gente no dice nada, tal vez porque comparte el premio con un miserable que aprovecha su cargo de magistrado para promover falsas denuncias que permitan prosperar a los terroristas.

Muy triste es el destino de una sociedad que no es capaz de rechazar enérgicamente a esa clase de miserables que disfrutan de toda clase de lujos gracias a su proximidad a los secuestradores y no vacilan en dar lecciones de moral y en sacar provecho de un llanto que probablemente sólo procede del hecho de comprobar que la tropa de niños que los iba a convertir en ministros vitalicios retrocede y decae.

1 comentarios:

Atrabilioso dijo...

14 Comments:



At <$Comentarios$>, Icarus_

Jaime,

Ciertamente la sociedad colombiana pareciera padecer de una enfermedad psicológica muy extraña: la muchacha que atiende el chat de la W, esta mañana decía por la radio que pese a que los participantes en dicho chat estaban felices por la noticia de la liberación de 3 secuestrados que se supo ayer, muchos estaban pidiendo que no sólo fueran esos 3, sino los más de 1.500 en manos de la guerrilla, lo que a ella le parecía, ojo, no improbable, sino, "obvio que eso no podía ser", como si no fuera apenas natural que ESA fuera precisamente la exigencia de todo el mundo.

No sé. Pudo ser un inocente descuido, pero deja ver hasta qué punto los colombianos se acostumbraron a ver a los columnistas de la prensa pedir que se ceda terreno al terrorismo mientras le parece "obvio que no pueda pedirse la liberación de todos los secuestrados".

No sé cómo explicarse ese fenómeno. ¿Aturdimiento, hipnosis colectiva?
Vaya uno a saber cómo carajos entender eso.


At <$Comentarios$>, Jaime Ruiz

Icarus, bueno por una parte se puede decir que pedir la liberación de todos los secuestrados no es "realista". Eso es correcto, no se puede esperar que los suelten sin más. Para eso habría que presionarlos mucho más, es decir, gastar muchas más energías en vencer a la guerrilla, es decir, imponerse más sobre todos los que trabajan para favorecerla.

Siempre hay una diferencia entre ese realismo y la resuelta colaboración con los secuestradores, que es algo que se encuentra en la mayoría de los columnistas, como los dos que comento en este artículo. El problema más al fondo es que la "izquierda" provee identidad y en la realidad la gente que forma parte de las clases instruidas no quiere el fin y la derrota de la guerrilla porque está al extremo adoctrinada en favor del socialismo y eso se ha vuelto una forma de vida. Es decir, la consideración de rango que la gente se pone tiene que ver con su proximidad a la clase intelectual, lo cual tiene que ver con su adhesión al izquierdismo. Por eso la cantidad de disfraces que se ponen, por eso la obsesión enfermiza con Uribe y José Obdulio (cuando yo era joven se trataba de Borges, y más recientemente, no recuerdo si en México o en Centroamérica, quemaron una efigie de Octavio Paz. Hace una década era con Plinio A. Mendoza, del mismo modo que antes de Bush estaba Reagan y antes Nixon y así desde el comienzo). Uribe sólo es el presidente que resulta eficaz reduciendo los secuestros, sólo por eso lo odian. Sólo que no van a decir que gracias a los secuestros tienen tantas prebendas y lujos. Creen que tienen un pasado heroico (o lo tienen sus padres) porque gritaron consignas para obtener privilegios, pero debajo de la épica del bochinche estaba la organización que podía amenazar a cualquier negociador gubernamental.

En fin: denunciar las técnicas eufemísticas para cobrar los secuestros y tratar de resucitar a la tropa es la principal tarea de las personas decentes en Colombia. Pero la tarea es grande y en realidad los amigos del secuestro son muchísimos y muy poderosos.


