viernes, 7 de septiembre de 2007

Vergüenza pública

Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena
myances@msn.com

Podrán decir que este comentario es extemporáneo, que ya Transcribe no tiene reversa, que es muy fácil criticar a posteriori, que es plata en un alto porcentaje regalada y a caballo regalado no se le mira el diente, en fin, que es un comentario inoficioso.

Y tendrán razón en todo, pero es que a uno le da rabia -y de alguna manera hay que expresarla- que en Transcribe se estén gastando medio billón de pesos en resolver de manera parcial e ineficiente un problema menor, cuando la ciudad no ha superado aun problemas mas graves como el déficit de vivienda, el saneamiento básico, y la salud y la educación de cobertura universal.

Destruir una vía en buen estado relativo, para volver a construirla con mayor espesor y colocar buses más largos no es la solución a nada. Buses más largos (y el peso que transmiten a la vía a través de las llantas también) es lo mismo que dos buses, uno detrás del otro: eso no va a cambiar, pero la vía, por la que hoy en día circulan toda clase de vehículos, quedará restringida en gran parte para el tráfico de los nuevos buses, creando problemas adicionales al resto de vehículos.

Los trancones que se presentan hoy en día en el mercado de Bazurto, en Zaragocilla y en la bomba de El Amparo, tienen soluciones de tipo tecnológico y/o administrativo, mucho más económicas y efectivas que Transcribe. Entre otras, ponerle a los buses automatismos e inteligencia artificial que permita un control centralizado; modificar el esquema de propiedad y de administración del servicio; ampliar la vía a Olaya y la Pedro Romero; terminar la vía perimetral, o trasladar el mercado de Bazurto recuperando esa valiosísima tierra para vivienda multifamiliar, con lo cual se recuperarían parte de los costos, y se reduciría la necesidad de mayores inversiones en movilidad.

Con 500 mil millones de pesos, se podrían construir 10 mil viviendas de 30 millones cada una (ese es el déficit de vivienda en la ciudad según datos recientemente publicados), y quedaría plata para terminar la vía perimetral, o ampliar la vía a Olaya y la Pedro Romero, o reubicar el mercado publico, soluciones que por si solas, mejorarían el trafico vehicular y la movilidad ciudadana.

El costo de terminar la perimetral, no supera, a precios de ineficiencia de la contratación Estatal, los 150 mil millones de pesos, pero esa vía tampoco serviría de nada si no se invirtieran los 350 mil millones restantes, en hacerles sus casitas a quienes viven en la zona sin sacarlos de allí.

Las casuchas que supuestamente recuperaría la vía perimetral, aun están ahí metidas en las aguas putrefactas y estancadas de los caños (solo algunas pocas se reubicaron). Allí viven las personas con las que tenemos contacto a diario: el frutero, el jardinero, el celador, el carpintero, el todero, la empleada domestica, el mototaxista, el informal y también por supuesto, los que tienen que recurrir al delito para subsistir.

Y nosotros gastando medio billón de pesos de los impuestos, en buses articulados, vías de 30 cmts de espesor (querían ponerle 50, porque así salían mas caras) y otras tonterías. Y aun así quieren que esas personas salgan a votar. ¡Vergüenza debería darnos!

De nada sirve la democracia si estas inequidades no están resueltas. Las luchas por el poder corresponden a un nivel superior de la escala de las necesidades humanas, o a un acto desesperado de los más sufridos por cambiarlo todo. La democracia requiere de un mayor grado de desarrollo social.

La única forma de reparar el error (la manipulación, diría yo, porque fueron decisiones de las cuales nuestros gobiernos están exentos de culpa) es solicitar otro medio billón, para hacer lo que si se debía hacer. Quienes cometieron el error, tienen que dar la solución.

1 comentarios:

Atrabilioso dijo...

4 Comments:



At <$Comentarios$>, Anónimo

¿Y eso...... donde es ?


At <$Comentarios$>, chriskpf

El hecho en concreto puede ser extemporáneo pero es una situación que ocurre y seguirá ocurriendo por ese “no sé que” que nos caracteriza.
Un ejemplo concreto puede ser el debate que se llevo a cabo sobre la alcaldía de Bogota. Un candidato con “conciencia social” habla de construir un metro y otro “ultraderechista” habla de seguir con el Transmilenio.
El de conciencia social propone el metro sin detenerse a pensar en el déficit; el ultraderechista propone el sistema de Transmilenio pensando en que los sobrecostos del metro ponen en peligro el sistema de salud y educación.
Ahora bien, es de lógica que el que pregona la justicia social buscara amparar a todos los ciudadanos por igual, pero su propuesta es contraria a su “ideología”.
Al que califican de ultraderechista y clasista increíblemente no propone el metro (que en teoría les serviría a los de mayor poder adquisitivo ya que en el fondo no necesitan de educación ni salud publica) si no que asegurándose menos votos por parte de los “oligarcas”, propone el sistema que no generara sobrecostos.