At <$Comentarios$>, la colombia inclaudicable (lci)

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At <$Comentarios$>, la colombia inclaudicable (lci)

Jaime, cordial saludo:
Por si algo faltara, que no creo, pero bueno, de pronto un énfasis en un elemento, el elemento a sabiendas.
A sabiendas mienten, a sabiendas posan de adoloridos, a sabiendas cumplen con su militancia pro secuestro, y a sabiendas cobran, a sabiendas les pagan, a sabiendas saben que sus engaños es pasto de un pequeño grupúsculo.
Pero también y muy a sabiendas, los combatimos y los combatiremos


At <$Comentarios$>, Schlecter

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At <$Comentarios$>, Schlecter

La ultima frase 'Un ejercito de niños', en verdad que me ha tocado, porque entre los multiples delitos y monstruosidades de la guerra, esta esto de armar menores de edad, pero no solo ello, el adoctrinamiento convierte a estos niños en entes asesinos, sin piedad, ay de ellos, pobrecitos.

¿Por que no se puede cambiar la ley e instaurar la pena de muerte?

Por ejemplo merecedores de ella:

Un tal Garavito,
El tal Tirofijo,
en fin la cupula del alto mando de las FARC.

Y por supuesto, para aquellos que sean encontrados culpables de traicion a la patria, y sostener politicamente un grupo guerillero, asi sea en la mas tenebrosa hipocresia, con metodos taimados, (eso es para MI una traicion a la patria).

Quien tenga oidos que oiga.

¿Que impide una captura militar del lider mitico de las FARC?

¿Que impide la detencion de los sostenedores politicos de las FARC?


At <$Comentarios$>, Jaime Ruiz

LCI. Ese elemento de "a sabiendas" es complicado, porque la psique tiene caminos torcidos para que estos psicópatas puedan tranquilamente sentir que está colaborando en la liberación de los secuestrados. Se sienten muy "limpios" porque desaprueban a las FARC y desaprueban los secuestros, aunque los valores de la izquierda hacen que en algunos puntos coinciden con los que no desaprueban los secuestros. Bueno, ni siquiera los valores de la izquierda sino las lealtades personales. Son como esos clientes de los burdeles que se sienten redentores de las descarriadas y procuran ofrecerles el cariño verdadero. En el caso de Abad los enemigos son los que mataron a su padre, y ahí va metiendo a quien le dé la gana, a quien le convenga, a quien sea de derecha o neoliberal o anticomunista o uribista. Le da igual. A quien se le atraviese a su espléndida vida de figura literaria a la que todos los gobiernos le deben respaldo y financiación.

Desde mi punto de vista la denuncia de las diversas falacias que sirven de coartada a los crímenes es casi tan importante como el esfuerzo militar, si bien mucho menos meritorio. Los mismos guerrilleros pueden ser gente menos perversa que esos políticos e intelectuales ambiciosos, de ahí que cuando la visión de la historia les llegue, cuando comprendan la tremenda locura que fue su pertenencia a una secta criminal, están más cerca de enmendar que estos canallas tipo Abad y compañía.

Un abrazo y Feliz Navidad.


At <$Comentarios$>, Jaime Ruiz

Schlecter: no se puede juzgar ni condenar a los socios políticos de las guerrillas porque no han cometido ningún delito. O en todo caso, no lo han cometido con su actividad política pública. El contrato social funciona en la medida en que haya textos legales que la gente tiene que cumplir. Las leyes son siempre mejorables, pero no se puede condenar a alguien por hacer algo que las leyes no prohibían. Y tampoco sería desaconsejable crear leyes que castiguen el amor a Tirofijo, porque hay una serie de libertades que son sagradas y están antes.

Sobre todo, la persecución judicial de los amigos del terrorismo es un disparate cuando todo el problema es su derrota política. No hace falta encarcelar a los que predican la violencia, bastaría con no gastarse los recursos comunes en pagarles sueldos del primer mundo, viajes, dietas, publicaciones... Bastaría con que el Estado excluyera a los legitimadores de las masacres, cosa bien utópica en un país en el que esos jaleadores del crimen son ni más ni menos la cúspide judicial.

Respecto a la pena de muerte, discrepancia absoluta. Moralmente es una cuestión inadmisible, nadie debe disponer de la vida de otro. Y las posibilidades de error en un país en el que los principales asesinos son empleados estatales son altísimas. Pero sobre todo, su eficacia sería nula. El problema con toda la delincuencia en Colombia no es que las penas sean blandas sino que las capturas no se producen y la mayoría de los juicios son injustos por la venalidad o por la ideología de los jueces.

En todo caso la solución a los problemas del país no está en llamar al verdugo sino en desaprobar enérgicamente los asesinatos y secuestros y a quienes prosperan gracias a ellos. Eso está lejos de ocurrir. Basta con leer en El Espectador o en Semana los reportajes sobre Piedad Córdoba o Moncayo para comprobar que los grandes poderes en Colombia son promotores de esos crímenes. Y también la gente que lee esos medios: los comentarios rara vez son hostiles a esos discursos.

Un abrazo y Feliz Navidad.


At <$Comentarios$>, la colombia inclaudicable (lci)

Jaime, una feliz navidad y un 2008 lleno de buenos combates


At <$Comentarios$>, Lanark

Ilústranos, profe Jaime, qué significa la doble negación en
"tampoco sería desaconsejable crear leyes que castiguen el amor a Tirofijo"

¿"No sería no-aconsejable" significa que sería aconsejable? Claro, cada vez que se hace un juego de manos como ese, lo que se logra es una afirmación leve que no suena tan tajante, y que después se puede negar, matizar, o lo que se quiera.

Creo que en este caso, la idea es argumentar sin herir la suceptibilidad de Schlecter, espíritu sensible y frágil (*) él, porque después de la doble negación, argumenta en contra de la criminalización formal del pensamiento de izquierda.

Pero para que nuestro tierno Schlecter no se confunda, le voy a dar una pista: ese tipo de cosas no se pueden hacer de frente; tienen que hacerse por debajo de cuerdas. Hay que dejar una vía de escape por donde se pueda negar, como cuando uno confunde con dobles negaciones. Así se puede aplicar la pena de muerte, y lo que se quiera, sin afectar la imagen civilizada que atrae la inversión extranjera.

(*)a Schlecter le falta una hache para ser malo.


At <$Comentarios$>, Jaime Ruiz

Lanark, definitivamente la ignorancia es atrevida. Ese fenómeno de la doble negación es frecuentísimo en cualquier escrito descuidado. Sencillamente se sobreponen dos ideas idénticas: "tampoco sería aconsejable" y "sería desaconsejable". No creo que mucha gente encontrara una perversa ambivalencia respecto a la libertad de conciencia, pero este rebelde que no se somete al Coronel Lenin, exhibiendo de nuevo su moralidad, convierte ese error en una afirmación.

Hay seres que resplandecen en todo momento hagan lo que hagan. Lanark es uno de ellos, no sólo encuentra un argumento en la tontería de un error surgido del descuido, sino que viene a dar lecciones de alemán. A Schlecter le falta la h para ser "peor", pues "malo" se dice "schlecht". Y no sería "malvado" ("böse"), sino sólo "malo" en un sentido técnico. Lanark es "schlecht", torpe y patético, como un mal actor. No llega a ser un personaje malo (böse) porque eso supondría haber superado la infancia.


At <$Comentarios$>, Schlecter

El autor ha eliminado esta entrada.


At <$Comentarios$>, Schlecter

Es lamentable la participacion de Lanark, sencillamente porque nada aporta.

Lastima porque la discusion ya empezaba a ser de altura.

No es que yo venga a Atrabiliosoa "Argumentar", vengo a este blog, sencillamente a informarme, a intercambiar si se quiere sentimientos.

Siempre me ha gustado la manera en como aqui se expone la realidad colombiana, hay cierto sabor de valentia que hace que uno quiera participar.

(Entre parentesis y totalmente al margen del tema original) El Schlecter lo tome de un personaje al que siempre admire: Karl Schelecter, fue un gran ajedrecista y aunque no juego de la misma manera, me llamo mucho la atencion la vida de el, en cuanto a la grafia seria como comparar las palabras Marco y Malo, tienen letras comunenes pero no raices comunes, en cuanto al Schlecter nunca he estado seguro de la grafia, en los libros de De Greiff lo escriben Schelecter)

Por otra parte retomando el tema, creo yo que la guerrilla y el entorno politico que cobija a la guerrilla ha generado un cancer tremendo en el pais, y el cancer mata.