Lo más increíble de todo es que el que más opción tiene (por parte de oligarcas y no oligarcas) es aquel cuyo proyecto de metro dejara a “los pobres” sin educación y salud. Pero cuyos puntos fuertes son la simpatía y la justicia social. (Sea lo que sea esa cosa)

Al final la culpa es de nosotros por ese “no sé que”, que nos hace apoyar hasta el final (a sangre y fuego) a los despilfarradores del erario publico.


At <$Comentarios$>, Gmar

Señor Yances: con todo respeto tengo que decirle que está mostrando miopía analítica al pensar de esa manera. Transmilenio, o en este caso Trascaribe, es mucho más que “buses más largos” o “dos buses pegados uno detrás del otro”, como ingenuamente los llama.

Transmilenio es un sistema de organización del transporte público, para acabar con la guerra del centavo, con el desorden en cuanto a parar las buses en el lugar que les da la gana, es establecer unas terminales con orden, es brindarle a los incapacitados en sillas de ruedas la posibilidad de poder transportarse sin necesidad de contratar un taxi o un automóvil especial que los lleve.
Es la posibilidad de que una madre que lleve a su bebé en un carrito pueda hacerlo en un bus articulado, que una persona con sobrepeso pueda por fin utilizar un bus para transportarse, es hacer en 15 minutos un viaje que con el sistema convencional de transporte público demora 40 minutos, es ser invulnerable a los trancones, pues tienen una vía exclusivamente para ellos, es poder pagar con una tarjeta que usted ha adquirido anticipadamente con varios pasajes para no tener que hacer cola, es poder practicar la cultura y la consideración al tener que ceder las sillas azules a las mujeres embarazadas o con niños de brazos, hasta que lo hagamos voluntariamente, es no tener que aguantarse a las personas que entran en las busetas a vender productos inútiles o a pedir limosnas a cambio de cantar desafinadamente rancheras , es poder contar con varios policías a la mano para cualquier emergencia, es evitar pelear con el conductor por un cambio de ruta inesperado que lo perjudica, o por un vuelto que no devolvió, es no tener que viajar con un borracho al lado hediondo a vómito mezclado con aguardiente, es asomarse un poquito a lo que pudiera ser algún día y complementado con otras medidas, el ideal muy lejano de un transporte organizado.

En fin, es poner orden, o las bases de un orden, en el caos en que se mueve el transporte público en los países subdesarrollados como Colombia. .
Si usted prefiere “construir 10 mil viviendas de 30 millones cada una (ese es el déficit de vivienda en la ciudad según datos recientemente publicados),” solo saldrían beneficiadas 10 mil personas, mientras que con Transcaribe serian más de un millón y medio de habitantes los beneficiados.
Adicionalmente, la salida de los destartalados buses que lentifican la circulación, y que paran cada 20 metros obstruyendo el paso, mejoraría el problema de los trancones.

Desde el momento en que una persona entra al sistema Transmilenio, es decir, desde el momento en que atraviesa el torniquete de ingreso, sufre una repentina metamorfosis influido por las reglas de juego que imperan dentro y que hay que cumplir, so pena de ser sacados por la policía, y se vuelve culto y respetuoso.

La lista de los beneficios es todavía más larga, puedo por ejemplo mencionarle los beneficios para el sufrido conductor que a diferencia del convencional, que su sueldo depende de la cantidad de personas apiñadas que transporte, y que no cuenta con un servicio médico, pensiones cesantías, y que tiene que estar sentado al volante 12 y 14 horas sin descanso, y esclavo de la tenebrosa “guerra del centavo”, el conductor de Transmilenio, o Transcaribe, sólo trabaja ocho horas diarias y disfruta de todos los beneficios sociales.

Que no es perfecto y tiene sus fallas, es cierto, pero es lo más parecido a un orden en el transporte público. Tampoco soluciona por sí solo, el, problema del transporte, en realidad la solución es una interacción de varias medidas.

Transmilenio no debe convertirse en un blanco político para las contiendas partidarias: si se es de izquierda, hay que estar contra Transmilenio, aunque no se sepa por qué.

Espero que ahora tenga más claro por qué Transcaribe será algo más que buses más largos. El tamaño de los buses es lo de menos.