Si se deja que la guerrilla siga prosperando finalmente va a destruir totalmente el pais.

Prosperidad que llega gracias al dinero del narcotrafico, recuerden que las FARC son unos de los mayores narcotraficantes del mundo.

Coincido en que a los soportes estrato 6 (incluso 7) de la guerrilla hay que derrotarlos en todos los terrenos, empezando por el politico.

Luego debe encontrarse los vinculos delincuenciales para que la justicia tome curso y podrir en la carcel a personajes tan siniestros como los lideres del Polo Democratico.

En cuanto a la pena de muerte y lo de las penas, creo yo que en Colombia las penas son muy blandas, cite el caso de Garavito, que despues de asesinar decenas de niños ya iba a quedar libre.

Ahora bien alias Manuel Marulanda, es un asesino miles de veces mas peligroso que Garavito y me da miedo que una vez caiga preso, salga en algunos años por buena conducta.

Y mas miedo me da que todo el daño que hacen los sostenedores politicos y periodisticos (y bloguisticos si se quiere) de las FARC, quede impune.

Se que hay un Dios, y si la justicia de aqui no sirve, quizas la celestial me sirva de consuelo y esperanza.

Saludos


At <$Comentarios$>, Schlecter

Pensandolo bien, este Lanark parece un personaje Cizañero, imagina que porque alguien piensa diferente o da una explicacion alternativa a lo que se ha propuesto debe uno indignarse y comenzar a sabotear.

Lejos de mi tal reaccion: Claro cuando pienso en Asesinos como Garavito o Marulanda me da tanta indignacion que a veces por puro desahogo clamo la pena de muerte para ellos.

Entonces Jaime Ruiz, me muestra su parecer ante tal propuesta y viene este Lanark a sembrar duda en una respuesta clara.

Imagina que entonces tengo yo que comenzar a difamar y a buscar los medios para "silenciar" el Sistema Atrabilioso. (Tal como sus amigos han pedido para con el Noble Schlecter, censurado en sus paginas de 'izquierda')

Pero no, Lanark, asi no funciona el mundo, porque entiendo lo dicho por Ruiz acerca de mi inquietud. No por ello debo enojarme, sino al contrario, agradecer, porque alguien me ha mostrado otras razones, otras ideas, que son Valiosas.

Ahora bien, retomando el tema, creo que hay un deseo muy intencional de la familia de Ingrid B, para utilizar y aprovechar politicamente el infortunio.

He visto en el exterior como esta familia presenta los hechos: Basicamente el culpable es el Gobierno. Claro este tipo de gente presenta al Presidente como el peor enemigo de la humanidad. Convencen a periodistas con afan sensacionalista de 'la realidad de los secuestrados en Colombia', sabe Dios que si Ingrid B, escucha la radio, en el fondo de su alma entiende el daño que hace su familia.

Claro tal vez muy en el subconciente lo intuye. Porque en la carta de superviviencia, no hubo una sola palabra de reconocimiento o generosidad con el Presidente Uribe.

Sabe Dios que tenemos un Pais extorsionado, sabe Dios que los secuestrados son incontables (Dios Santo!!),

Sabe Dios que todos los actores alrededor del intercambio han aparecido como chulos sobre mortecino, cada cual sacando provecho oportunista para si mismos.

Alli desfilan las Piedades Cordobas, Los Chavez, Las Segolenes, Los Sarkosyz...los Lanark...etc.

Y mientras miles de anonimos comparten incluso peor destino, como los cientos de Pinchaos que aun estan pudriendose en la selva, debido a la brutalidad mas malvada que se pueda concebir.

Dios, se que todo esta en tus manos, dadnos juicio y sabiduria para saber que hacer ....

Devuelvele la libertad a todos los que las FARC han secuestrado.